Para entender los temas más importantes de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, es indispensable entrar al sitio de internet “Russia Matters”. Es un proyecto lanzado en 2016 por el Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de Harvard. Ahí podemos encontrar análisis de primer nivel, datos relevantes y resúmenes de noticias.

Ayer leí ahí las opiniones de cinco de los principales expertos estadounidenses en Rusia sobre la reunión de hoy entre los presidentes Joe Biden de Estados Unidos y Vladimir Putin de Rusia en Ginebra.

Veamos algunas de las ideas de cada uno de ellos:

1. Thomas Graham, asesor principal de Kissinger Associates y miembro distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores.

El presidente Joe Biden ha establecido el objetivo correcto para las relaciones con Rusia: reducir las tensiones, hacerlas más estables y predecibles. Con el continuo deterioro de las relaciones se corría el riesgo de desencadenar un conflicto directo, que no beneficia a ninguno de los dos países.

Las dos superpotencias nucleares comparten la responsabilidad principal de mantener la estabilidad estratégica. Las conversaciones deben integrarse en un diálogo más amplio entre Estados Unidos y Rusia, como lo fueron durante la Guerra Fría.

Relaciones diplomáticas normales ayudarían a crear las condiciones para que el presidente Joe Biden pueda concentrarse en sus principales prioridades, incluidas la recuperación económica, la renovación democrática y el avance tecnológico, así como el cambio climático.

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Además, permitirían a Estados Unidos centrarse en el desafío estratégico de China y podría atenuar la actual alineación estratégica chino-rusa. Abrirían la posibilidad de una cooperación global más activa, incluso con Rusia y China, para hacer frente a desafíos transnacionales urgentes.

La cumbre debería centrarse principalmente en dos asuntos:

1) cada lado debe ofrecer una clara articulación de sus intereses, líneas rojas y expectativas para las relaciones.

2) las dos partes deberían llegar a un acuerdo sobre un marco para un compromiso diplomático sostenido. Ginebra no es el lugar para lograr avances significativos en ninguna cuestión. Eso vendrá sólo a medida que se desarrolle el diálogo. Deben crear estructuras para gestionar responsablemente lo que sigue siendo una relación de confrontación.

2. Nikolas Gvosdev, profesor de estudios de seguridad nacional de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos e Investigador principal para Eurasia del Instituto de Investigación de Política Exterior.

Primero, evitemos términos como “normalización”. La naturaleza competitiva y contradictoria de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia ya no es una aberración, sino la norma. Lo que necesitamos ahora es una forma de regular esas interacciones, un marco para discusiones y encuentros. La táctica de cortar el contacto para protestar y castigar las acciones rusas ha sido contraproducente. Rusia sigue siendo una de las pocas potencias que puede cruzar los intereses de Estados Unidos en una amplia agenda geográfica y funcional. En la media luna que va desde el Ártico al Mediterráneo hasta los océanos Índico y Pacífico, Rusia es un jugador; y posee un formidable arsenal nuclear y cibernético.

Rusia puede ser un factor positivo o negativo en dos temas cruciales para Estados Unidos: China y el clima. Trabajar no hacia la “asociación” sino hacia algún tipo de modus vivendi es esencial. Lo que es más importante es que ambos líderes acuerden una estructura para llevar a cabo las conversaciones de estabilidad estratégica y designen a individuos que tengan la autoridad para negociar.

Casi todos los problemas en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se han reducido a una lógica de suma cero. Los compromisos son posibles, pero necesitan tiempo y un espacio tranquilo para negociarse.

En este momento, no es posible un “restablecimiento” de las relaciones. Deberán encontrar una manera de evitar que la competencia se convierta en conflicto. Tampoco deberíamos esperar que las tres décadas de relaciones personales relativamente frías entre Joe Biden y Putin se transformen en una amistad repentina.

3. Paul Kolbe, Director, Proyecto de Inteligencia, Centro Belfer de Ciencia y Asuntos Internacionales de Harvard.

Las relaciones normalizadas no deben confundirse con las buenas relaciones, cuya consecución llevará tiempo y cambios significativos en las acciones. Rusia y Estados Unidos ahora se ven a través de una lente amarga y hostil.

El hecho de que se esté celebrando la cumbre sugiere que tanto Estados Unidos como Rusia se dan cuenta de que la extrema falta de contacto directo entre los dos en los últimos años ha contribuido a este estado de relaciones peligrosamente bajo. La reunión ofrece la oportunidad de comunicar prioridades, defender acciones y, posiblemente, identificar áreas de interés mutuo, si no de acuerdo. Lo más importante es que Estados Unidos y Rusia regresen a un proceso que les permita resolver problemas que podrían conducir a un conflicto no deseado y una escalada peligrosa.

