La palabra, promesas, consignas y palabrerías de AMLO se han devaluado a lo largo de su presidencia hasta perder toda credibilidad.

La realidad contrasta sus promesas y con su falsa honestidad, su retórica ya no es suficiente para evadir los problemas, sus bolas de humo ya no le funcionan para desviar la atención y que solo se hable de lo que él quiere. No hace frente a sus responsabilidades, falla en sus acciones de gobierno y no atiende los problemas urgentes, como la corrupción de su gobierno y de su familia.

La palabra del presidente ya no tiene valor alguno, resultó ser más falsa que un billete de dos mil dólares, tanta corrupción lo rebasa y utiliza a las instituciones del Estado como instrumento para venganzas políticas o para exculpar a los suyos de los delitos que cometen.

¿Ya no eran como antes?

Los temas de sus hermanos, del Fiscal General, Alejandro Gertz, de su secretaria de Educación, Delfina Gómez - que se rumors quiere gobernar el Estado de México- del extitular de Segalmex, Ignacio Ovalle y de otros funcionarios de los que no ha podido dar explicación alguna, como del director de la CFE, Manuel Bartlett con sus casas, los contratos de sus hijos o de la secretaria Nahle, que para poder trabajar en el sector, antes deben pasar a dejar el moche con su esposo; la exsecretaria de la Función pública, Irma Eréndira Sandoval y sus casas, los contratos de Pemex a su prima hermana Felipa y el presunto tráfico de influencias y de gestión que han realizado sus hijos, solo mencionar algunos ejemplos.

AMLO ha presumido y amenazado que todo aquel que haga un fraude electoral no tendrá derecho a fianza, “ya no es como antes; el fraude electoral se castiga con cárcel, es como el robo de combustible, como la defraudación fiscal que se persiguen como delitos graves”, pero esto, claramente, no se aplica a los suyos.

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La rampante corrupción

El 20 de agosto de 2020 aparecieron unos videos donde su hermano Pio López Obrador aparece recibiendo dinero de parte del operador político del Verde y exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Desde un principio lo exculpó diciendo que fue una reacción normal de quienes están viendo afectados sus intereses por la decisión de acabar con la corrupción en el país ¿¿¿???

Habló que era revancha porque se estaba investigando el caso de Emilio Lozoya y García Luna. Aseguró que “no somos iguales”. Cínicamente dijo que los montos fueron muy distintos, que con su hermano solo eran dos millones y que ese dinero eran de aportaciones para su movimiento.

AMLO admitió en tribuna el delito electoral que cometió su hermano pero y, apenas en marzo, Pio pidió a la FGR concluir con la investigación sobre los videos porque, dijo, se armó con pruebas ilícitas. Lo cierto es que la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, a cargo de su gran aliado Agustín Ortiz Pinchetti, el esposo de la magistrada Loretta Ortiz, puso a dormir el sueño de los justo la investigación. Pero, para dar carpetazo a la acusación, otra magistrada, Yasmín Esquivel, esposa de José María Rioboo, principal asesor de AMLO en el AIFA y contratista consentido de AMLO desde que era jefe de Gobierno de la CDMX, otorgó a la FGR una suspensión para que no entregue al INE la carpeta de investigación sobre el caso de Pío.

Otro de los casos emblemáticos de corrupción e impunidades el de la titular de la SEP, Delfina Gómez. El TEPJF confirmó la sanción a Morena por 4.5 millones de pesos por el cobro de cuotas a empleados a través de la presidencia municipal entre 2013 y 2015, cuando la actual secretaria de Educación era la alcaldesa.

La respuesta de AMLO fue idéntica a la que dio de sus hermanos Pio y el Martinazo, “Se me hace muy injusto el que se ataque de esa manera a la maestra, no es honesto”, y opinó que “hay toda una intencionalidad política detrás de la campaña y el Tribunal electoral”.

Otro caso importante de complicidad e impunidad es el de Sagalmex y su exdirector Ignacio Ovalle. Este personaje tiene una larga cola, desde que se vendió a Echeverría en el movimiento estudiantil, en su paso por Conasupo, en alianza con Raúl Salinas, compraron la leche radioactiva, el maíz contaminado y otras fechorías, hasta llegar al gobierno de AMLO, que lo nombró director de Sagalmex, donde es investigado por presuntos desvíos de recursos públicos, pero AMLO, para protegerlo, decidió nombrarlo coordinador del Inafed, adscrito a la Segob.

Recientemente, apareció una conversación de la diputada local de Tamaulipas, Úrsula Salazar Mojica, otra sobrina de AMLO pidiendo, supuestamente, moches a un proveedor.

Y, qué decir de lo que sucedió con el tema de la casa gris, de su nuera y el tráfico de influencias con empresas de energía. AMLO insiste en que es una guerra sucia para descarrilar su transformación, aunque, en realidad, tampoco pudo decir que no era cierto la publicación de Loret y Mexicanos contra la Corrupción.

El Fiscal Gertz, toda una barbaridad, tranzas, dinero en paraísos fiscales, la Corte lo exhibió como un represor y por utilizar la dependencia a su cargo como vehículo de venganzas personales, pero AMLO dice que es un hombre “incorruptible” y “de manera categórica afirmó: “Sí le tengo confianza, sí lo considero un hombre íntegro, recto.”

Así ha desgastado su palabra hasta no valer nada. Andrés Manuel miente y solapa la corrupción, a pesar de haber sido pillados in fraganti, ninguno de los suyos ha tenido consecuencias. Para él, las instituciones del Estado sirven para exonerar a su gente y para tratar de presionar a sus “adversarios”.

Por eso quiere destruir a las instituciones que no se pliegan a sus designios. Parece que, como dice la canción de José Alfredo Jiménez “su palabra es la ley”, pero resulta que su palabra, ya no vale nada.