El mundo entero combate la variante Delta. Según ha sido informado, su paso inexorable alrededor del planeta parece incontenible. Por ello, existe un consenso en torno a la importancia capital de la vacunación como único medio efectivo para poner un freno a la nueva ola de covid-19.

Desafortunadamente, la vacunación no avanza al paso debido, y adicionalmente, existen aún reticencias de muchos ciudadanos. Esto ha puesto de cabeza a los gobiernos, pues son ahora los jóvenes que no han sido vacunados los que están cayendo víctimas del coronavirus. En palabras de Rochelle Walensky, Directora General del Center for Disease Control and Prevention (CDC) del gobierno estadounidense, el covid-19 esta deviniendo en la “pandemia de los que no han sido vacunados”, en alusión a los jóvenes que no han sido inoculados; y en el caso de los Estados Unidos, a todos aquellos que se han rehusado a recibir la dosis.

Esta ralentización del proceso de vacunación en países como México, aunado a los adultos que no desean vacunarse, plantea nuevos desafíos. Por un lado, existe la necesidad de alcanzar a la brevedad la inmunidad colectiva como única salida contra el virus, y por el otro, las libertades individuales consagradas en las leyes.

En este tenor, países como Francia discuten arduamente la necesidad de establecer la obligatoriedad de la vacunación como método persuasivo. De igual forma, se debate en torno al endurecimiento de las penas contra aquellos que violen las reglamentaciones de movilidad y aislamiento.  Se habla de un “pase sanitario” el cual puede ser obtenido luego de comprobar que el individuo ha sido vacunado o que haya presentado una prueba reciente PCR con resultados negativos.

México, al igual que otros países, ha establecido, a través de la Secretaría de Salud federal, un certificado de vacunación, con el propósito de verificar que un ciudadano ha sido doblemente vacunado, y que por tanto, no está infectado ni es transmisor del virus. Sin embargo, según ha trascendido, sinvergüenzas no han perdido el tiempo y se han dedicado a falsificar documentos con códigos QR.

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¿Debe México plantearse, al igual que otros gobiernos, el establecimiento de la obligatoriedad de la vacunación? Ciertamente, esta política levantaría numerosos cuestionamientos legales, pues – muchos argumentarán- una política sanitaria no debe estar por encima de las libertades individuales. En este contexto, se antoja igualmente poco probable que la legislación mexicana vigente ofrezca espacios para el establecimiento de esta exigencia en nuestro país, lo que conduciría a querellas legales y a la suspensión temporal del decreto.

Afortunadamente para México, de acuerdo con consulta Mitofsky, únicamente el 3% de los encuestados asegura que no desea recibir la vacuna, lo que no pondría potencialmente en riesgo el alcance de la inmunidad colectiva. Sin embargo, ha trascendido recientemente el caso de Chiapas, cuyos adultos residentes han manifestado su rechazo a la vacuna.

Mientras ello ocurre, el Estado de México, a saber, la entidad más poblada del país, ha retrocedido a semáforo amarillo, lo que trasluce el hecho del arribo de nuevos enfermos a hospitales y centros de salud.

En suma, el coronavirus ha planteado al mundo un nuevo dilema. Por un lado, la necesidad de alcanzar la inmunidad colectiva mediante la vacunación, y por el otro, el ejercicio de las libertades individuales.