Con motivo de la reciente consulta dirigida a conocer la opinión de la población mexicana sobre un posible juicio a los expresidentes, muchos se cuestionan cual es la verdadera utilidad de los referendos, si se trata de un instrumento político y legal legítimo, o si por el contrario, son una engañifa política de la cual echan mano los líderes autoritarios.

La respuesta a esta interrogante tiene dos rostros.

Por un lado, un referendo representa un instrumento pleno ( sí efectivamente se inscribe en el marco legal del país respectivo) por el cual la ciudadanía participa en un ejercicio democrático. Históricamente, democracias liberales han recurrido a esta figura para legitimar un instrumento jurídico , o simplemente, para orientar la toma de decisiones de política pública.

Haré mención de algunos. España.

Tras la muerte del general Francisco Franco y la desaparición de las Cortes franquistas, el gobierno de Adolfo Suárez, bajo el reinado del nuevo monarca Juan Carlos I, sometió a referendo la nueva Constitución española, la cual establecía, entre otros elementos, una monarquía constitucional dando así término formalmente a la dictadura. Los españoles, en su legítimo derecho, la aprobaron sin cortapisas.

Otro caso. El referendo sobre la independencia de Escocia.

Luego de arduos trabajos de cabildeo encabezados por el Partido Independentista Escocés, el gobierno local consiguió la aprobación del parlamento de Westminster para la celebración del plebiscito. Los resultados son bien conocidos: los escoceses votaron mayoritariamente a favor de su permanencia como parte integrante del Reino Unido. En este mismo contexto, el referendo del Brexit, a saber, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, condujo al desmembramiento parcial de la organización.

En este mismo contexto, pero en otra tesitura, el referendo ilegal promovido por los independentistas catalanes condujo a la supresión del ejercicio por parte de las autoridades centrales en Madrid, en un acto de plena defensa del orden constitucional del Estado español.

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Échese un vistazo al caso de Suiza.

Los cantones organizan periódicamente referendos con el propósito de conocer la opinión de sus habitantes desde asuntos sencillos como reglamentos de tránsito hasta la promulgación de leyes.

He mencionado, hasta ahora, casos de democracias liberales. Desafortunadamente, la figura del referendo en regímenes no democráticos ha sido históricamente utilizada como una estratagema que busca legitimar acciones ilegítimas. Recuerdo ahora el referendo que tuvo lugar en Alemania en 1934, mediante el cual se preguntaba a los ciudadanos si deseaban que se uniesen las jefaturas de Estado y de Gobierno en la persona de Adolfo Hitler, naciendo así la figura del Fuhrer. Mientras los alemanes votaban, las unidades paramilitares de las SS patrullaban las calles.

Miremos a México. El referendo que tuvo lugar el sábado pasado no corresponde a una plena democracia liberal, ni tampoco a una dictadura consolidada. No es ni la Alemania de 1934 ni la Escocia de 2014. Se trató, por el contrario, de un absurdo ejercicio de distracción con miras a ensalzar la figura de AMLO como adalid del combate contra la corrupción.

En suma, no nos equivoquemos. Los referendos sí que pueden ser instrumentos legítimos. Por desgracia, nuestro país vive bajo un régimen populista, cuya prioridades descansan en azuzar a las bases electorales, celebrar los discursos del caudillo y socavar la democracia.