Ayer México registró 29,000 nuevos contagios de covid-19: cifra récord desde el inicio de la pandemia. Por otro lado, no es secreto para nadie que nuestro país se encuentra rezagado, al igual muchos otros importadores de vacunas, en términos del número de dosis aplicadas.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, se han aplicado 78 millones 098 mil 989 dosis, de las cuales 29 millones 629 mil 517 corresponden a esquemas completos. En un sencillo ejercicio matemático obtenemos que un 60% de la población mexicana cuenta con al menos una inyección, mientras que apenas un 22% ha recibido ambas dosis, según la fórmula.
Vacunas
Por su parte, el canciller Marcelo Ebrard anunció ayer el envío, para el fin de semana, de un millón 750 mil dosis de la vacuna Moderna: fórmula recientemente aprobada por la Cofepris, la cual se suma al arsenal de nuestro país contra la enfermedad.
El debate, empero, descansa en la conveniencia de iniciar la vacunación con una tercera dosis. Algunos países lo han comenzado, derivado de ciertos estudios cuyas conclusiones arrojan que las vacunas pierden eficacia contra la variante Delta.
Sin embargo, México, en mi opinión, debe rechazar esta opción, al menos por ahora. Las razones son, si se quiere, bastante evidentes. Si bien es verdad que las autoridades deben proteger a los grupos más vulnerables, tales como aquellos que sufren de comorbilidades o que pertenecen a la tercera edad, resulta igualmente cierto que es fun-da-men-tal que un mayor porcentaje de la población, incluidos niños y jóvenes, reciban una primera dosis.
De esta manera se evitará la propagación de la enfermedad entre menores de edad, se ralentizará la circulación del virus, y con ello, descartaremos la posibilidad de que México pudiese convertirse en en el epicentro del surgimiento de una nueva variante, como ha sido el caso de China, Sudáfrica, Brasil e India.
Recordemos, en este sentido, que las cepas o variantes nacen luego del contagio masivo en grandes poblaciones urbanas. Por lo anterior, insisto, México debe priorizar la vacunación, al menos con una dosis, de toda la población mexicana, por encima de cualquier intención de iniciar terceras dosis.
No querremos escuchar en los medios internacionales sobre una “variante mexicana”. Según reza el supersticioso refrán… toquemos madera.