El domingo pasado, después del mediodía, un compañero me avisó que en esos momentos pasaba “algo raro” con un avión de Volaris en el AICM. Me mandó dos fotografías en las que se puede observar a un avión rodeado por vehículos, y hasta ese momento no tuve más información. Pocos minutos después, me pasó el video del momento en que bajan al polizón que se había metido en el foso del tren derecho de la aeronave de Volaris.

Durante toda la tarde estuvo saliendo material sobre esta “curiosa” incursión a la pista. Como sabrán, nunca pueden faltar los medios que traten el tema de la forma más “amarillista posible”, como cuando reseñan las turbulencias, las idas al aire, o los despegues abortados, con frases al estilo de “los pasajeros vivieron minutos de pánico y terror”, “creíamos que íbamos a morir, el avión se zangoloteaba”, y tantas otras.

Este tipo de eventos son incidentes que suelen presentarse en todos los aeropuertos del mundo. En efecto, son consecuencia de lamentables descuidos en las cadenas de seguridad, pero no ocurren únicamente en nuestro país, ni son exclusivos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), tal y como algunos medios intentaron subrayar -con cierta saña-, argumentando que esta incursión se debía a que el AICM no tenía dinero para la seguridad, “porque todo se iba” al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Ser una persona apasionada de la aviación, me hace leer una gran cantidad de notas publicadas. No soy la única que se queda con lo que pasa en la aviación nacional, sino que también reviso el ámbito internacional, lo que sirve para tener una visión más amplia al momento de opinar.

Por esto me parece sumamente detestable que se utilice este incidente como si se tratara de la llegada de los 4 jinetes del Apocalipsis. Tantas ansias de amarillismo me hicieron recordar algunos incidentes de este tipo que se dieron -recientemente- en otras latitudes del globo terráqueo.

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Comencemos con un caso que sucedió en el Aeropuerto de Miami en enero de 2018. Resulta que Gregory Burnes, ciudadano norteamericano entonces de 41 años de edad, fue incapaz de leer los letreros que le advertían que no podía ingresar a un área de las pistas, por ser zona restringida.

¿Ustedes pueden creer que un adulto de 41 años no comprenda un anuncio y mucho menos pueda entender la advertencia? La defensa de este hombre argumentó que su cliente solo quería “tomar un atajo”, y que no, su cliente no sabía leer. No estamos hablando de un país tercermundista o “bananero” como se les suele llamar de manera despectiva, estamos hablando de la potencia mundial, un país de primer mundo donde ¿un adulto no sabe leer, ni tampoco interpretar las señales visuales de no pasar?

¿Cómo ingresó a las pistas? Igual que lo hizo el menor de edad en el AICM, ¿podemos decir que en el Aeropuerto de Miami se están desviando recursos y por eso no hay seguridad? ¡Claro que no!, como ya lo mencioné, son incidentes que llegan a ocurrir, evidentemente no son deseables, pero pasan.

Otro caso de incursión, y no fue una persona, sino una tortuga. Esto ocurrió en octubre del 2021 en el Aeropuerto de Narita, en Japón. Se percataron que en la pista había una tortuga, lo que acarreó demoras en dicha terminal aérea.

El periódico japones Mainichi Shimbun reportó que rápidamente el personal del aeropuerto retiró la tortuga con una red y revisó la pista de 4 mil metros en busca de otros animales, o algún objeto “extraño”. Este operativo provocó el retraso de 15 minutos en cinco vuelos; también el diario japones añadió “que, si bien se les pide a los trabajadores del aeropuerto el retiro de perros y gatos, y otro tipo de fauna, como el caso de una tortuga, es extremadamente inusual”

La pregunta en este caso es ¿cómo llegó una tortuga a la pista del aeropuerto? Estamos hablando de Japón, otro país de primer mundo que, si en algo destacan, es del cuidado que tienen en el manejo aeroportuario. Sin embargo, como podemos ver, hay situaciones que se salen del guion establecido y se convierten en “incidentes”.

El Aeropuerto de Schipol, en los Países Bajos, se ha visto envuelto en polémicas en los últimos años: entre filas interminables para acceder a la terminal aérea, falta de personal, y próximamente recorte de vuelos. Aquí quiero mencionar una raya más del tigre: en noviembre de 2022 un grupo de ciclistas en contra del cambio climático tomó las pistas de dicho aeropuerto.

