Tras la reciente decisión de la Suprema Corte de Justicia en torno a la despenalización del aborto, Carlos Aguilar Retes, arzobispo primado de Mexico, repudió la declaración y declaró que “atentar contra la vida es atentar contra Dios”.
La postura pública del arzobispo no es privativa de México. A pesar de los importantes pasos de la Iglesia católica hacia la apertura de temas sobremanera controversiales, otros dogmas fundamentales permanecerán negados a cualquier diálogo en favor de su aceptación o flexibilización.
Si bien el papa Francisco, fiel a la apertura ideológica propia de la Compañía de Jesús, ha extendido su invitación a recibir en el seno de la Iglesia a homosexuales y miembros de la comunidad LGBT en tanto que hombres y mujeres individuales en búsqueda del mensaje cristiano, otros temas permanecerán cerrados in sæcula sæculorum, tales como el matrimonio entre personas del mismo género, y desde luego, el aborto.
En este contexto, el rechazo del arzobispo Aguilar a lo dispuesto por la Corte se inscribe en el esfuerzo inagotable de la Iglesia de preservar los pilares fundamentales de la familia cristiana: la existencia de la vida desde el instante de la concepción y el matrimonio como la unidad de un hombre y una mujer.
Derivado del surgimiento - y expansión- del progresismo ideológico caracterizado por el rechazo a los valores tradicionales, la Iglesia católica se encuentra en una coyuntura compleja en término del número de fieles y de la penetración de su mensaje en las almas de los fieles. En palabras del padre José Antonio Fortea, clérigo español conocido por sus estudios teológicos, “la Iglesia en Occidente se encuentra en franco retroceso, o mismo, moribunda”.
El presidente AMLO, por su parte, hace un flaco favor a la Iglesia católica en Mexico con sus repetidas referencias a lo que él llama las atrocidades de la Conquista española y a la ilegítima imposición de una fe llegada de un mundo lejano - y ajeno- a las naciones prehispánicas.
La Iglesia universal, encabezada por el papa Francisco y los obispos alrededor del mundo, tienen como misión inequívoca el velar por la ortodoxia dogmática, contenida en las Escrituras y en la Tradición.
Esta labor no es fácil, empero. El feminismo, el activismo de las minorías y el surgimiento de ideas contrarias a la fe católica colocan a la Iglesia en una posición de desventaja; mismo en México: la segunda nación con mayor número de católicos en el mundo.