Una ignominia, así podemos calificar el encuentro con senadores del Partido Acción Nacional y Santiago Abascal, líder de la corriente Vox: una expresión ultraderechista de corte racista y modelo conservador cuyo espectro ominoso sigue indignando.
Por ello, ahora, tratan de manipular ese episodio imborrable. Fue una polémica. El hecho estuvo plagado en el reparto de culpas; mediante ese agravio, no puede faltar el desmarque de los liderazgos del PAN. Lo califican como un error, pero, ante la prensa, no expusieron la verdadera razón. Nunca antes había visto un escándalo del Partido Acción Nacional de esa naturaleza.
A pesar de que se sumaron muchos senadores al encuentro con Santiago Abascal, tuvo que ser el coordinador de la difusión de redes sociales del Senado quién pagará las consecuencias. Christian Camacho fue cesado de sus funciones; quizá su puesto tenía que ser sacrificado en un entorno difícil que naufraga en la propia dirigencia Nacional.
Frustrados por ese escándalo, quisieron remediar el asunto que, tal parece, acrecentó en los titulares de la prensa. Todos hablan del hecho; algunos reconocen el error que cometieron, aunque la pregunta es: ¿si el CEN del PAN tenía conocimiento?, ¿se actuó con respaldo del propio Acción Nacional?, ¿fueron ellos los propios operadores?
Es casi un hecho que sí. No hay ningún asunto que no pueda pasar por el Visto Bueno de la dirigencia Nacional. Imagine usted que viene a la Ciudad de México un personaje de esa naturaleza y que el propio Marko Cortés no tenga conocimiento. No. Claro que sabía. Quizá era un encuentro privado, pero predominó el hervor y la efervescencia.
El hecho ocurrió y, tal parece, que esto hunde más al partido más conservador de México. El Partido Acción Nacional se encuentra en una encrucijada; se dieron cuenta de cómo escaló la noticia y, a toda costa, tratan de remediar el asunto.
Lo cierto es que nada pueden hacer: ante los ojos de todos ratificamos lo que, desde hace mucho, era prácticamente innegable. La génesis del Partido Acción Nacional está plagada de una ideología ultraderechista, no eventual, sino bien enraizada en muchas corrientes internas que han afirmado con testimonios esa cohesión, lo cual nunca dejó de ser una especulación, sino una mera realidad que se supo siempre. No consiguen negarlo.
Contra esas evidencias no hay nada que remedie la situación. La reunión con el líder de Vox ha demostrado una vez más la dirección en la que camina el Partido Acción Nacional. Lo que ha dicho para desmentir choca con una realidad innegable; a pesar de que se lamentan, están contra las cuerdas.
Eso mermará más al partido como tal. Preocupa y también ocupa a los dirigentes; saben que, esta situación, difícilmente puede pasar desapercibida. Ha crecido el desdén. Se respira una sensación de crisis interna que, de por sí, era mayúscula en general.
Han perdido territorios que eran considerados bastiones. Ahora, están en un laberinto. Será interesante observar su comportamiento que, de entrada, parece desastroso.
Habrá una crisis interna, eso es un hecho. Los signos anticipan un panorama contracorriente que, eso sí, será quimérico salir del torrente que los arrastró y que han derivado de ese fervor ideológico del que muchos están orgullosos en el Partido Acción Nacional.
No obstante, el costo político de ese amor propio por la doctrina conservadora es, ahora, el punto de inflexión en el Partido Acción Nacional. Están en trance. Un apuro al que no se le ve salida.