La respuesta es sí. La “política industrial” ha vuelto al escenario mundial. Y México necesita una. Me llamó la atención una noticia que leí hace algunas semanas. El Senado de los Estados Unidos votó a favor de subsidios directos a la industria, por 52 mil millones de dólares, para nuevas plantas de fabricación de semiconductores, llamadas “fab”. Los semiconductores son hoy el “cerebro de la industria”. Son tan esenciales como la energía y los alimentos.
Luego seguí explorando este tema y leí que en otras regiones del mundo también hay acciones parecidas: la Unión Europea se ha comprometido a casi duplicar su participación en la capacidad mundial de fabricación de semiconductores, hasta el 20%. Corea del Sur aprobó hasta 65 mil millones de dólares en apoyo para semiconductores. Japón prometió igualar lo que estén haciendo otros países porque quiere convertirse en el centro de centro de datos asiático.
Durante mucho tiempo se consideró que la estrategia de financiar sectores económicos para fomentar el crecimiento era ineficaz. China nunca hizo caso a esta visión. Es uno de los países que tradicionalmente sí apoyó a los sectores industriales con subsidios y preferencias gubernamentales.
La idea atractiva en el debate económico actual es que los gobiernos deben dirigir recursos a las industrias críticas para el interés nacional en lugar de dejar sólo las cosas al mercado. Las interrupciones de las cadenas de suministro, a causa de la pandemia y el nuevo papel de China, han estimulado todavía más estas políticas. Occidente no va a dejar que China domine industrias vitales.
¿Cómo se puede competir contra esto?
Anticipando las tendencias tecnológicas. ¿Recuerda usted cuando los ministerios de industria en Europa y Japón influían en las decisiones importantes de la industria? Pues ahora pasará lo mismo. En Estados Unidos, el gobierno sabe que para fabricar vehículos eléctricos, la batería y el software representan más de la mitad del valor del automóvil. Sí se requiere investigación, desarrollo, diseño e innovación. Pero también tienen que fabricar la parte más importante del vehículo.
Hay jugadores políticos clave, en el Congreso y en la Administración de Estados Unidos, que quieren regresar la producción a su país para asegurar el suministro y crear nuevos empleos. Ya no quieren subcontratar nada de los chinos. ¿Cómo está impulsando el gobierno de Joe Biden la producción nacional? Con estrategia. Hay cuatro sectores considerados vitales para la cadena de suministro: semiconductores, baterías, minerales especializados e ingredientes farmacéuticos.
Mientras que en Estados Unidos hay todo tipo de presiones políticas para que se instalen fábricas en su territorio, en México hay todo tipo de presiones políticas para obstaculizar la inversión privada.
La necesidad de reactivar la economía también requiere la intervención del gobierno. Para mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos se requiere la participación de todos. No hay respuestas fáciles. La industria de México necesita recuperar su plena competitividad internacional. Se requiere una política industrial para estimular el flujo de capital donde se necesita y para crear empleos bien remunerados.
¿Qué es “política industrial”?
Es una decisión gubernamental, destinada a desarrollar un sector, o industria en particular, que se ha considerado estratégico o de interés nacional. Este objetivo se logra a través de una intervención estratégica, bien pensada, dirigida, que generalmente se traduce en beneficios fiscales, inversión directa, financiamiento en condiciones preferentes con productos y servicios financieros diseñados con base en requerimientos específicos de cada empresa, plazo, tasa, moneda y garantías.
Aunque son buenos e importantes, los programas sociales de la 4T no son suficientes. Necesitamos estimular la inversión. Y se puede tratar de avanzar a través de la política industrial y la inversión en bienes públicos como aire limpio y condiciones de trabajo seguras.
La política industrial se enfoca en el patrón de inversión más productivo. Favorece a los segmentos comerciales que prometen ser fuertes competidores internacionales. Ayuda a desarrollar la infraestructura industrial, carreteras, puertos, alcantarillado y la mano de obra calificada. Equilibra el crecimiento regional. Capacita a los trabajadores.
Los estrategas de la 4T podrían hacerse la siguiente pregunta: dados los recursos limitados y un entorno internacional incierto por la pandemia y la confrontación entre Estados Unidos y China, ¿qué estrategia de inversión es probable que fomente la posición más competitiva para México? No requerimos en este momento un debate ideológico. Debemos ser más pragmáticos. Hay una realidad muy dura allá afuera y la competencia internacional es diferente.
El gobierno debe preocuparse por el patrón de inversión. El gobierno ya afecta el desarrollo industrial a través de sus decisiones, los programas de construcción de infraestructura pública, la gestión de la política energética, las compras gubernamentales, el financiamiento de la educación superior, la investigación y desarrollo.
Veamos la realidad: el gobierno debe proporcionar incentivos para la reestructuración de la industria. Si la industria mexicana decae, entonces sí se generaría un costo social enorme. A medida que las industrias comienzan a perder su ventaja competitiva en los mercados mundiales, miles de trabajadores pueden perder sus empleos. Para obtener otros trabajos, tendrían que trasladarse a otro lugar o aprender nuevas habilidades.
El gobierno debe invertir también en “bienes públicos”
La fortaleza de la economía mexicana requiere inversiones en infraestructura de puertos, puentes, carreteras, aeropuertos, ferrocarriles, que están disponibles para todas las empresas. La inversión en la gente también se convierte en un “bien público”, porque se refiere al mejoramiento de la calidad de la fuerza laboral.
El éxito económico de México se basará, en gran medida, en las habilidades, la educación y la salud de sus trabajadores. El gasto público en estas prioridades es, en realidad, una buena inversión en la productividad futura de la nación.
El gobierno de México debe responder ante las estrategias competitivas de otras naciones industriales avanzadas. México debe trabajar sistemáticamente para mejorar la competitividad internacional de su industria.
La ideología no tiene lugar aquí. Una buena política industrial es una necesidad práctica. La fortaleza de la economía mexicana dependerá de las políticas públicas que complementen las estrategias de las empresas individuales. Lo que se requiere es un proceso robusto para hacer que la economía sea más adaptable y dinámica.
Debemos decir no al proteccionismo
Pero, al mismo tiempo, dedicar un esfuerzo especial a la promoción de las industrias en crecimiento. En otras partes del mundo estamos viendo que, a través de subsidios, créditos y ventajas fiscales especiales, los gobiernos promueven vigorosamente las industrias que presentan la mayor promesa de competitividad internacional.
Esta no es una tarea fácil. Es un desafío que exige la construcción de consensos y un gran acuerdo nacional. La política industrial debe convertirse en parte de la agenda pública. Requiere colaboración y coordinación entre los programas gubernamentales. También exige un análisis cuidadoso de las tendencias del mercado mundial, un proceso de toma de decisiones ordenada, con anticipación a los eventos.
México es un país muy competitivo, sí. Es proveedor de la industria aeroespacial estadounidense; productor y exportador global de vehículos ligeros; líder exportador de pantallas planas, de autopartes, de teléfonos celulares, de dispositivos médicos, de refrigeradores de dos puertas con congelador.
Pero la mala noticia es que el porcentaje de contenido nacional en nuestras exportaciones ha mostrado tendencias decrecientes en los últimos años. El contenido nacional en las exportaciones manufactureras mexicanas apenas llega al 30%.
Articular una política industrial que permita incrementar el contenido nacional de las exportaciones, apoyar a los proveedores de las empresas exportadoras para su inserción a las cadenas globales de exportación, y ofrecer productos con precios competitivos a nivel mundial, de alta calidad y de manera eficiente, son los retos que tiene México hoy.
Twitter: @javier_trevino