Una respuesta a Pedro Miguel
Debo decir que ya no me causó sorpresa alguna leer el artículo de Pedro Miguel en el diario La Jornada del viernes pasado 27 de octubre, que lleva por título “Ecuanimidad y congruencia”. Y digo que no me causó sorpresa porque ya tiene tiempo que Pedro Miguel ha abandonado su espíritu crítico y autocrítico que alguna vez tuvo para volverse un matraquero de la cúpula del partido dirigido por Mario Delgado.
Ha defendido a capa y espada las cuestionables políticas y decisiones que la dirigencia de Morena ha impuesto a la militancia a raíz de su llegada a la misma por obra y gracia del INE y del Tribunal electoral. En el deplorable artículo al que hago referencia, Pedro se avienta unas afirmaciones que llaman la atención. Desde su primer párrafo, confunde a la Cuarta Transformación con Morena: “La Cuarta Transformación se dio a sí misma un método de selección de dirigencias para evitar desgarramientos y luchas fratricidas, para escoger a las personas con mayor aceptación social y para dotarse de competitividad electoral”. No, Pedrito. La Cuarta Transformación no hace encuestas para determinar nada. Lo hace Morena, porque así se tiene establecido en el estatuto del partido y únicamente para determinar candidaturas a cargos de elección popular.
Al menos en la letra del estatuto, sigue vigente el método de las asambleas distritales para la elección de dirigencias locales y así sucesivamente hasta la elección del Consejo Nacional y el CEN. Que ahora confundas a la Cuarta Transformación con el partido es sintomático. Y te subrayo que las encuestas solamente se realizan para seleccionar candidaturas, para que no se te olvide que tu gran líder, Mario Delgado, llegó a ocupar el cargo de presidente del partido gracias a una encuesta “hechiza” del INE, no fue electo por la militancia como lo señala el estatuto. No es lo mismo Cuarta Transformación que Morena; no son sinónimos y Morena está lejos de ser el partido que requiere la Cuarta Transformación.
Pero bueno, esta confusión es sintomática del desorden que traes en tu cabecita, donde tal parece que ya se te invirtieron los valores y principios por el pragmatismo electoral más crudo y el verticalismo más antidemocrático. Que ahora la dirigencia del partido quisiera usar las encuestas para todo, hasta para elegir las dirigencias municipales, es otra cosa. Digo “quisiera” porque al menos en el estatuto que reformaron en el pasado Congreso Nacional dejaron en el papel la realización de asambleas distritales. Si las van a realizar como las hicieron en 30 y 31 de julio del año pasado, que le llamaron “asambleas distritales” a unos vulgares centros de votación para elegir consejeros y donde además se afiliaba a la gente en el mismo instante de votar, ya sabemos lo que nos espera en el futuro.
Esto, para apenas abrir boca. Luego señalas con dedo flamígero a todos aquellos que protestan cuando no sale favorecido en la encuesta el o la candidata que deseaban, aduciendo la falsedad o simulación de las encuestas y haciendo un gran berrinche. Si estás haciendo alusión velada al caso de Coahuila y al de Ebrard, en parte tienes razón. Sin embargo, adoleces de autocrítica ya que en todas partes las encuestas que realiza Morena gozan de muy mala fama, aunque no lo quieras reconocer. No tanto por la mucha, poca o nula calidad de los candidatos triunfadores en las mismas, sino por la opacidad con la que se han manejado desde siempre. Una tremenda opacidad en la metodología utilizada y en la ponderación de los resultados, para no hablar de los encargados de realizarlas (internos o empresas externas).
Debemos de aceptar sin chistar los resultados de las encuestas, tal parece ser la orden que quieres transmitir. Luego, según tú, todas esas críticas quedan desmentidas por los triunfos electorales del partido en muchos ámbitos locales y federales. Tales triunfos arrolladores vienen a ser el mentís definitivo de cualquier crítica al método de la encuesta y sirven también -cómo no- para confirmar que la dirigencia del partido ha actuado correctamente en todos los casos, seleccionando casi siempre a los mejores candidatos. Hay prietitos en el arroz, pero son los menos, según tú.
Los que criticamos las encuestas somos “frustrados ambiciosos que hablamos en nombre de las bases”, dices. Sigues sin entender, como ya te lo hice ver en una carta abierta que te envié (https://morenademocracia.mx/revolucion-de-las-conciencias/carta-a-pedro-miguel/), que todos esos triunfos no se deben a lo impecable de las encuestas ni a que los candidatos hayan sido los mejores. Se deben a la autoridad moral del presidente López Obrador y a los éxitos de su gobierno, que influyen en el ánimo del pueblo. En los casos donde se perdieron los cargos en juego, es porque los candidatos eran no solamente malos, eran lo que le sigue de malos (recordando a Don Perpetuo del Rosal en Coahuila, por poner un ejemplo) y con todo el apoyo del gobierno de la Cuarta Transformación y de la dirigencia del partido, ni así ganaron.
Pero lo más ominoso de tu artículo es lo siguiente: “En el caso de la ciudad capital, hay cinco prospectos para ocupar la dirigencia del movimiento y será la sociedad la que decida quién habrá de ocuparla. Quienes no resulten favorecidos deberán aceptar el veredicto y sumarse a quien sí lo consiga, en el espíritu de que nadie es indispensable pero que todos son necesarios. Mientras más se avance en el terreno del radicalismo militante en favor de una de las figuras, más difícil será después reintegrarse a la causa de la Cuarta Transformación. Quienes con mayor empeño aboguen por su figura favorita o, peor aún, incurran en la descalificación de las otras, más se acercarán a una disyuntiva lamentable: abandonar la acción política o pasarse a las filas de una oposición cuyas miserias conocen perfectamente.”
¿Pedro, que acaso Morena no es el partido del cambio verdadero? ¿No es un partido respetuoso de la libertad de expresión? Una cosa es denostar y otra debatir. ¿Ya no se permite discrepar? En aras de la “unidad a toda costa”, ¿hay que permanecer en silencio? Pareciera que estás regañando a una bola de chamacos revoltosos amenazándolos de que o aceptan sin chistar lo que resulte o te vas para otro lado, porque aquí y ahora, el pensamiento crítico está en receso. Casi nos acercamos a un tiempo cuyo lema será: “prohibido pensar”. ¿O estoy confundido y estoy leyendo el libro de Orwell, 1984? Quizás aspiras a dirigir el Ministerio de Propaganda y Seguridad. Nosotros no “hablamos en nombre de las bases”. Somos las bases. No construimos Morena y marchamos por décadas para llegar a este momento en que pensar vuelve a ser una amenaza, y ahora es un riesgo para la seguridad del proyecto. Afortunadamente, Morena no es de los Pedrosmigueles ni de los Marios. Morena es resistencia y lucha.