El Partido Verde ha hecho nuevamente de “las suyas” y continúa sorprendentemente en la vida política mexicana. El domingo pasado, en plena jornada electoral, y con veda vigente, un número de influencers y figuras públicas colgaron en sus redes sociales vídeos en los que casualmente compartían su opinión en torno a las “buenas” propuestas que el Partido Verde ofrecía.

El conductor Facundo, con su característico lenguaje florido y carente de cualquier atisbo de corrección política, denunció espléndidamente en sus redes sociales a estos individuos que vendieron su opinión a cambio de algún favor del Verde, y en detrimento de la democracia mexicana.

Esta violación de la veda electoral ( y una bofetada a las autoridades electorales) tiene que ser sancionado como corresponde.

Ya no basta con multas, pues pareciera que el Verde las tiene presupuestadas como parte del financiamiento de su propaganda.

El Partido Verde no representa nada ni nadie. Ni siquiera defiende la ecología. Así ha sido denunciado por las organizaciones de partidos ecologistas en el mundo; y hasta el propio Greenpeace lo expuso algún día tras una propuesta del Verde de construir una zona turística en un área protegida.

Aun más, el Verde fue el instrumento a modo de Morena para alcanzar la mayoría calificada en la Cámara de Diputados en 2018, pues el lector recordará que este partido apoyó inicialmente al PRI en el seno de coalición Todos por México, abanderada por José Antonio Meade.

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Mientras el Partido Verde continúe con sus tropelías, y aun más, que conserve su registro ante el INE, la democracia mexicana sufrirá las consecuencias de tener que financiar a una agrupación sin ideología ni plataforma política que pervive mañosamente mediante su apoyo a los partidos que mejor convengan a sus intereses, sin el menor miramiento hacia sus electores.

Finalmente, la sociedad mexicana deberá exhortar al INE  y al Tribunal Electoral a que responsabilicen al Partido Verde ante sus reiteradas violaciones a la ley. México no necesita al Verde. Por el contrario, este remedo de partido lastima a la democracia mexicana, merma su desarrollo y daña al erario público pues somos los contribuyentes quienes mediante impuestos sufragamos los presupuestos de los partidos políticos registrados.