Al presidente Andrés Manuel López Obrador, poco le importó que la cancillería peruana emitiera un comunicado expresando extrañeza respecto a comentarios tanto del propio mandatario mexicano como de su Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, en torno a lo ocurrido en aquel país con el ex presidente Pedro Castillo, quien intentó un autogolpe de Estado y terminó siendo destituido y detenido la semana pasada. Y es que no conforme con fijar postura, AMLO firmó un comunicado conjunto con los gobiernos de Argentina, Bolivia y Colombia a través del cual expresaron “su profunda preocupación por los recientes sucesos que resultaron en la remoción y detención de José Pedro Castillo Terrones, presidente de la República del Perú”.
En el comunicado se lee:
“Para el mundo no es novedad que el presiente Castillo Terrones, desde el día de su elección, fue víctima de un antidemocrático hostigamiento, violatorio del artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, “Pacto de Costa Rica”, aprobada el 22 de noviembre de 1969, para luego ser objeto de un tratamiento judicial de la misma manera violatorio del artículo 25 de la mencionada convención”.
En esa línea, los cuatro países instaron “a todos los actores involucrados en el anterior proceso para que prioricen la voluntad ciudadana que se pronunció en las urnas. Es la manera de interpretar los alcances y sentidos de la noción de democracia recogida en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Exhortamos a quienes integran las instituciones de abstenerse de revertir la voluntad popular expresada con el libre sufragio”.
Por último, el comunicado concluyó: “Solicitamos de las autoridades que respeten a cabalidad los derechos humanos del presidente Pedro Castillo y que se le garantice la protección judicial en los términos consagrados en el artículo último citado”.
Hay que recordar que antes, cuando se conoció la detención del exmandatario peruano, el canciller Marcelo Ebrard, dijo que Castillo no solicitó asilo a México, aunque si lo pidiera seguramente se le daría; una postura que desde luego no cayó bien en Perú, motivo por el cual la Cancillería de aquella nación expresó en un comunicado la extrañeza que habían generado en el Perú las expresiones del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y del Canciller Ebrard, respecto a los procesos políticos en el Perú.
“Las expresiones de las autoridades mexicanas constituyen una injerencia en los asuntos internos del Perú, y no resultan consistentes con los acontecimientos que se han sucedido en días recientes”, remarcaron.
Con relación a las declaraciones de las autoridades mexicanas respecto al derecho de asilo invocado por el expresidente Pedro Castillo, la Cancillería indicó que han señalado al embajador Monroy “la necesidad de que los estados se ciñan a las normas contenidas en los tratados internacionales vigentes sobre la materia y cumplan con todos los requisitos que los mismos establecen”.
“El Gobierno del Perú desea reiterar su más amplia voluntad para continuar profundizando, en el marco del respeto mutuo y de las normas de Derecho Internacional, las tradicionales relaciones de amistad, cooperación y voluntad de integración que unen a los pueblos del Perú y México, las que cumplirán doscientos años en enero de 2023, especialmente en aquellos ámbitos que inciden en el desarrollo social”, finaliza el comunicado.
Y es que, Lopez Obrador había ratificado su inconformidad por la destitución de Pedro Castillo como presidente de Perú y la consideró “ilegítima” y producto del “acoso y confrontación” de sus adversarios.
De hecho, al ser consultado si reconocía a Boluarte como la primera presidenta de Perú, el mandatario tabasqueño respondió que a México “no le gusta el seguidismo”. “Son varios gobiernos, pero México es México. Somos libres, independientes, soberanos y tenemos una tradición de política exterior y no nos gusta el seguidismo”, apuntó.
Y aunque afirmo no era su propósito intervenir en asuntos internos, el miércoles 7 de diciembre, Marcelo Ebrard, afirmó que México estaba dispuesto a ofrecer “asilo” al expresidente peruano. Al día siguiente, Ebrard, señaló que su país recibió una petición de protección en la madrugada, la cual fue ratificada por el abogado de Castillo, Víctor Pérez Liendo.
“Hemos procedido a iniciar consultas ante las autoridades peruanas”, escribió Ebrard en Twitter, donde compartió la carta de petición de asilo a favor de Castillo.
Las reacciones de inconformidad ante la postura del gobierno mexicano no provinieron únicamente de la cancillería, en Perú, el congresista Héctor Ventura de la bancada Fuerza Popular comentó que: “Es deplorable que un estado tan importante como el de México tenga esa postura beligerante. [AMLO] no está respetando las normas democráticas, ni considerando las denuncias e investigaciones que afronta [el expresidente]. Es más, su mensaje y actitud inducen al error, a la violencia. Miente en todo momento”.
También criticó que en ningún momento el mandatario mexicano haya puesto en consideración las investigaciones que Castillo afronta en la Fiscalía y el Congreso. “México no debería tener interés en ayudar a un expresidente que rompió el orden constitucional y que no es un perseguido político”, puntualizó.
Por otra parte, el legislador Enrique Wong, militante de Podemos Perú, consideró que, aunque López Obrador está “desinformado, no tiene sentido echar más leña al fuego” en un momento donde, además, la Cancillería peruana ha convocado al embajador Pablo Monroy para transmitirle su rechazo por tener “injerencia en los asuntos internos” del país.
Mientras que Pedro Cateriano, ex presidente del Consejo de Ministros, opinó que “en el fondo la intervención de López Obrador ha desnudado la mentira de Castillo, porque en realidad, él se estaba fugando del país, huyendo de la acción de la justicia luego del golpe de Estado que anunció”.(Infobae 9/12/22).
A todo lo anterior, hay que añadir la posición del propio López Obrador ante la sentencia de 6 años de prisión en contra de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
A través de redes sociales, el presidente aseguró que la condena en contra de la política se trata de un asunto de revancha política y de un acto antidemocrático. En ese sentido, mencionó:
“Expreso mi más amplia solidaridad con la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández. No tengo duda de que es víctima de una venganza política y de una vileza antidemocrática del conservadurismo”.
AMLO había respaldado a la funcionaria argentina desde agosto de este año, cuando la Fiscalía solicitó una condena de 12 años de cárcel por presunta corrupción. En aquella ocasión incluso comparó la situación a la suya en 2004 cuando el entonces presidente Vicente Fox solicitó su desafuero.
“No se le puede impedir a nadie que quiera participar en política ser candidato o candidata solo porque se fabrica un supuesto delito, un poco lo que me hicieron a mí cuando el desafuero”, mencionó durante su conferencia matutina del 25 de agosto.
Así las cosas, hay que recordar que Andrés Manuel Lopez Obrador, es, de acuerdo a su habitual narrativa, un ferviente admirador del Libertador de las Américas, el ex presidente Benito Juárez, quien tenía como apotegma: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es La Paz”.
Sin embargo, ya no extraña esa mala costumbre del presidente mexicano de entrometerse y opinar en asuntos relacionados con otros países. Aunque ojalá entienda que su intervencionismo no es bien recibido y que se corre el riesgo de generar problemas mayores.
*con información de medios
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