En medio de la polémica en torno a las declaraciones del presidente AMLO sobre la UNAM, un buen número de especulaciones se han dado lugar.
Las descalificaciones de AMLO contra su propia alma mater han sido, en el mejor de los casos, desafortunadas. Correligionarios del presidente, como Claudia Sheinbaum, no se quedaron atrás y se sumaron a las acusaciones contra la máxima casa de estudios del país.
Algunos especulan que detrás de las declaraciones de AMLO yace una intención del presidente de intervenir en los asuntos internos de la universidad, lo que contravendría a todas luces la letra constitucional, la ley de la UNAM y el espíritu de la propia institución.
Esta intervención del jefe del Estado en la máxima casa de estudio estaría dirigída a promover la peregrina idea de “democratizar” a la institución mediante una reforma al procedimiento de elección del rector. Cómo es bien sabido, la decisión de la elección de éste recae sobre la Junta de Gobierno; llamada peyorativamente “Junta de Notables” con el ánimo de restar legitimidad a un procedimiento institucional que ha brindado estabilidad a la UNAM a lo largo de sus más de cien años de existencia.
En este tenor, AMLO, según opinan algunos, buscaría impulsar una reforma que pusiese ante la comunidad universitaria la elección del dirigente, lo que supondría una aberración “democrática” que pondría en entredicho el futuro de la universidad.
Otros opinan que AMLO busca incidir en la elección del rector. No obstante, conviene recordar que la UNAM ha buscado, desde su fundación, deslindarse de cualquier intervención del gobierno en sus asuntos internos. El lector recordará, en este contexto, la elección del Dr. Graue como rector en 2015 ante la presencia del Dr. Sergio Alcocer, a la sazón, ex subsecretario para América del Norte, y tal como estimó en su momento la Junta de Gobierno, un funcionario cercano a la administración del presidente Peña Nieto.
Huelga recordar que Rosaura Ruiz, otra postulante a la rectoría de la UNAM en 2015, funge hoy como Secretaria de Educación del gobierno de la Ciudad de México, lo que claramente indica las preferencias de Sheinbaum – y AMLO- en aquella compleja discusión que tuvo lugar en el seno de la Junta de Gobierno que llevó a Graue a la rectoría.
En suma, las declaraciones de AMLO y Sheinbaum, entre otros, han puesto nuevamente de manifiesto que los hombres y mujeres de la autoproclamada cuarta transformación no escatiman en recursos narrativos para avanzar sus agendas políticas, mismo si ello conlleva descalificar a la máxima casa de estudios del país.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4