El presidente AMLO polariza, y lo hace muy bien. Desde los inicios de su carrera política en su estado natal de Tabasco, se ha caracterizado por manejar espléndidamente un discurso efectivamente divisor. Ahora, como presidente, lo reproduce todos los días desde el poder del púlpito presidencial.

AMLO polariza mediante un discurso profundamente divisor entre liberales y conservadores ( él se quiere hacer pasar por un político liberal heredero del pensamiento del siglo XIX cuando poco tiene de aquel espíritu juarista) pasquines inmundos contra diarios éticos, privilegiados contra pobres, buenos contra malos, honestos contra corruptos, intelectuales orgánicos contra buenos pensadores.

AMLO polariza porque no cuenta con elementos para ganarse a un electorado que sepa discernir entre una buena política pública y una mala. No hace mucho el propio presidente aseveró que los mexicanos que cuentan con nivel licenciatura eran los que más fervientemente apoyaban campañas en su contra. Desde luego. Nada sorprendente. Y en este contexto aseguro al lector que los que cuentan con posgrado están aun más convencidos de no votar por la continuidad de la autoproclamada cuarta transformación.

Un balazo al pie

La educación brinda herramientas invaluables para discernir entre propaganda y propuestas, entre discursos incendiarios y buenas políticas públicas, entre un texto académico serio y uno que no busca más que manipular al lector. En este tenor, la declaración de AMLO en torno a los votantes que cuentan con un grado de educación superior fue un balazo en el pie; una confesión no planeada: los mexicanos preparados no apoyan a un gobierno con atisbos autoritarios que pretende entregar la nación a la voluntad de un solo hombre.

Por eso AMLO polariza.

Utiliza su extraordinario talento comunicativo para hacer creer a sus seguidores ( sin educación superior, según confesó el propio presidente) que él representa la solución a sus problemas, a la vez que ofrece soluciones simples para problemas complejos.

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AMLO es, en este sentido, un auténtico populista latinoamericano. El próximo 7 de junio, una vez que el INE haya dado a conocer que Morena y sus aliados no han obtenido la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, el presidente sacará de su arsenal las mejores frases descalificadoras contra la mafia del poder, contra el INE, contra los conservadores, contre los pasquines inmundos, y quizá, hasta contra Carlos Salinas de Gortari o Porfirio Díaz.

AMLO recurre a la polarización ante la ausencia de un verdadero programa de gobierno.

Carece de una visión de Estado que se sostenga en la evidencia empírica, y por ello, acude a eslóganes pegajosos que tienen resonancia en su electorado, mientras implementa proyectos que poco – o nada- abonan al bienestar de la nación.