Así como lo oyen, “tomaron” al tercer aeropuerto más gran de Europa; el medio IberoBike reportó “Cientos de personas ataviadas con sudaderas blancas y chalecos reflectantes, tomaron sobre las 14:00 horas de ayer sábado una de las pistas de jets privados de Schipol.” ¿Aquí también fue culpa de la 4T y su política de austeridad republicana?

Un caso más, que ocurrió en plena temporada alta de invierno, en noviembre y diciembre del año pasado en los aeropuertos de Berlín y Múnich, respectivamente, cuando el grupo de activistas “Letzte Generation”, en contra del cambio climático, entraron a las pistas y pegaron sus manos a la carpeta asfáltica.

En este caso ¿a quién culpamos de la falta de seguridad? En el aeropuerto de Berlín ya había sucedido un incidente similar en noviembre, y un mes después, en una acción conjunta tanto en ese aeropuerto como en el de Múnich hubo intrusos en las pistas. Y sí, sucedió en otro país de primer mundo.

Tenemos el caso del Aeropuerto de Barajas, la principal terminal aérea de España, donde tres activistas de la plataforma Futuro Vegetal pegaron las palmas de sus manos a las pistas para protestar por la inacción política de su país ante la crisis climática. ¿El poder de la 4T es tan grande que afecta las condiciones de seguridad del aeropuerto español?

Y quiero dejar en claro, no defiendo a ultranza a la 4T. Mi opinión sería la misma así gobernara el PAN o el PRI, porque estos eventos, son casos aislados y como ya pudimos ver, pasa en todo el mundo. La gente burla la seguridad de los aeropuertos, ya sea en la Ciudad de México, en Tokio, Berlín, Múnich, Madrid o Ámsterdam.

Hubiera sido criticable, y yo así lo estaría denunciando, si en el evento del domingo en el AICM no hubieran hecho nada, si no hubieran detectado a la persona y hubiera sido demasiado tarde. Les voy a hablar de un caso verdaderamente lamentable, que sucedió en el Aeropuerto “El Dorado” de Bogotá: en la zona de carga de dicha terminal aérea encontraron dos cadáveres en el tren de aterrizaje de un avión de Avianca, el pasado 6 de enero de este año.

El avión con matrícula N765AV había hecho el vuelo AV116, de Santiago de Chile a Bogotá. Los dos fallecidos, afrodescendientes -siguen sin saber su nacionalidad-, estaban cubiertos por escharcha, por lo que se presume que su muerte se debió a un congelamiento. No olvidemos que a la altura que vuela un avión, las temperaturas al exterior suelen rondar los -70 grados. Uno estaba en el tren de aterrizaje derecho, y el otro en el izquierdo. Y además no hay oxígeno a la altitud en la que un avión comercial vuela.

En este espeluznante caso están involucrados, no uno, ni dos… Sino cuatro aeropuertos. Y es que según el registro que se tiene del itinerario de la aeronave, esta despegó el 3 de enero de República Dominicana, para el 5 de enero partió de “El Dorado” a Brasil, al día siguiente, (6 de enero) este avión regresó a Bogotá para hacer el vuelo Santiago de Chile y de regreso.

Un caso verdaderamente preocupante, no solo por la incursión que dos personas hicieron, sino que deja al desnudo la falta de seguridad que hay en Avianca. Siempre que sale un vuelo, el capitán o el copiloto, deben hacer una revisión externa de la aeronave, para detectar cualquier anomalía., y resulta que, en ninguno de los aterrizajes ni despegues de ese equipo, nadie vio nada extraño; eso es algo muy raro, honestamente.

Pero el incidente del domingo en el AICM quedará en una anécdota; bueno no del todo, el menor de edad infractor tendrá que enfrentar los cargos por el delito federal de “ataques a las vías de comunicación”.

Sin duda es una llamada de atención, que debe obligar a las autoridades correspondientes a perfeccionar la vigilancia, pero que lo hayan detectado a tiempo, y los protocolos hayan sido llevados a cabo, es una buena señal.