Es bueno que hay un acuerdo para reunirse y hablar a pesar del desacuerdo. El interés estratégico a largo plazo de Estados Unidos (y Rusia) es acercar a Rusia más a Occidente y alejarlo de China. Tambén se puede incluir el compromiso de aprovechar la extensión del nuevo acuerdo START, contrarrestar el delito cibernético internacional, no utilizarlo para interferir con los sistemas de mando y control nucleares y rechazar la interferencia en los procesos electorales de los demás (sin admitir interferencias pasadas). El cambio climático podría ofrecer otra área de exploración.

Como los principales productores de petróleo y gas del mundo, Rusia y Estados Unidos enfrentan el desafío de cómo apoyar los esfuerzos para combatir el cambio climático sin socavar sus propias economías y competitividad. Rusia, en particular, enfrenta un futuro difícil en un mundo descarbonizado.

Ya sea que el presidente Joe Biden busque relaciones normalizadas o no, su primera prioridad es ganarse la atención y el respeto de Putin con una postura creíble y sostenible. Esto se logra mejor mediante una demostración constante y sostenida de fuerza y voluntad. Los elementos de esto incluyen la revitalización de la OTAN, el apoyo a la soberanía territorial de Ucrania y la capacidad creíble de detectar y contrarrestar los esfuerzos rusos para separar a los aliados en el extranjero y los ciudadanos en casa.

4. Olga Oliker, Directora de programas, Europa y Asia Central, International Crisis Group.

Se está buscando una relación en la que Washington y Moscú puedan hablar con franqueza sobre sus muchos desacuerdos (y sus pocos acuerdos) para asegurarse de que puedan entender genuinamente las líneas rojas y las intenciones del otro, una relación en la que su comunicación toma la forma de diálogo directo en lugar de pronunciamientos públicos. Eso puede aumentar la estabilidad. Aunque no resuelva muchos desacuerdos, podría evitar malentendidos.

Tanto Moscú como Washington se han esforzado por mantener bajas las expectativas para la cumbre. Ambas capitales también se han involucrado en algo de retórica previa para mostrar fuerza e indicar que no se dirigen a Ginebra con la intención de comprometerse. Por tanto, creo que desde un punto de vista público, lo mejor que podemos esperar son compromisos de cooperación en materia de cambio climático, distribución de vacunas, estabilidad estratégica y control de armamentos (quizás incluida la ciberseguridad). Esto último probablemente significará consultas continuas, pero quizás con la intención de trabajar hacia un tratado.

Al mismo tiempo, creo que la cumbre presenta una oportunidad crucial para entablar el diálogo, pero sin la fanfarria y los pronunciamientos públicos. Ambos presidentes pueden dejar claras sus líneas rojas y las repercusiones por cruzarlas. En ese contexto, pueden y deben hablar sobre todos los temas que los dividen, incluidos Ucrania, Siria, Bielorrusia e incluso la propia Rusia.

Nadie espera mucho, así que cualquier cosa es una victoria. Pero una retórica muy dura de ambos en la cumbre, particularmente si no se combina con entendimientos silenciosos entre bastidores, probablemente aumentaría las tensiones.

5. Angela Stent, Directora del Centro de Estudios Euroasiáticos, Rusos y de Europa del Este, Profesora de Gobierno y Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown.

El primer objetivo de la administración Joe Biden es eliminar a Rusia como un problema interno tóxico y centrarse en gestionarlo como un problema de política exterior. Eso permitirá a la administración aplicar una política más eficaz.

En segundo lugar, debemos restablecer los lazos diplomáticos plenos entre los dos países para que esta relación funcione y para que ambas partes comprendan lo que está sucediendo en el país del otro.

En tercer lugar, necesitamos restaurar los canales de comunicación intergubernamentales que se atrofiaron bajo Trump. Como las dos superpotencias nucleares del mundo y en una época de intensas tensiones mundiales, es imperativo que ambos países intenten gestionar su enfrentamiento de manera más eficaz y reducir las posibilidades de un choque inesperado.

La administración dice que le gustaría llegar a un acuerdo suficiente con Rusia sobre principios clave de que Estados Unidos podrá centrarse en otras prioridades, a saber, China, sin tener que lidiar con los incendios que, con frecuencia, emanan de Rusia. El primer paso es restablecer los lazos diplomáticos plenos para que nuestros dos embajadores puedan regresar y se puedan restablecer los contactos.

La administración Biden busca una relación “estable y predecible” con Rusia. Pero, ¿es eso lo que quiere Rusia? El Kremlin se ha beneficiado de la imprevisibilidad de su política exterior. Para Putin, esta cumbre representará una reafirmación de la posición de Rusia como una gran potencia que no puede ser aislada por Occidente, y una señal para China de que Rusia tiene sus propias opciones de política exterior soberana.

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