Dentro de un haz de primeras percepciones en el arranque del recorrido nacional que desarrollarán “las corcholatas” (horrible término para designarlos), destaca lo que parece una percepción generalizada: Claudia Sheinbaum va a la cabeza en las preferencias y simpatías. Inició esta etapa de su carrera política con un mitin masivo al pie del Monumento a la Revolución, lo que expresó ya una primera característica de su movimiento hacia la candidatura presidencial: va a movilizar masas para dar cobertura política y social a sus propuestas y acciones, no va sola.

Adicionalmente, Claudia se allegó un primer triunfo de contenido estratégico, es decir, con valor en el conjunto del proceso abierto: Fernández Noroña declinó en favor de ella, llamando a sus simpatizantes a votar por Claudia Sheinbaum en la próxima encuesta para definir al candidato de Morena y la coalición a la presidencia de la República. Noroña tiene un número de simpatizantes nada desdeñables pero insuficientes para ganar una contienda de este tipo. De manera que esta declinación fortalece el polo de izquierda en la movilización de “las corcholatas”. Sin duda. Aunque está muy joven aún el proceso, que tampoco durará mucho, tenemos ya algunos datos muy interesantes.

Es evidente que la militancia histórica de Sheinbaum Pardo en la izquierda universitaria en el CEU, luego en el PRD (el originario) y ahora en Morena, a la par de una interesante experiencia en funciones de gobierno (fue secretaria de gobierno con AMLO en la Ciudad de México, luego Delegada en Tlalpan, y Jefa de Gobierno de la Ciudad de México durante más de 4 años) e igualmente con un perfil académico científico amplio en los usos de la energía vinculada al cambio climático, desde distintos programas de investigación en diversos centros de estudios e instituciones públicas, la hace una mujer y precandidata (aunque formalmente los nombres sean otros) muy pero muy competitiva.

Algunos aspectos sobre “las corcholatas”: en el curso de ese trayecto político-ideológico ella se ha mantenido en una postura de izquierdas, desde la ideología y desde la praxis política, al lado de AMLO en sus campañas desde 2006. Frente a la emergencia sanitaria por el Covid-19, en la Ciudad de México desplegó una estrategia para prevenir, mitigar, atender y controlar los efectos de la pandemia. Logró una de las mayores tasas de vacunación al nivel internacional. Por la gestión de la pandemia, la Ciudad de México fue reconocida por la UNESCO con el premio Netexplo Linking Cities 2021

En materia de educación superior, perfiló un modelo integrado: se crearon el Instituto de Estudios Superiores Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud. Además, se instalaron en barrios, colonias y pueblos de menor índice de desarrollo social, centros comunitarios denominados “Pilares”, espacios que fomentan la educación, la formación para la autonomía económica, la cultura, el deporte, entre otras áreas. A esto llamamos un modelo integrado de educación y salud desde los barrios de la ciudad. En el transporte público ha habido diversos problemas, incluso, graves, como el descarrilamiento de los trenes y los reiterados problemas de cortocircuitos y otras fallas. Ha quedado a deber, aunque ha reaccionado rápidamente. Pero no olvidar que se trata de un transporte carente de inversiones en mantenimiento por lustros. Repito un perfil altamente competitivo con sus fallas.

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Adán Augusto López ha demostrado ser un operador político muy eficiente, discreto, experimentado y conocedor de las artes de la negociación y operación política. Dice AMLO que él “es mi hermano”. Abogado y politólogo preparado en la Sorbona de París, con experiencia de gobierno, informado, en otros años vinculado a personajes del priismo nacional como el ex gobernador de Tabasco Arturo Núñez. Conciliador desde los principios, no al margen de ellos, muy probablemente ubicado en un sitio del centro político, conocedor de las fuerzas políticas nacionales y sus intereses fundamentales. Un político hecho en la brega de la lucha nacional, partiendo de lo regional hacia lo federal. Igualmente, muy competitivo, aunque su incorporación más tardía no le ha permitido tener el mismo tiempo que Claudia o Marcelo Ebrard.

