No Cristina, no es así.

Les platico:

1.-

Llegué a la cita puntual y la alcaldesa de Guadalupe, Nuevo León, me hizo esperar 53 minutos.

Eit, Cristina, esa costumbre hiperlactante es del pleistoceno político tardío; solo los especímenes de ese período la siguen aplicando para darse una importancia que no tienen.

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2.-

¿Alguna vez han visto a alguien que aplica cuarentena a sus ojos? Sí, hacer que su mirada mantenga una INSANA distancia de la de su interlocutor. Bueno, pues ella lo hace, lo cual es incómodo diamadre, porque no se puede entablar conversación con alguien que es incapaz de mirarte a los ojos. Las interpretaciones de semejante descortesía varían, y van de la inseguridad a la de la paranoia. No entraré en esos detalles… por ahora.

3.-

Cuando le toqué el primer tema me dijo que no. Le pedí razones y fue más frágil su “argumento” que un buñuelo roto a sentones. Insistí y a lo mejor se le olvidó que soy periodista, porque puso cara de enfado y me repitió la misma “razón” en la cual sentó su primer buñuelo, perdón, su primer NO.

Volví a la carga, ahora más incisivo -como reportero- y me preguntó: “¿podemos cambiar de tema? o aquí se acabó la cita”. Pude haberme ido pero no le quise dar ese gusto, así que, cambié de tema. Y al segundo asunto de mi agenda también me dijo que NO.

”Pero si prácticamente le estoy proponiendo algo para que resuelva ese problema que usted me acaba de esgrimir como razón de su NO”, le espeté.

Y con un rostro de ojos esquivos me respondió: “déjeme pensarlo”.

”¿Quiere que vea ese asunto con su gente?”, pregunté con mi acostumbrado estilo irreverente, pero buena onda, y me dijo: “no, mejor conmigo”.“

Ukelá”, pensé, “valiendo madre llamando al Santo.”

4.-

Traía otro tema en mis alforjas pero antes de que siquiera lo intentara, apareció uno de sus ujieres con una notita. Ella la leyó concentradamente como si estuviera leyendo “El Aleph”, de Borges, y quiso reanudar el simulacro o conato de conversación que tenía conmigo. Seguramente creyó que no me di cuenta cuando cinco minutos antes, oprimió un control remoto de color blanco que tenía al alcance de su mano.

Ándale, piensa mal y acertarás

Déjenme pensar mal y a lo mejor se cumple el adagio de “acertarás”: como mi presencia no le era nada grata, empleó algunos de los laaaargos minutos que casi dieron a luz a una robusta horita en la “sala de partos”, perdón, de espera, del palacio municipal, para ordenarle a su estorbante, que no ayudante: ¡¡¡INTERRÚMPEME!!!

La señal para salvarla de tan NO grata visita, era la chicharra que suena afuera del despacho, cuando Cristina Díaz apachurra el mentado control remoto.

CAJÓN DE SASTRE

“Eit, alcaldesa, como decía Inés: ‘Por ahí no es’”, refiere la irreverente de mi Gaby.

Plácido Garza en Twitter: @PlacidoGarza