La libertad de expresión en México sufre a manos de un presidente autoritario. Esto resultaría inconcebible en un régimen democrático. En este tenor, el lector recordará las diatribas del conservador Fox News contra el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama. El contenido parcial, y si se quiere, racista, de la televisora estadounidense manipuló durante ocho años las conciencias de un sector importante de la población en ese país.
Luego de la ampliación del programa conocido popularmente como Food Stamps por parte del gobierno de Obama (destinado a apoyar a los grupos más desfavorecidos) Fox reportó que bajo la presidencia del demócrata se habían engrosado las filas de la pobreza, y con ello, al aumento de los apoyos. Lo que Fox News omitió fue que la política del gobierno federal había ampliado los criterios para ser beneficiario de los apoyos.
En otras palabras, la televisora manipuló datos, atizó los ánimos anti-Obama y facilitó, en cierta medida, el triunfo de Donald Trump en 2016.
¿Se hubiese el lector imaginado a Barack Obama abriendo un espacio en la Casa Blanca para atacar a Fox News?
En el caso mexicano, algún día, Carlos Salinas de Gortari, en una entrevista con Jorge Ramos, sostuvo que todos los gobiernos del mundo, mediante las oficinas de prensa, realizan acciones de cabildeo vís-a-vis los directores editoriales con el propósito de incidir en el contenido de la diarios. Esto es válido y legítimo.
Sin embargo, el ahínco con el que el presidente AMLO ataca a la prensa libre es desproporcionado y nos acerca más a un régimen como la Rusia de Putin que a los Estados Unidos de Obama. AMLO, en este sentido, ha declarado abiertamente la guerra a los medios de comunicación nacionales en una suerte de batalla por la legitimidad de la voz política; la única y verdadera opinión que esté libre de cualquier atisbo de falsedad o manipulación.
El espacio dedicado a “desmentir a los periodistas” en las mañaneras es vergonzoso y representa un retroceso democrático sin precedente. AMLO hace honor a esa formación como priista autoritario que busca deslegitimar, con el arma de su alta popularidad y esa extraordinaria capacidad comunicativa, a cualquier voz opositora que cuestiona a una autoproclamada cuarta transformación que conduce a ningún lado.
¿A merced de las ocurrencias de un presidente?
Como era previsible, esta nueva ocurrencia presidencial ha suscitado acaloradas reacciones. Carlos Loret de Mola, abierto crítico de la fracasada 4T, opinó ayer en una mesa de debate en El Universal que el gobierno de AMLO se había reducido a dos horas y medias diarias.
Otras voces como Carmen Aristegui (a quien algún día se le identificó como simpatizante de la causa lopezobradorista luego del reportaje en torno a la casa blanca de Peña Nieto) se han hecho presentes en la denuncia contra este nuevo acto de autoritarismo perpetrado desde Palacio Nacional.
México, desafortunadamente, vive a merced de las ocurrencias de un presidente que ha perdido el control del país, y quien no tiene otra forma más que dividir al país. La prensa debe servir como un medio de contrapeso contra los poderes del Estado, pues representa un pilar fundamental de las democracias liberales. No deberá jamás ser silenciada. Mejores tiempos vendrán. Confiemos.