Marcelo Ebrard es un político también muy hecho, muy formado, en las filas oficiales y luego en la oposición, salinista de inicio con Manuel Camacho (izquierda del neoliberalismo, luego se corrió a la oposición anti-neoliberal). Compañero de armas del presidente AMLO desde el año 2000, es hombre de todas sus confianzas, compitió en 2012 en una “previa” vía encuestas con el propio AMLO quien apenas lo venció por un margen pequeñísimo y Marcelo, teniendo la opción de ir a otra vuelta (según las reglas acordadas) decidió reconocer a AMLO como el candidato a la presidencia con ese margen tan pequeño. Ello le valió muchos halagos del actual presidente, quien en la campaña de 2017-18 lo comisionó en el norte del país que era la región a conquistar. Más por los méritos del propio AMLO pero con una eficaz operación política entre personalidades y organizaciones de Marcelo Ebrard, AMLO aseguró el triunfo en la carrera presidencial en la región del norte que en las dos postulaciones anteriores lo había rechazado. También el trabajo del empresario Alfonso Romo y parcialmente de Tatiana Clouthier (porque ella estaba abocada al ámbito nacional), fueron fundamentales el posicionamiento de AMLO en el norte.

Su trabajo al frente de la SRE en momentos muy álgidos (como la pandemia global y la necesidad de negociar los contratos de compra de vacunas para garantizar el abasto suficiente fue un tema crucial en el cual Marcelo salió airoso, también, las amenazas de Trump sobre los impuestos a la exportaciones de autopartes mexicanas, las “olas de inmigrantes” desde Centroamérica, la crisis con Bolivia y luego con Perú, los acercamientos a las grandes potencias como Rusia y China, el manejo de la agenda sobre la seguridad fronteriza, el tema del crimen trasnacional y el traslado de drogas desde México, que él sorpresivamente ha llevado, en una serie de encuentros extremadamente complejos y delicados con delegaciones de altísimo nivel de EUA, el manejo de la crisis aguda en la detención del general Salvador Cienfuegos en EUA, las acusaciones y acciones de la DEA en México, y otras varias intervenciones del canciller, le permitieron mostrar sus atributos de político negociador, de maestro en la maniobra táctica con sentido estratégico. Tiene además la posibilidad objetiva de “jalar” el “voto centrista” anti-obradorista y de otros sectores sindicales (la gente de Elba Esther Gordillo, por ejemplo). Es tal vez el mejor “precandidato” o la “mejor corcholata” de los anti-obradoristas. No porque esté traicionado nada, no, sino porque consideran que puede haber líneas de apertura y negociación con él en temas centrales en la presidencia, en su caso. Político muy, muy competitivo.

En cuanto a Ricardo Monreal es otro político hecho y derecho formado en las filas del oficialismo anterior (del PRI), con sagacidad para la maniobra táctica y legislativa, que ha tratado de llevar su influencia más allá de las filas obradoristas, tendiendo “puentes” con los anti-obradoristas, podemos ubicarlo a la derecha del movimiento actual de la 4T-4R. No olvidar que llegó a anunciar la posibilidad de una gira nacional con los personajes del actual bloque de oposición al gobierno de AMLO “para recoger las demandas populares”. Al mencionar reiteradamente la necesidad de ir a un proceso de “conciliación nacional” se entiende claramente que se refiere a pactarlo con el bloque opositor (¿si no con quién?) que representa a los antiguos regímenes del neoliberalismo corrupto y saqueador. Me parece que este planteamiento programático lo ubica a la derecha del proceso político actual dentro del programa y del proyecto transformador de AMLO. Esto lo ha ubicado también en una posición muy comprometida con las bases de Morena y de la 4T-4R.

En fin, ofrecemos aquí solo algunas pinceladas del perfil político-ideológico, del trayecto de los actuales contendientes para suceder al presidente AMLO. Las normas fijadas del proceso actual, en buena medida, rígidas y la postura final de “las corcholatas” al conocer el resultado sobre la o el triunfador, siguen deparando sorpresas importantes e impredecibles, ojalá que no sea así, que no las haya.