La sociedad, tiende a criticar absolutamente todo, sin importar si tienen algún tipo de conocimiento del tema en cuestión. Sucede lo mismo con las instituciones (INE, poder judicial, TEPJF, etc.), de la misma manera, la sociedad la crítica y juzga; deciden opinar o criticar si funcionan de manera correcta o no, si deben existir o no, etcétera… Así que busqué un ejemplo cotidiano con el que podamos comparar, comprender y explicar cómo funcionan. En este texto haré un paralelismo entre las instituciones y el desarrollo o crecimiento de una persona.
Se puede comparar el surgimiento de una institución, con el nacimiento de un recién nacido. En este ejemplo, ambos se encuentran en la misma etapa inicial de su existencia, repletos de potencial, pero igualmente vulnerables y sujetos al proceso del tiempo, al aprendizaje y fortalecimiento.
Así como un niño, necesita tiempo para madurar, además de cuidado y atención para crecer fuerte y sano; las instituciones requieren exactamente de lo mismo y dentro del periodo de maduración, es que se van dando las adaptaciones necesarias y reformas que las van fortaleciendo o debilitando -herramientas similares a las experiencias de vida que cada persona atraviesa-
Al igual que una persona joven, que no cuenta con la experiencia y no se le debe juzgar con el mismo rigor que un adulto, las instituciones jóvenes no deberían ser condenadas por sus fallas ¿cuántos años tienen nuestras instituciones? La falta de experiencia, o fallas en su funcionamiento, falta de eficiencia, no tendría que ser visto como un defecto, sino como una etapa del crecimiento y fortalecimiento.
Igual que un adolescente debe experimentar diversos eventos o situaciones para cometer errores o aciertos, para después obtener un aprendizaje del hecho y así madurar; las instituciones requieren de lo mismo, para ir mejorando y corregir sus fallos y mejorar sus funciones. En ambos casos, el proceso de desarrollo es natural, normal y necesario para un óptimo crecimiento.
Las personas pasamos por distintas etapas en la vida: infancia, adolescencia, adultez y vejez. Cada etapa implica desafíos y oportunidades únicos. De manera parecida, las instituciones experimentan etapas: creación, consolidación, expansión, renovación. En cada fase, enfrentan desafíos particulares que requieren enfoques, análisis y soluciones desde distintas disciplinas o enfoques.
Ahora, tomaré de ejemplo las democracias modernas y todas las instituciones que se interrelacionan para que existan; las cuales no surgieron de manera espontánea, requieren de tiempo y diversas etapas. Son el resultado de siglos de historias, errores, reformas, organización, consenso político, sangre y más situaciones. Deben pasar por diversas fases de perfeccionamiento, ajuste y aprendizaje (prueba, error, prueba, error…).
Ojalá que este paralelismo entre las instituciones y el desarrollo humano invite a reflexionar sobre la paciencia comprensión y experiencia que tanto las personas como las instituciones requerimos para madurar y ser mejores (el tiempo nunca pasa en vano). Todos necesitamos de paciencia, comprensión y experiencias.
Así como debemos apoyar y guiar a un niño en su camino para convertirse en adulto, considero que también debemos tener una visión comprensiva, de construcción y mejora en el desarrollo y fortalecimiento de nuestras instituciones.