El Instituto Nacional Electoral (INE) es la manzana de la discordia de la reforma electoral que la Cámara de Diputados discute. La oposición clama a los cuatro vientos que Andrés Manuel López Obrador quiere desaparecer al INE. El gobierno afirma que éste necesita transformarse en un organismo democrático, austero y transparente.

¿Quién dice la verdad ? Ninguno de los dos dice completamente la verdad, enfatizan lo que les conviene. ¿Se trata de un tema de buenos contra malos, demócratas contra autoritarios? No, es un asunto político, no hay buenos o malos, sólo una disputa por el poder ¿Tenemos que elegir un bando forzosamente? No, cada quien que se forme su opinión.

El Presidente hace mal al descalificar a los organizadores y participantes en la marcha del próximo domingo en defensa del INE al decir que si asisten son rateros, clasistas, hipócritas y racistas. Son palabras duras e injustas. El Instituto no es un instrumento de los partidos o de los políticos, tampoco es de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. La institución es permanente; las personas, contingentes. El INE es una herramienta de la ciudadanía para garantizar su derecho al voto. Es una de las instituciones fundamentales de la democracia mexicana. Cumple funciones constitucionales y legales del Estado mexicano.

El PAN, el PRI, el PRD y MC hacen mal al utilizar al INE como la fachada para defender sus privilegios. Nuestras instituciones electorales pasaron de una Comisión Federal Electoral (1948- 1990), al Instituto Federal Electoral (1990-2014) y después al Instituto Nacional Electoral de 2014 a la fecha.

Los priistas tienen poca memoria. Desde la creación del Instituto en 1990, los priistas fueron quienes más obstaculizaron sus funciones. El PRI siempre quizo meterle la mano al INE, algunas veces con éxito, otras ocasiones no. Dicen que AMLO presiona al INE, también lo hizo el PRI y el PAN cuando fueron gobierno.

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En sus dos sexenios en el poder, el PAN entregó el INE a Elba Esther Gordillo. En su afán de que los gobernadores no metieran la mano en los resultados electorales, Enrique Peña Nieto impulsó el centralismo electoral. La designación del Presidente y de los consejeros siempre fue un reparto de espacios entre grupos parlamentarios y partidos.

La semana pasada una encuesta pagada por el INE respecto a la reforma electoral levantó ámpula. La inmensa mayoría de las encuestas públicas y privadas van en el mismo sentido. No se necesitan encuestas para saber que bajarle el financiamiento a los partidos y disminuir el número de diputados y senadores son propuestas bien vistas por la sociedad.

La ciudadanía valora al INE, pero está de acuerdo en bajar los sueldos de los consejeros y en aplicar medidas de austeridad. Mantener el presupuesto de los partidos resulta indefendible. Ningún legislador explica y menos justifica mantener el número actual de diputados y senadores.

Sabedores de que movilizar a la sociedad para defender su dinero y espacios de poder es imposible, los partidos de oposición, por recomendación de sus asesores, optaron por simplemente defender al INE.

AMLO propone bajar el número de consejeros de 11 a 7. Lo más importante, elegir a los integrantes del INE por voto directo de la ciudadanía. ¿Esto es destruir al INE? Creo que es una propuesta interesante que no han explicado lo suficiente. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?