Quienes vivimos y trabajamos en México podemos aprender mucho del nuevo libro de Nathan Furr y Susannah Harmon Furr, “El lado positivo de la incertidumbre: una guía para encontrar posibilidades en lo desconocido”, publicado recientemente por Harvard Business Review Press. El libro nació de la observación de los autores al entrevistar a innovadores durante dos décadas: para hacer algo nuevo, todos tuvieron que soportar un período de incertidumbre.
Donde sea que usted trabaje, la incertidumbre parece ir en aumento. Mal clima, escasez de agua, temblores, polarización política, volatilidad económica, nuevas enfermedades, pandemias. Vivimos en la era de la digitalización que transforma el desempeño de los negocios. En los hogares, la incertidumbre vuelve todo más complicado. Escasez de algunas cosas, por un lado, y una creciente cantidad de opciones, por el otro. El futuro del trabajo llegó para quedarse y los nuevos empleos exigen nuevas habilidades técnicas que todavía no se enseñan ni se aprenden en las escuelas. Ante todo esto, tenemos que aceptar la incertidumbre si queremos construirnos una vida mejor. Es todo un desafío existencial: confiar en la visión no probada de cada uno de nosotros puede conducirnos a una vida inimaginablemente exitosa.
Los autores dicen que una idea brillante y toda innovación se produce sólo después de una fase de incertidumbre. Lo mejor es que la incertidumbre provocada por cada error, contratiempo, desánimo e incluso desastre conlleva una posibilidad. Organizan las herramientas en el libro en cuatro secciones: 1) Reformular la incertidumbre de algo aterrador, una fuente de pérdida, a una fuente potencial de ganancia. Se trata de ver la posibilidad. 2) “Priming”, que es esa idea de que podemos prepararnos, para que cuando pase la incertidumbre seamos más resilientes. 3) Hacer. Hay formas en que podemos tomar medidas bajo la incertidumbre que conducen a mejores resultados. 4) Sostener, lo que significa reconocer nuestras emociones cuando hay reveses o ansiedades.
Después de leer “El lado positivo de la incertidumbre” podemos darnos cuenta de que, a pesar de que enfrentamos un presente y un futuro turbios, podemos tener el coraje de perseverar, seguir adelante cuando surge la incertidumbre, incluso a riesgo de fracasar. El fracaso también es una oportunidad de aprendizaje y adaptación. Es interesante lo que plantean los autores de que en las organizaciones públicas y privadas debemos explotar los recursos y habilidades disponibles en lugar de invertir demasiado en investigación antes de experimentar. Aprovechar los recursos existentes de nuevas maneras. No debemos temer abrazar a la incertidumbre que puede llevarnos al éxito.
Para muchos, abrazar un mundo impredecible puede ser difícil, pero entrar en el umbral de la incertidumbre suele ser la única forma de innovar y triunfar. Con este libro podemos aprender sobre las herramientas que utilizan los innovadores, creadores y diseñadores exitosos para navegar la incertidumbre. Hacer algo nuevo, ya sea un cambio, una transformación o una innovación, requiere que nos adentremos en lo desconocido, en la incertidumbre planificada o no planificada.
La esencia básica del libro es: “La incertidumbre es el portal a la posibilidad”. Nathan Furr dice que los seres humanos están programados para tener miedo a la incertidumbre. Esto es algo que los estudios de neurociencia muestran claramente. Tenemos una orientación natural para tratar de eliminar toda incertidumbre, pero de lo que no nos damos cuenta es que al hacer eso, también eliminamos las posibilidades.
En el libro se pueden leer más de 30 herramientas que son como una “cruz roja de primeros auxilios para la incertidumbre”. Alientan a que cada persona comprenda mejor sus fortalezas y debilidades. Proponen la idea de jugar un juego infinito. Muy a menudo vemos la vida como un juego finito, lo que significa que hay reglas y roles que debemos desempeñar y debemos ganar. James Carse, quien escribió el libro “Juegos finitos e infinitos”, dice que para ser un jugador de juegos infinitos, en lugar de tratar de ser el mejor, ganar y vencer a todos los demás en la competencia, debes preguntarte ¿Cómo mantienes el juego en juego? ¿Cómo juegas el juego de una manera que te haga sentir feliz?
