A escasos días del comienzo formal de las campañas vemos las redes sociales, en especial X, antes Twitter, repletas de menciones negativas hacia el primer mandatario y la candidata que abandera la coalición Juntos Haremos Historia, Claudia Sheinbaum.

La mecha se encendió desde la  publicación de notas periodísticas plagadas de mentiras, en las que se acusó injustamente a López Obrador de nexos con el narcotráfico y pese a que la mentira no prosperó, los #hashtags no bajaron de intensidad, llegando a opacar el pasado fin de semana al Super Bowl.

Se necesita ser tarugo para creer que el contenido que denosta al presidente es cien por ciento orgánico.

De sobra sabemos que la derecha es fanática no solo de la mentira, también le gusta invertir millones en la guerra sucia.

El uso de programas automatizados para inflar tendencias en redes sociales, conocidos como bots,  no es algo nuevo. Los cibernautas se enfrentan con cuentas que los agreden, que repiten el mismo contenido en cientos de perfiles inexistentes hasta colocar el #hashtags que haga que los incautos se vayan con la finta y crean todo lo que se dice.

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Contratar estos servicios no es barato. Tampoco lo es pagar cuentas orgánicas, manejadas por personas a sueldo, por lo general jóvenes, que desde su celular despotrican contra lo que se les indique.

Y aún hay más.

Periodistas, opinólogos, columnistas y reporteros afilan los dientes y estiran la mano para defender una candidata fallida y atacar a quien encabeza las encuestas: Claudia Sheinbaum.

Todo esto representa dinero y mucho, pues los honorarios de  de ellos llevan varios ceros por delante.

La derecha y sus patrocinadores están echando la casa por la ventana en un desgastante control de daños para inflar a Xóchitl Gálvez, quien le debe mucho a quienes antes ostentaban el poder.

En días pasados se supo que la casa donde Gálvez ofrece sus “conferencias de verdad” pertenecía al Grupo Marhnos, inmobiliaria que durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón firmó contratos millonarios para construir hospitales con costos sobre inflados y que no cumplen, a la fecha, con las condiciones necesarias para operar en su totalidad, además de ser beneficiados con la renta del Hospital Regional de Alta Especialidad de Ciudad Victoria, Tamaulipas, “Bicentenario 2010″, cuyo costo es de  alrededor de 5 mil millones de pesos al año.

Aunque la candidata panista negó que exista conflicto de interés y aseguró que el inmueble es rentado con todas las de la ley, los dueños de  Grupo Marhnos han aportado jugosas cantidades al PAN desde la campaña de Vicente Fox,  además de ser cercanos a Xóchitl.

Con esas cifras exorbitantes no nos debe extrañar el despilfarro de recursos en la guerra sucia para taparle el ojo al macho y desviar la atención de lo que es un hecho: a Gálvez la cobija la corrupción.

Lo malo es que no ha servido para nada, pues la panista pierde en la mayoría de las encuestas por más de 20 puntos porcentuales, en el mejor de los casos.

Falta ver qué nos espera en el inicio de la campaña, donde es casi seguro que la guerra sucia arrecie y se tiren a la basura varios miles de millones de pesos  provenientes de políticos y empresarios que intentarán lograr que  Xóchitl gane, cuando en realidad perderá.