Si bien es cierto que lejos están las viejas glorias del partido hegemónico, el PRI sigue estando (y con números reales) en la contienda, gobernando y con participación protagónica en las cámaras legislativas, en lo que representa una lenta pero existente recuperación electoral.
Pero cómo llegó el caos y cómo es que resultan encomiables estos avances, marginales para sus detractores, pero titánicos para quienes en esta era 4t luchan en las filas tricolores.
A la derrota presidencial del 2018 la antecedieron una serie de pífias desde la soberbia y el exceso del gobierno Peñista.
Fiel a su esencia de Partido “de gobierno”, el revolucionario institucional se alineaba a los poderes meta estatutarios que le otorga la tradición a los integrantes de la burbuja presidencial, que aprovechó el desinterés o la indolencia del presidente para hacer movimientos a placer y por razones más personales y de grupo que de interés genuino a los ideales y al programa de acción del partido político.
Así se sirvieron con la cuchara grande el entonces poderoso Luis Videgaray, hoy por cierto auto-exiliado e inhabilitado para ejercer algún cargo público en nuestro país y quien fuera Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Esta dupla fraguó error tras error, afrentas contra la militancia y la ciudadanía, al extremo de sacar de la chistera para poner como dirigente nacional al improvisado e intrascendente personaje de Enrique Ochoa, más conocido por su inocuo desempeño en la recuperación de CFE, por ser propietario de una inmensa flota de taxis o por su gran parecido con Clavillazo de ahí en más, nada memorable. Y no satisfechos con ello, los otrora generales Peñistas buscan nuevamente desestabilizar a su dirigencia nacional para quedarse con el partido.
Al presidente Alejandro Moreno le deben recocer la pesada labor de organizar al ejército derrotado (como lo dejó el gobierno de Peña Nieto), también la visión y la inteligencia de firmar la alianza entre los tres grandes, sin ella, al menos en esta elección, el PRI no hubiera pintado y hasta hubiera puesto en riesgo su registro.
Con la coalición legislativa entre el PAN el PRI y el PRD pueden concretar un bloque sólido de 71 legisladores. Ha declarado ya que no caerán en tentaciones ni intereses mezquinos y se comprometen a honrar la confianza de los votos recibidos en la lucha para frenar los excesos legislativos y las imposiciones de MORENA.
El PRI pasó de tener el 8% de la intención de voto nacional en el 2019 a hoy prácticamente tener el 18%. Y del 5% de intención de voto en la ciudad de México a obtener hoy el 16%.
Alejandro Moreno fue electo dirigente nacional del PRI en un proceso interno donde obtuvo cerca de 2 millones de votos, fue electo para estar cuatro años al frente del partido, asegura estar con el ánimo de continuar la tarea y contar con el apoyo total de su Consejo político nacional, así como el respaldo de los sectores, de las organizaciones y de los 32 comités directivos estatales del partido