De acuerdo con los resultados preliminares de las elecciones federales en Alemania, el partido social-demócrata, encabezado por Olaf Scholz, miembro del gabinete de la saliente canciller Angela Merkel, se alzará con el triunfo en los comicios. Sin embargo, el partido necesitará, como suele ocurrir normalmente en los sistemas parlamentarios, formar una coalición. Esto podría suponer una compleja negociación política en el seno del Reichstag, tal y como ha ocurrido en España, Bélgica y mismo en el parlamento británico.
El legado de Angela Merkel en la historia reciente de Alemania será recordado por muchas generaciones. La canciller pasará a los anales de su país como la mujer que defendió tenazmente el liderazgo alemán en el seno de la Unión Europea, quien hizo frente a la crisis griega, los problemas migratorios, el desdén de Donald Trump, el Brexit y quien fue capaz de fortalecer, a pesar de los reveses, la unión alemana.
Recordemos que la convulsa experiencia de Alemania en el siglo XX no tiene parangón en la historia universal. Luego del derrumbe del Imperio en 1919, de la fracasada República de Weimar, del ascenso de Adolfo Hitler, de la tragedia de 1945, de la partición del Estado y de la construcción y posterior caída del Muro de Berlín, Alemania resurgió de sus cenizas y devino la primer economía europea – y cuarta a nivel global- capaz de sostener, con el apoyo de Francia, un proyecto de integración duramente golpeado por el separatismo británico, por los shocks asimétricos de las economías del sur de Europa, por la amenaza de China y por la crisis provocada por la Covid-19.
¿Qué lecciones debe México aprender de Alemania?
Nuestro país debe emular de Alemania el profundo sentimiento nacionalista; ciertamente no comprendido éste a la luz del fascismo que caracterizó el nacionalismo en Alemania durante el aciago periodo del régimen nazi, sino como una concepción de que la unidad nacional, el trabajo colectivo y que los desafíos comunes superan los intereses particulares.
México, desafortunadamente, sufre de una profunda desigualdad exacerbada por un discurso oficial que lacera nuestra identidad nacional en ciernes; una unidad que jamás ha fraguado y que cada día deviene un sueño inalcanzable. El presidente AMLO, a diferencia de líderes como Angela Merkel, busca permanentemente la confrontación, azuza a sus bases electorales con una interpretación binaria de la historia de México y lacera nuestra unidad; todo aquello motivado por una egolatría política y por el característico instinto populista que tanto ha lastimado a las jóvenes democracias de América Latina.
Alemania ha enseñado a México que las peores crisis nacionales sí que pueden superar, que los muros pueden ser derribados y que las diferencias políticas pueden ser resueltas. Sin embargo, ello exige la gigantesca tarea de construir un sentimiento de pertenencia a una nación, así como la concientización de que el interés general de la nación impera sobre nuestras ambiciones personales.