El próximo 26 de septiembre tendrán lugar elecciones federales en la República Federal de Alemania. Por primera vez en la historia el canciller en funciones no se presentará como líder de un partido político. Angela Merkel, quien ha dirigido exitosamente el destino de los alemanes a lo largo de quince años, dejará la política, y con ello, producirá un vacío en el imaginario alemán que difícilmente será llenado por su sucesor.
El ejemplo de la canciller Angela Merkel debe ser un ejemplo para todas las democracias, y sobre todo, para los vacilantes sistemas democráticos como el caso de México y América Latina. Angela Merkel, nacida en la Alemania occidental, pero criada y educada en Leipzig, en la otrora República Democrática Alemana, fue capaz de comprender la necesidad de su pueblo, y con ello, se convirtió en el personaje político más destacado en la historia de su país durante el siglo XXI, y si se quiere, los alemanes la recordarán en el mismo escalafón de valor que ocupan otros grandes hombres como Helmut Kohl y Konrad Adenauer.
Angela Merkel, a través de una extraordinaria sensibilidad política y una profunda comprensión de la historia y necesidades del pueblo alemán, encauzó a su nación hacia la sanación de las heridas provocadas por más de cinco décadas de división. Si bien el país sufre de problemáticas propias del capitalismo occidental, tales como el magro crecimiento económico, deuda pública y desigualdad, la canciller, imbuida de ese sano nacionalismo propio de los alemanes de la posguerra, sirvió como símbolo de reconciliación del pueblo germano.
Entre otras acciones, Angela Merkel defendió la integridad de la Unión Europea frente a la crisis provocada por el Brexit, respondió humanamente a la crisis migratoria, combatió (ciertamente en coordinación con los gobiernos regionales) la Covid-19, mantuvo al país a flote a raíz de la crisis económica y consolidó al Estado alemán como un referente de la democracia parlamentaria europea.
¿Qué deben aprender AMLO y otros líderes latinoamericanos de Angela Merkel ? ¿Cómo emular el ejemplo de la canciller alemana?
Tres sencillas recetas. En primer lugar, deben entender que el poder debe ser ejercido en beneficio de la unidad de la nación, y no en favor de la división mediante narrativas discursivas que tergiversen cobardemente la historia patria; en segundo lugar, mediante el respeto a la Ley y a las instituciones, dejando atrás el acecho contra los organismos electorales y sin remedios metaconstitucionales (citando al jurista Jorge Carpizo) propios del PRI, y ahora, de AMLO y de sus correligionarios. Y en tercer lugar, mediante el respeto a la libertad de expresión, a la disensión ideológica, y a través de políticas públicas que respondan al interés general de la nación, y no a la conquista de una base electoral.