Después de más de un mes de celebradas las elecciones, cada quien da su versión y su lectura de los hechos. Apenas se terminó y se realizó un balance de la situación, hay satisfacción a medias; aunque para compensar el estupor que atravesó el propio presidente— López Obrador— en Palacio Nacional, se ganó terreno en las entidades, y cada vez es más evidente los ajustes para intensificar la recuperación del principal bastión de la izquierda en el país: la Ciudad de México.
Hubo firmeza en las decisiones— a pesar de que hay quienes aseguramos— que fue un completo descuido y falta de operación política y territorial.
Ante ello, no hubo tolerancia con Gabriel García Hernández, y tuvo que pagar con su salida de los programas de Bienestar la factura de haber perdido muchas alcaldías. Con esto, quedó claro que, el ex titular del esquema de desarrollo social, se convirtió en el perfil sacrificado de la dependencia y a quien señalan por inoperancia en los trabajos con ciertos sectores.
En fin, otro proceso está en puerta para Morena en el que parte como el gran preferido para conquistar la totalidad de entidades que estarán en disputa en un año. De acuerdo con algunos estudios muy prematuros, por cierto, Morena arranca en calidad de favorito; puede llevarse Oaxaca, Tamaulipas, Quintana Roo, Durango e Hidalgo, es decir, 5 de 6 estados. La mayoría de ellos cerca de lo fue la pasada elección: epicentros claves de la derecha.
Hay dos lecturas que pueden seguir siendo comprensibles para atribuir el paso dominante de Morena. A partir de la victoria aplastante del 2018 que le propició López Obrador al sistema de partidos tradicionales, hubo un reacomodo de fuerzas, pero también, sentó un precedente de aquellos que ya no fueron tolerantes con el viejo régimen, es decir, un porcentaje muy amplio estableció las bases de una nueva forma de pensar y actuar de manera consciente. Eso se extendió a gran parte del país y, una nueva realidad social, mostró su capacidad al decidirse por un nuevo paradigma político.
Hubo una plena identificación con el todavía presidente, López Obrador. Eso, a la fecha, es prácticamente toda la estructura que hoy motiva a Morena y los simpatizantes; gran parte de esa población es apartidista, pero se guía por la virtud y el carácter del mandatario. Su fuerte liderazgo y la presencia que impone desde la gestión de su gobierno, continúa siendo muy atractiva para la sociedad; eso ha hecho que crezca el potencial de Morena como partido: la propia imagen del jefe del ejecutivo.
Y, si a eso le sumamos una blandengue oposición, la coyuntura y los pronósticos crecen para que Morena extienda su dominio a más entidades del país. La derecha ya no es una buena opción para la sociedad; es cierto que formaron una estructura para competirle, aunque, a pesar de la convergencia, la expresión del Obradorismo los aplastó. El éxito de la victoria del 2018, el avance sistemático en los estados, y la fuerte presencia en virtud del liderazgo del presidente, continuarán siendo infalibles en 2022.
Aunque los objetivos de Morena no se cumplieron como se esperaban en 2021, sumada a la derrota en la Ciudad de México, hay una clara tendencia a favor que se entiende perfectamente desde el punto de vista de muchos— en el que Morena— seguirá arrasando. Para alcanzar este éxito, se continuará dependiendo en gran medida de la consolidación del presidente; si López Obrador sostiene una aceptación muy favorable, la expectativa se mantendrá. Es una combinación, una mezcla inherente Una limita a la otra, pero también la fortalece. Es una explicación sencilla.
Mucho que desear
Por ello, no se le puede dar el crédito a Mario Delgado y, por supuesto, a la dirigencia Nacional que, evidentemente, dejaron muchísimo que desear. Si la imagen del presidente hubiera estado ausente, téngalo por seguro que el CEN llevará a la ruina a Morena. El partido depende de López Obrador. Y lo digo como mucho fundamento porque, más allá que se decidió muy mal y hubo imposiciones en algunos territorios, se ganó, aunque, en otros, naturalmente se perdió— ya que muchos no toleraron esa acción.
López Obrador es el pivote, el corazón y el motor de Morena.
Esto no significa que muchos no tengan el mérito como piezas claves del movimiento, por supuesto que no. Hay una columna vertebral fuerte en el gabinete, lo mismo en el legislativo, en los ciudadanos y en las bases
Justamente ese punto da solidez al partido, empero, no logra garantizar nada después del 2024 donde tengo la seguridad que gana Morena ya que así como mostraron crecimiento potencial, puede venir la decadencia por el desgaste de las decisiones.
Eso puede abrir un boquete una vez que el presidente esté retirado de la política tal y como lo aseguró después de su gestión. ¿Qué pasará? Si no rectifican las decisiones unilaterales que se tomaron, hay muchas posibilidades de generar un fuerte desinterés— similar a lo que pasó con el PRD, en el que lejos de promover la participación colectiva, hubo signos de debilidad democrática. Morena no puede darse el lujo de llegar a ese escenario, sino todo lo contrario: apertura más la pluralidad y los mecanismos democráticos en el ejercicio y la toma de decisiones y, eso, refrendará la lucha del Obradorismo.
A Morena le alcanza para dominar las entidades y, muy probablemente, triunfe en la sucesión presidencial del 2024, estoy casi seguro.
Notas finales
<i>De todas partes del país acudieron al Foro Juvenil de Formación Legislativa, que se llevó a cabo en la Ciudad de México con un anfitrión de la talla de Ricardo Monreal. Fue un total éxito. Tuve la oportunidad de intercambiar una impresión con Paloma Solórzano Arias, una de las asistentes al evento, y un liderazgo de la juventud en Michoacán. Me comentó que, además de ser muy ilustrativa y sustanciosa, se fue con una sensación muy positiva de la responsabilidad que enfrentan a futuro; son los nuevos cuadros y las generaciones que vienen empujando fuerte, en tanto, las conclusiones a las que pude dar lectura, son precisamente al contexto que se avecina que van orientadas a la toma de decisiones, la participación activa, la organización, la profesionalización y, por supuesto, a fortalecer los mecanismos e instrumentos de la democracia para encontrar elementos que beneficien al país. Enhorabuena.</i>