“No me amenaces, no me amenaces.

Cuando estés decidida a buscar otra vida

pues agarra tu rumbo y vete.

Pero no me amenaces, no me amenaces.

Ya estás grandecita, ya entiendes la vida, ya sabes lo que haces.

Porque estás que te vas, y te vas y te vas, y te vas y te vas y te vas y no te has ido...”

José Alfredo Jiménez

La Gira del adiós

No amigos, créanme, Andrés Manuel López Obrador no se va a retirar, no se va a ir a ningún lado, ni a la Chingada, su rancho. Ni allá va a ir a parar.

Ayer en su conferencia de siempre dijo, muy seguro él de que no se irá, que por decisión propia continuará Zoé Robledo en el IMSS, además de Alejandro Svarch (Cofepris) y Ruy López Ridaura (subsecretario de Salud).

López Obrador metiendo mano en el sexenio de Claudia Sheinbaum.

Y estos nombramientos no dan más que pensar que el tema de la salud para López Obrador tiene qué ver con un gran negocio donde se juegan y se distribuyen millones de pesos entre ellos.

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Por eso “sin querer queriendo” o como en psicología le llamamos “acting out” al líder de la nación se le salió hacer nombramientos que solo Claudia Sheinbaum tendría el derecho de hacer.

Es evidente y ya a nadie se le puede engañar que AMLO en el escenario de la política moviendo los hilos de Claudia Sheinbaum, pero más allá de eso, él querrá seguir estando bajo los reflectores, las luces, las cámaras, los periodistas besándole la mano y todo eso que el adora hacer. Simplemente si deja de vivir eso, se va realmente a deprimir.

Porque ya sabemos que a López Obrador nunca terminó de ser feliz ni después de haber estado viviendo en un Palacio Nacional.

Lo que él ama es que lo amen. Y le encanta sentir que tiene el control de todo. Entonces verá la manera de ser visible todavía.

No dudo ni un segundo que va a aparecer en las mañaneras de Claudia Sheinbaum que por cierto, en la encuesta de SDPnoticias Claudia Metrics arroja que la gente la quiere ver diario.

Entonces ahí Claudia Sheinbaum le va a conceder un espacio para hablar de historia por ejemplo y ya sabemos que cuando el presidente habla de historia aprovecha para hablar de él, de sus logros y triunfos y de lo malos que son los de la oposición.

Así que López Obrador pues no se irá. Y si me equivoco, por favor me lo hacen ver y ofreceré una disculpa por mi desatino.

Debe de ser muy difícil para López Obrador la jubilación. De hecho la jubilación en las personas de la tercera edad, conlleva un gran dolor y un duelo profundo ante la pérdida de lo que se venía haciendo durante años.

Si la persona que se jubila no cuenta con un proyecto de vida, caen en una profunda depresión.

Recuerdo con mucha tristeza cuando mi padre se jubiló. El no quería retirarse pero le dieron “las gracias” justo el día que cumplió 50 años trabajando. Así que él creyó que toda la gente que lo adulaba y que le hacía la barba por ser él el director de la mejor empresa mundial de frenos para coches, seguiría buscándolo. Entonces decidió llevarse toda su oficina a su casa y ahí la instaló.

Construyó un cuarto donde puso su  enorme y fino escritorio de madera, con su silla de oficina y sus otras dos sillas para que la gente que lo visitaba se sentara en ellas. Trasladó cuadros, y libros, una réplica de la que era su oficina pues, dentro de nuestra casa... Pero nadie le llamaba, nadie lo visitaba.

El ahí solo sentado en su elegante silla de oficina, esperando que sonara el teléfono, tal vez un fax, tal vez un correo. Y nada. Ya no llegaron tampoco las tarjetas navideñas, esas que amaba colocar en la ventana  que daba a la calle para que todo mundo viera lo mucho que la gente lo quería. No llegarían nunca más ni una sola tarjeta navideña.

Por eso entiendo el sentir del presidente, no se querrá ir pero él sí tiene la forma de quedarse. Claudia Sheinbaum nunca lo dejará de ver como el gran líder no de la nación sino del mundo, nunca lo dejará de ver con respeto y devoción, como si fuera su jefe así que jamás lo abandonará.

Y se le olvida a Clau que ella será la jefa de él en dado caso. Pero esos roles no los asumirán ni ella ni Andrés López Obrador.

Es decir que jamás Andrés va a recibir una orden de Claudia y jamás ella va a negarle una orden a a Andrés.

Así que seguiremos viendo a el líder de la nación todavía y durante muchos años más.

Aunque ya se le ve un poco cansado y desgastado jamás dejará de querer seguir siendo visto y escuchado.

Así era mi padre, con su demencia, se ponía su chamarra aquella de piel y sus pantalones de vestir y se salía a la calle porque decía que tenía muchas cosas que hacer.

Era muy doloroso y estresante para mí tener que detenerlo y convencerlo de regresar a casa.

Andrés Manuel López Obrador es como ese padre que tuve: necio a morir y negándose la posibilidad de realmente retirarse para descansar y escribir su libro y leer cosas de historia. Eso no lo va a hacer.

Ya se ve como desde ahora Andrés Manuel lleva paseando como un padre a una niña por toda la República. Este fin de semana vendrán ambos a Querétaro.

Un estado que nomás no se deja eclipsar por Morena. Será una visita muy controlada y con mucha movilización de los siervos de la nación, esos que todavía no explotan ante el abuso que cometieron sobre ellos. Y el acarreo, ya se sabe.

En octubre López Obrador tendrá que soltarle la mano a Claudia Sheinbaum porque de lo contrario entonces sí, la gente morenista empezará a dudar de la versión que insisten darles acerca de que no habrá injerencia del presidente sobre las cosas que haga y decida hacer Claudia Sheinbaum como futura presidenta.

Ojalá López Obrador encuentre verdaderamente algo que lo haga feliz. Y Claudia queriéndole tanto seguro le dará algún espacio para que cámaras y reflectores lo sigan iluminando.

Así que pues como dice la canción de José Alfredo, yo creo que el presidente está que se va pero no se ha ido.

Veremos en poco si realmente se fue.

Es cuanto.