Iliana lleva poco más de un año sin ver a su hija de 11 años. Fue extraída por su padre después de que Iliana decidiera terminar la relación y solicitar pensión alimenticia para sus dos menores hijos.

El primero de enero de 2021 llegó el padre, cuya identidad está reservada, con la arrogancia que un círculo de cómplices, dinero y vivir en una ciudad distinta a la de ella le permitía. Extrajo a los dos hijos de la casa de Iliana y ella no volvió a saber de ellos hasta que una audiencia permitió que el hijo volviera a su casa y que la pequeña se mantuviera confundida, lejos de ella.

“Yo no sabía que lo que estaba viviendo era violencia hasta que conocí a las del Frente Nacional de Mujeres y me hicieron ver que todo había sido violencia, desde que no me quisiera dar pensión mientras el se iba a esquiar con su nueva novia hasta que me quitara a mis hijos para hacerme sufrir. Se llama ‘violencia vicaria’.”

Iliana

En 2016, Iliana comenzó a ser víctima de bromas violentas que incluían el cuestionamiento sobre la paternidad de sus hijos. Durante toda la vida de los menores, Iliana ha sido la figura de apego. Es ella quien ha atendido, cuidado, preparado, alimentado y escuchado a los menores.

“De hecho el siempre fue un papá ausente. Ni se preocupaba en pasar tiempo con ellos, cuidarlos y menos hacía actos de preparar sus uniformes o llevarlos a la escuela. Hasta después de la separación, él era un papá de una semana. La semana de vacaciones que tenía los recibía pero eso era lo máximo que los aguantaba y ahora resulta que de pronto ya quería llevárselos… pero no porque quiera pasar tiempo con ellos, nada más para quitármelos. Me dio donde más duele”, dice Iliana, que reside en Oaxaca, paga renta y debe pagar también los gastos de manutención y hasta el juicio de guarda y custodia en el que lucha por volver a ver a su hija.

El padre reside en Veracruz. Ambas entidades se mantienen en los primeros 5 Estados de México con mayores índices de feminicidio y violencia en contra de las mujeres.

Las columnas más leídas de hoy

Ella es una sobreviviente de la violencia vicaria, que únicamente está reconocida en España dentro de la legislación de género como una violencia machista pero que azota a nuestro país revelando una realidad: la justicia en México es un privilegio de quienes tienen el dinero para perseguirla. Lejos está de ser un derecho, pues entre corrupción, abogados, peritajes y pandemia, los hombres están arrebatando menores para hacer sufrir a las madres -y también, dañando a las y los hijos-.

“Digamos que de los dos hijos que tenemos, él tiene a la niña, yo no la puedo ver y la tiene incomunicada. Una vez nos encontramos por el tema del juicio y la niña corrió hacia mí diciendo que pensaba que ya nunca volvería a verme. Me contó que está viviendo un infierno, que su papá le pega y la deja todo el día sola en su casa mientras él se va a su oficina. Y se quedó un tiempito conmigo pero de pronto su papá empezó a llamarle y a ofenderla de que se tenía que ir con él y que no le hiciera eso. La niña se fue temblando de miedo y yo no pude hacer nada porque los abogados han dicho que es necesario respetar los tiempos del juicio y a mí me da miedo que me denuncie por el delito de maltrato infantil. Casi todas las mamás hemos sido denunciadas por ellos”.

Iliana

Como ella, una veintena de madres provenientes de todo el país se ha reunido en el Frente Nacional de Mujeres para impulsar la #LeyVicaria, una legislación que consiste en la reforma a la Ley de Acceso a las Mujeres a una vida libre de violencia para reconocer la violencia vicaria como un tipo de violencia machista que se ejerce, principalmente, en contra de las mujeres así como la reforma a los Códigos Penales de cada uno de los Estados y Federal para tipificar la violencia vicaria como delito, responsabilizando no sólo a los padres que arrebatan a los pequeños sino también a los cómplices que forman parte de fraudes a la ley o actos para lograr este tipo de violencia.

“En mi caso recibo una pensión disminuida porque al principio, él metió una pensión a su mamá y en su trabajo lo registraron con un ingreso menor por un hijo que tenía previamente. Entonces a su mamá supuestamente le da el 60 por ciento de su sueldo. De lo que resta, el da otra pensión y la mía la divide en dos, entonces únicamente me da la mitad porque el tiene a la niña”

Iliana

Este tipo de fraudes a la ley con la complicidad de patrones no es nueva. Al menos se estima que 3 de cada 4 hijos de padres separados no recibe pensión alimenticia y dentro de ese número, uno de cada tres se han colocado en insolvencia voluntaria o han recurrido a ser registrados por ingresos menores a los que en realidad perciben para evadir el pago de las pensiones.

Fue Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y feminista, la que nombró esta violencia como la violencia vicaria, describiendo el maltrato que se ejerce en contra de la mujer por “el hombre violento utilizando como objetos a las hijas o hijos para dañarla”.

Después de los agresores machistas que ejercen esta violencia, está un responsable todavía más poderoso: el Estado, el aparato judicial, el sistema prostituyente y corrupto.

Los grandes autores de la violencia estructural y del obstáculo de las mujeres para poder permanecer con sus hijos son operadores de la ley: agentes del Ministerio Público que no atienden correctamente las denuncias; policías judiciales que arrebatan a los menores con órdenes cuestionables o sin legalidad; juzgadores que quitan a los hijos alegando la incapacidad económica de las mujeres; abogados que priorizan el dinero y son capaces de venderse a los agresores de las víctimas que ellos aceptaron defender; agentes ministeriales que reciben las denuncias fabricadas en contra de mujeres y todo un sistema en el que la perspectiva de género resulta un sueño surrealista que se inscribe en los buenos deseos, lejano a la realidad.

Muchos hombres han logrado una trayectoria laboral y académica gracias a las mujeres que se encargaron de cuidar a sus hijos, pero las mujeres siguen cargando con la mayor cantidad de horas dedicadas al cuidado sin un ingreso por ello. El miedo más profundo de Iliana -como el de muchas madres-: que el padre sea capaz de matar a su propia hija solo para hacerla sufrir. Para 2019, en nuestro país, cada dos días muere un niño a manos de sus padres. Sin embargo, la estadística forma parte de una investigación hecha por Connectas y Eme Equis ya que no hay suficientes datos oficiales que desagreguen el delito de infanticidio por el autor. El extremo más grave de la violencia vicaria es el infanticidio o filicidio, el acto de asesinar a un niño o hijo, así como el feminicidio infantil , otro delito a la alza, cometido en contra de las niñas.

La historia en voz de la superviviente pueden encontrarla aquí:

Frida Gómez en Twitter: @FridaFerminita