En el contexto de una polarización social sin precedente en México, AMLO se empecina en continuar con un discurso divisor que lacera nuestra unidad como nación. A raíz de su arribo a Palacio Nacional, dos términos chocantes se han sumado a nuestro lenguaje colectivo : fifí y chairo.

El primero -según declaró el propio AMLO- echa raices en la prensa que atacaba a Francisco I. Madero, y que celebró el asesinato de su hermano. Ciertamente, AMLO no es el autor de la”palabrita” pero sí que ha sido responsable de su constante utilización y que haya penetrado en el diccionario de los mexicanos.

El otro -chairo- se utiliza peyorativamente para referirse a los que apoyan al presidente  y a su autoproclamada cuarta transformación.

Huelga enfatizar que ambos apelativos son chocantes y lacerantes,  y que a su vez, profundizan la división nacional.

AMLO nos brindó hace unos días una sorpresa. Por primera vez en la historia de su pontificado y como “divisor en jefe”, nos compartió lo que para él representa ser un fifí. Mientras algunos pensaban que este grupo estaba conformado por todos aquellos opuestos al régimen, AMLO lo dejó bien claro al asegurar que únicamente los mexicanos que cuentan con 500 millones de dólares pueden ser considerados como tales.

¡500 millones de dólares! ¡Vaya que se han acotado las condicionantes para formar parte de este distinguido grupo social!

Muchos antilopezobradoristas se sentirán quizá decepcionados tras la noticia.

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La declaración de AMLO es desafortunada, así como todos sus comentarios dirigidos a atizar el encono social. Se trató, desde luego, de una nueva ocurrencia de la mañanera. Sin embargo, se trata de una ocurrencia que viene del personaje más popular del país,  y cuya voz resuena en millones de mexicanos.

¡Ni chairos ni fifís!

Todos los mexicanos formamos parte de una nación diversa que exige políticos responsables que sean capaces de articular acciones en favor del interés común. Desafortunadamente, las prioridades de nuestro presidente residen en el manejo mediático de su figura y en su popularidad con su base electoral. Mientras ello ocurre, las filas de la pobreza se engrosan, las clases medias se pauperizan, la inseguridad continúa incontrolable, la nación se divide.

En suma, ha quedado bien claro que nadie es fifí (según AMLO, vale recalcar) con la excepción de un puñado de empresarios. Celebremos la ocurrencia del presidente. Al menos, todos los que no contamos con esa riqueza no nos sentiremos aludidos cada mañana. Se le agradece la aclaración.