La propuesta de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, de conformar un nuevo proyecto de integración latinoamericana y una hoja de ruta para reemplazar a la Organización de Estados Americanos (OEA), generó reacciones en todo el continente. La propuesta de AMLO busca fortalecer políticamente a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a fin de contrarrestar la influencia de Estados Unidos sobre América Latina.

Curiosa explicación la del presidente mexicano: “La propuesta es, ni más ni menos, construir algo parecido a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, nuestra realidad y nuestras identidades. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no un lacayo de nadie, sino un mediador a solicitud y aceptación de las partes en conflicto, en materia de derechos humanos y democracia “.

AMLO considera que el nuevo organismo de integración debe incluir a Estados Unidos y Canadá, algo que, desde su óptica, sería conveniente para Washington dado el crecimiento económico de China en la región. La idea es reemplazar a la OEA por otro organismo verdaderamente autónomo, que exprese los equilibrios regionales, respete la autodeterminación de los pueblos y no permita la hegemonía de un solo Estado.

La CELAC es un organismo creado en 2011, impulsado principalmente por el fallecido líder venezolano Hugo Chávez, que agrupa a 33 países de América Latina y el Caribe, sin incluir Estados Unidos y Canadá.

En febrero de 2010, se llevó a cabo la Cumbre de Unidad en la Riviera Maya y, finalmente, en diciembre de 2011, en Caracas, Venezuela, se llevó a cabo la cumbre fundacional de la CELAC. En 2020, la administración del presidente brasileño Jair Bolsonaro decidió retirarse temporalmente.

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Hay quien creen que la amenaza que representa para Estados Unidos el crecimiento económico de China, además del liderazgo de México, son factores clave para impulsar una nueva integración continental. La ola de gobiernos progresistas en América Latina, dicen los expertos, permite ahora otro tipo de integración fuera de Estados Unidos de forma más autónoma. Argumentan que la OEA nunca fue un proyecto de integración, sino un instrumento para contener el comunismo en el contexto de la Guerra Fría. Por ello, consideran positiva la idea de AMLO.

Son 15 los mandatarios latinoamericanos que habían confirmado, hasta ayer, su participación a la sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Se trata de Juan Antonio Briceño, primer ministro de Belice; Luis Arce, presidente de Bolivia; Carlos Alvarado, presidente de Costa Rica; Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba; Roosevelt Skerrit, primer ministro de Dominica; Guillermo Lasso, presidente de Ecuador; Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala; Mohamed Irfaan Alí, presidente de Guyana; Juan Orlando Hernández Alvarado, presidente de Honduras; Mario Abdo Benítez, presidente de Paraguay; Pedro Castillo, presidente de Perú -que participará de manera verbal, según información de la SRE-; Philipe Joseph Pierre, primer ministro de Santa Lucía; Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas; Chan Santokhi, presidente de Surinam; y Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay.

En la cumbre participarán también, representados por sus vicepresidentes u otros funcionarios, Argentina, El Salvador, Venezuela, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Barbados, Chile, Colombia, Granada, Haití, Jamaica, Panamá, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves y Trinidad y Tobago. Los países miembros que no han confirmado su participación son Brasil y Bahamas.

Todo este debate sobre la necesidad de reemplazar a la OEA me recordó la famosa carta de Warren Buffett, de 1989, a los accionistas de Berkshire Hathaway . Ahí incluyó un concepto que se le puede aplicar a los participantes en la reunión de hoy de la CELAC. Se trata del “imperativo institucional”. Con este concepto, Buffett explicaba por qué las organizaciones dirigidas por líderes generalmente inteligentes a menudo toman decisiones equivocadas.

Aunque el concepto “imperativo institucional” suena como algo bueno, Buffett lo caracterizó como una respuesta de las ovejas al poder y el status quo, lo cual puede descarrilar el pensamiento crítico.

Es de una abrumadora importancia esa fuerza invisible del “imperativo institucional”. Todos esperaríamos que el presidente de México y los jefes de estado y de gobierno de los países de América Latina y el Caribe tomen decisiones racionales. Pero la racionalidad se debilita cuando el “imperativo institucional” aparece.

La primera ley de Newton, la de la inercia, entrará en juego hoy. Los 16 jefes de estado y de gobierno de la CELAC, que sí decidieron participar en la cumbre, resistirán cualquier cambio en su actual dirección de pensamiento. El proyecto de sustituir a la OEA adquirirá el apoyo de la mayoría. No importa qué tan mala sea la propuesta, los cancilleres y diplomáticos afines a los jefes de estado y de gobierno respaldaron la propuesta con argumentos preparados de antemano. Se imitarán unos a otros sin pensarlo claramente.

Hay una dinámica institucional en las cumbres de líderes latinoamericanos. No es que sea vanalidad ni estupidez. Es un “imperativo institucional” que los llevará a tomar decisiones equivocadas.

“En la escuela de negocios”, escribió Warren Buffett en su carta de 1989, “no me dieron indicios de la existencia del imperativo y no lo entendí intuitivamente cuando entré al mundo de los negocios. Entonces pensé que los gerentes decentes, inteligentes y experimentados tomarían automáticamente decisiones comerciales racionales. Pero aprendí con el tiempo que no es así. En cambio, la racionalidad se debilita con frecuencia cuando entra en juego el imperativo institucional”.

Con esto vamos a poder entender los acuerdos, aunque nos parezcan desconcertantes. Puede ser una de las peores decisiones diplomáticas en la historia del continente americano. Pero al fragor de la retórica y del momento, una vez que los líderes se convenzan de que su propuesta tiene sentido, el “imperativo institucional” entra en acción para generar un impulso imparable y hacer que la declaración se concrete.

Parafraseando lo que escribe Adam Bryant en su artículo “Are you stuck in a “logic box”?” en el sitio de strategy-business.com, tanto en los negocios como en la vida de las naciones los líderes deben preguntarse siempre a sí mismos, al contemplar una gran decisión: “¿Estoy atrapado en una caja lógica?”

Hay muchos artículos y libros sobre los sesgos heurísticos y cognitivos que hacen tropezar a las personas. Pero siempre resulta útil la metáfora de Bryant, que es fácil de visualizar y recordar, para simplificar una idea compleja: la “caja lógica”. El autor nos lo explica claramente: la caja lógica es el lugar en que se encuentra el líder cuando cree que está tomando decisiones analíticamente sólidas entre varias opciones, pero no ha entendido que el concepto general está equivocado o es defectuoso. Puede haber muchas razones defendibles por las que una opción posible es claramente mejor que las demás. Pero el área en la que el líder ha elegido operar está en la casilla incorrecta.

Precisamente, una de las lecciones que aprenderemos hoy en la CELAC es que es posible que los diplomáticos hagan un buen trabajo al ejecutar una mala idea.

El objetivo de la “caja lógica” es ayudar a desarrollar la autoconciencia, una habilidad esencial de liderazgo que se está volviendo más importante a medida que negociamos nuestro mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo. Los líderes y sus subordinados siempre deben examinar las premisas básicas de una decisión clave e interrogar su validez superficial, nos dice Bryant.

Lo importante, tanto en los negocios como en el ámbito personal, y mucho más en la vida de las naciones, es preguntarse siempre, al contemplar una gran decisión: ¿Estoy atrapado en una caja lógica? Este recordatorio puede ayudar a los líderes de la cumbre de la CELAC a estar seguros de que no están simplemente tomando decisiones inteligentes entre opciones equivocadas.

Javier Treviño I Twitter: @javier_trevino