Corrió la versión desde los pasillos de Palacio Nacional que, la fuga de información acerca de la salida de Julio Scherer, fue un dato no oficial. Lejos de disipar las dudas, acrecentaron las suspicacias de saber qué fue lo que realmente aconteció. Se maneja extraoficialmente que el consejero de la Presidencia había presentado su renuncia al titular del ejecutivo federal, pero, este, la rechazó.
Supongamos que eso realmente pasó. Obviamente la lectura de los hechos avanzó a una velocidad al tiempo que, muchos aseguramos, que era una decisión que precipitaba un boquete enorme en la operación política que fungía Julio Scherer.
¿Qué significa esto?
A grandes rasgos la pérdida de un operador y hombre de la máxima confianza del presidente en temas que daban equilibrio a la gobernabilidad y, por supuesto, al engranaje o, en términos de estructura parte fundamental de la columna vertebral de la 4T.
Julio Scherer, ha sido calificado como un hombre clave desde hace muchos años que ha transitado con el presidente. Por ello, trascendió que la renuncia fue rechazada por el propio Andrés Manuel López Obrador. A partir de entonces, podemos tener una lectura inmediata luego de que de manera oficial no se concretó el hecho. En primera, una cosa quedó clara: la presencia del consejero jurídico es indispensable en el trabajo paralelo del mandatario federal; es decir, aquellos asuntos que, con eficiencia, debían ser atendidos.
Curiosamente esta versión surgió en la llegada del nuevo secretario de gobierno. Se dice que, eso, trajo un daño colateral o bien, pudo haber presionado la ex titular de gobernación, Olga Sánchez Cordero, su salida.
Sobre esa versión corre el rumor de que, el enlace entre la consejería jurídica a cargo de Julio, y la dependencia de gobierno en Bucareli, se asociaban a una mala relación. Esto pudo ser el detonante que orilló a Julio Scherer, a renunciar.
Esa puede ser una conclusión. Otra, es el poder político que acumuló Adán Augusto, nuevo secretario de gobierno. Hasta ahora, el titular de la dependencia llega con más empoderado al despacho de Bucareli. Esa decisión seguramente no fue sencilla para Julio Scherer que, desde que inició la administración del presidente, tuvo la vocación y la habilidad de fortalecer el desarrollo en varios rubros. Andrés Manuel recurrió a él en distintos temas; fue comisionado para resolver asuntos de carácter nacional.
Quizá su malestar o la inquietud que le generó la llegada del nuevo titular de gobernación, opacaría la labor o bien, lo limitaría en el trato directo de cualquier operación política encomendada desde Palacio Nacional.
Lo cierto es que esto hizo reaccionar al propio presidente que evitó una fricción; si realmente fue verdad que el consejero jurídico de la presidencia renunció, allí se resume la respuesta inmediata de no aceptar la salida. Fue el propio mandatario que prioriza la armonía en Palacio Nacional; dimensionó el costo político que pudo ocasionar la retirada de Julio Scherer y, de inmediato, reculó.
Es mucho el interés que tiene el presidente Obrador en su labor. Su cercanía con el consejero jurídico de la presidencia es parte importante de su llegada a Palacio Nacional. Entonces, el hecho dejó verse como una gestión no solo influyente, sino necesaria. Esa combinación procuró dos cosas sustanciales: evitó una ruptura o desgaste en el despacho; y, otra, hay una lógica por retenerlo que se puede resumir en su desempeño.
Aunque esto quedó en versiones y suspicacias, hay elementos para fundamentar que, la renuncia, realmente pasó. Ese hecho se asocia a la llegada del secretario de Gobierno y, otra, el origen que pudo ejercer la presión de Olga Sánchez Cordero para precipitar su salida en, lo que pudo ser, un manejo negociado. En un primer momento solo hay esa explicación. El motivo de la posible dimisión no pudo ser la labor de Julio Scherer que, en términos políticos, es eficiente para el presidente.
Notas finales
Hasta el cierre de esta columna sigue sin haber una posición oficial del hecho. Entonces, puede que, si trascienda o, de acuerdo a la habilidad del presidente lograría desmentir la situación y acotarla como una versión falsa para intentar sembrar el desequilibrio en Palacio Nacional. Quizá