La UNAM ya abrió sus puertas a las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República.
Veremos si la abanderada de Morena, Claudia Sheinbaum, decide abrir un espacio en su agenda para regresar a su alma mater, ahora buscando la simpatía de los universitarios.
Evaluemos si es buena idea ir a la Universidad Nacional, teniendo como antecedente las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la máxima casa de estudios.
En más de una ocasión, AMLO ha hecho fuertes críticas a la institución, a la que si bien le reconoce su autonomía, también la señala de ser elitista, e igual le reprocha su progresiva conversión al derechismo y la instalación de una burocracia dorada.
López Obrador ha pedido a esa casa de estudios deshacerse de cotos de poder, del influyentismo y que no coopte a los investigadores y maestros, así como que no se castigue a los que no están de acuerdo con las conductas neoliberales.
La UNAM es reconocida como la mejor institución de educación superior en el país y también por su cultura de izquierda. En ella se han desarrollado movimientos estudiantiles en defensa no solo del sector educativo sino de un mejor proyecto de nación para un bien social. De hecho, su autonomía viene de una huelga de estudiantes de 1929.
Sin embargo, en los últimos años, la máxima casa de estudios ha enfrentado complicadas situaciones por las tensiones que se han derivado de la gestión de la institución, su presupuesto, el plan de ajuste en los salarios de los profesores y hasta denuncias por violencia de género.
A ello se suman las corrientes de pensamiento, que si bien nunca son homogéneas en ninguna universidad, hay quienes creen, como el presidente, que en la UNAM se ha pretendido implantar una orientación hacia las estructuras neoliberales, marginando las posturas políticas de izquierda.
Ese es el panorama que tiene ante sí Claudia Sheinbaum, quien deberá decidir si se presenta o no en una institución que sigue en la lucha por su democratización sin perder con ello su prestigio cultural y rigor académico.
Ella fue activista (participó en el movimiento estudiantil de 1986 a 1987 en contra del “Plan Carpizo”) y sabe que las protestas no se harán esperar ante cualquier evento que se lleve a cabo en la Universidad y que tenga que ver con procesos electorales y posiciones políticas.
Aunque el rector Leonardo Lomelí Vanegas considera que los eventuales encuentros del candidato y las candidatas con la comunidad estudiantil no podrían llevarse a cabo en un acto masivo sino en un foro académico, sí es un gran reto para la morenista presentar en ese espacio su proyecto y concepción que tiene del país en temas importantes como seguridad, impactos ambientales, económicos y de salud.
Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de dialogar con una comunidad ávida de involucrarse en políticas que abonen al desarrollo de la nación y forjar desde ya una colaboración entre las instituciones del Estado con la Universidad sin soslayar su autonomía.
Su campaña ha sido hasta ahora impecable. ¿Correrá la morenista el riesgo de ser increpada en la máxima casa de estudios? ¿Valdrá la pena? Seguramente eso es algo que ella y su equipo evaluarán para no caer en errores que puedan dañar su buena imagen y restarle puntos de cara a las elecciones del 2 de junio.