Hoy se juega el Super Bowl LVIII que se prevé sea visto por alrededor de 200 millones de personas alrededor del mundo.
Para los estadounidenses es el evento deportivo del año, y en esta ocasión ha sido calificado por el Departamento de Seguridad Nacional como “Nivel 1 de Eventos Especiales de Seguridad”, para garantizar que los 65 mil asistentes al estadio en Las Vegas, y los millones de personas que se reúnen para ver el juego, estén seguros.
Además, este año el Super Bowl está salpicado del fervor político de las elecciones presidenciales en EU.
Para empezar, se esperaba que Joe Biden pudiera aprovechar una entrevista de la cadena CBS para mostrar a un presidente activo y vigoroso frente a la incertidumbre que lo rodea sobre si está en pleno uso de sus facultades mentales. Al final, la Casa Blanca la rechazó: “Esperamos que los espectadores disfruten viendo lo que sintonizaron: el juego”.
Y es que en estos últimos días los temores sobre la salud neurológica de Biden han crecido de tal manera que no solo hay dudas sobre si podrá reelegirse, sino si podrá seguir gobernando con eficacia hasta el final de su mandato.
Biden tiene 81 años y es la persona de mayor edad en ocupar la presidencia de EU.
Este jueves, el fiscal especial Robert Hur difundió las conclusiones del “Reporte especial sobre el manejo de material clasificado” de documentos que fueron hallados en el garage de la casa de Biden en Delaware el año pasado, y fueron devastadoras.
Según Hur, a Biden no se le imputaron cargos penales por el mal manejo de documentos oficiales (a Trump sí lo consignaron por esconderlos en Mar-a-Lago), principalmente porque “sería difícil convencer a un jurado de que deberían condenarlo por un delito grave, porque tendrían que probar su intencionalidad”. “Biden es un anciano con buenas intenciones, pero tiene fallas significativas de memoria”.
Así, Hur aplicó el criterio de que Biden, como acusado, no podría ser consignado por estar “incapacitado” (por falta de agudeza mental) para ser juzgado.
Tras estas declaraciones, las alarmas sonaron. Los demócratas y la Casa Blanca fueron sorprendidos por el fiscal general, Merrick Garland, que permitió que este reporte circulara como dinamita a nivel global.
Y es que las aseveraciones fulminantes del reporte pusieron a temblar a más de uno. Tan es así que, como manejo de crisis, decidieron exponer a Biden a una inusual conferencia de prensa nocturna, ese mismo jueves, donde el presidente, visiblemente molesto, entre otras cosas, dijo: “Soy mayor y sé qué diablos estoy haciendo”.
Cuando parecía que había sido convincente empezó a contestar (fuera de teleprómpter) preguntas de los reporteros que lo pusieron en aprietos, dando respuestas agresivas y erráticas, como referirse al líder egipcio Abdelfatah al-Sisi como “el presidente de México”, avivando así las dudas que buscaba despejar.
Lo peor para ese país es que la situación del contendiente republicano, Donald Trump, no es mejor.
Aunque Trump arrasó en el “caucus” de Nevada el mismo jueves, por la mañana, en una audiencia de la Corte Suprema se discutió si la Corte de Colorado puede eliminarlo de las boletas electorales por convocar a una insurrección en el 2020, y al parecer saldrá avante, pero aún está sujeto a varios juicios civiles y penales.
Este dantesco escenario electoral no acaba ahí. El multicitado jueves, Tucker Carlson (ex conductor de Fox News), y Elon Musk, considerados enemigos del establishment político, de Biden, y de los medios tradicionales, transmitieron en un portal de internet y en X, la entrevista que el presidente Vladimir Putin concedió a Carlson, en la que, entre otras cosas, dijo que Trump ganará las elecciones en EU. ¿Una entrevista convenida con fines de propaganda rusa y electorales?
No es para menos que el 75% del electorado en EU no esté contento con la opción de elegir entre Biden y Trump.
Se ha llegado a tal nivel que hasta se dice, como teoría de la conspiración, que el Super Bowl estuvo amañado para que llegaran los jefes de Kansas City y al final, Taylor Swift apoyara a Biden, para levantar su campaña.
Así las cosas, no queda más que preguntarse: ¿cómo es posible que la elección presidencial del país más poderoso del mundo se contienda entre dos hombres desprestigiados, cuestionados por temas judiciales y de capacidad?
Aún hay tiempo para hacer cambios. Por lo pronto, después del “jueves negro” de Biden, se empiezan a barajear ciertos nombres como el de Gavin Newsom, gobernador de California, o Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan, y hasta el de Michelle Obama.
¿Será que el rematch Biden-Trump llegue a la final? ¡Hagan sus apuestas!