¿Pueden los líderes políticos desarrollar una capacidad de incertidumbre? Todos queremos posibilidades, transformación, cambio e innovación, pero la única forma de llegar a eso es a través de la incertidumbre. Si queremos esas cosas, debemos mejorar en la navegación por la incertidumbre como líderes individuales, como equipos y como organizaciones. El gobierno y las organizaciones deben preguntarse: ¿Tenemos la capacidad de enfrentar la incertidumbre? ¿Cuál es nuestra capacidad de incertidumbre? Es un músculo que deben desarrollar.
Los autores se refieren al Índice de Incertidumbre Mundial, una medida de la incertidumbre política y económica, que muestra una tendencia al alza desde la década de 1990.
Y los consejos para lidiar con la incertidumbre son: reformulación, preparación, realización y mantenimiento.
1. El “reencuadre” nos desafía a cambiar la forma en que vemos la incertidumbre. Mencionan la mentalidad fija frente a la mentalidad de crecimiento, y cómo esta última nos permite abordar la incertidumbre con más diversión y facilidad.
2. La “preparación” implica establecer rutinas que nos permitan lidiar con lo desconocido de manera más efectiva. Esto incluye “equilibradores de incertidumbre” que compensan la ambigüedad en otras áreas. Recomiendan prepararse con anticipación para una variedad de escenarios posibles, sin dejar de ser flexible, como una estrategia para mitigar el impacto negativo de la incertidumbre.
3. Cuando se trata de “hacer”, los autores proponen un enfoque basado en valores en lugar de una perspectiva de búsqueda de objetivos. Mientras que los objetivos son factores externos sobre los que a menudo tenemos menos control, los valores son principios internos que pueden permanecer firmes a pesar de los períodos de agitación.
4. “Sostener” se relaciona con prestar atención a nosotros mismos, a nuestros equipos y a nuestras organizaciones frente a contratiempos y frustraciones inevitables. Además de atender a nuestras emociones (higiene emocional) y hacer un balance de lo que nos rodea (verificación de la realidad).
Para muchos de nosotros, la incertidumbre puede ser estresante. Esa reacción, sin embargo, oscurece un hecho crucial: la incertidumbre y la posibilidad son dos caras de la misma moneda. Lo más probable es que los mayores logros y momentos de transformación de nuestro país se produzcan después de un período de incertidumbre, uno que probablemente se sintió estresante pero que nos empujó para lograr algo grandioso.
Los seres humanos estamos programados para temer a lo desconocido. Pero la incertidumbre no tiene por qué ser paralizante. La resiliencia, ser capaz de recibir un golpe y mantenerse de pie, es importante. Pero es más importante aprender a transformar la incertidumbre en oportunidad. La única forma en que cualquiera de nosotros puede acceder a nuevas posibilidades es a través de la puerta de entrada de lo desconocido. Y no tiene por qué ser un proceso doloroso si desarrollamos una capacidad para navegarlo. Tenemos que dominar el trapecio sin red de protección.
Los líderes más exitosos son los que no temen encontrar oportunidades en tiempos de crisis. El desafío es que a la mayoría de nosotros no nos enseñaron a lidiar con la incertidumbre. Simplemente no es una habilidad enseñada en la escuela o transmitida por nuestros padres. A medida que nuestro mundo se vuelve cada vez más incierto, la falta de habilidades para lidiar con lo desconocido puede provocar ansiedad, reacciones exageradas y parálisis mental.
¿Cómo podemos usar esta incertidumbre mexicana para hacernos más fuertes? ¿Cuál es la oportunidad escondida?
A la mayoría de nosotros se nos enseña a minimizar los riesgos, pero eso es diferente de minimizar los arrepentimientos. Tenemos una tendencia a sobrestimar los beneficios de preservar el statu quo. En última instancia, tomar decisiones notables y satisfactorias para nosotros y para quienes dependen de nosotros implica hacernos un par de preguntas: Primero, ¿Me arrepentiré de intentarlo y fallar? Y segundo, ¿Me arrepentiré de no haberlo intentado nunca? Escríbanse una carta de su yo imaginario de 80 años. ¿Qué consejo se darían desde esa perspectiva?
Twitter: @javier_trevino