El 22 de julio pasado, el presidente López Obrador afirmó lo siguiente, durante la conferencia matutina en Palacio Nacional:
“Vivimos en una sociedad democrática donde respetamos las opiniones de todos. (…) Nos urge el regreso a clases presenciales. No hay nada que sustituya la escuela. Nada. Si seguimos así, el daño va a ser mayor en lo emocional, en lo afectivo, en lo familiar. No es nada más el retraso en lo académico, es que ya (lo) necesitamos. La mejor terapia para los niños, para los jóvenes, es la escuela. Eso es lo que tenemos que hacer.” (1)
AMLO, conferencia mañanera 22 de julio de 2021.
Al parecer, el jefe del Ejecutivo federal no ha sido informado adecuadamente. Y los que consideran a la escuela como institución que, entre otras responsabilidades, atiende terapéuticamente los problemas psicoafectivos y emocionales, están equivocados. No es así. Las leyes en la materia no lo establecen así, ni las políticas educativas que se basan en ellas, (programas sectoriales, planes, acciones, reglamentos, líneas discursivas explícitas, etc.) lo señalan.
Si acaso y en forma extraordinaria, la escuela, es decir, la comunidad educativa, podría identificar situaciones o “faltas” psicoafectivas específicas para que, después, cada caso sea adecuadamente canalizado con el o la especialista correspondiente. Para ello, se requiere armonizar lo que sea conducente a la escuela con los acuerdos secretariales sobre atención psicológica o su equivalente, y que hayan desarrollado los grupos profesionales de las áreas de Educación Especial respectivos, a nivel federal o en cada entidad federativa.
Cabe señalar, no obstante lo anterior, aparte de que no es su responsabilidad lo emocional y psicoafectivo, la escuela no cuenta con los apoyos, recursos e infraestructura para convertirse en clínica psicológica. De hecho, la escuela no es clínica psicológica. Y si alguna vez la escuela ha sido corresponsable en ello, ese campo profesional (la psicología escolar) es uno de los ámbitos de mayor abandono histórico del sistema educativo nacional.
Si el gobierno federal quiere que las y los estudiantes sean atendidos en la escuela pública, por motivos o asuntos emocionales, la SEP o la Autoridad Educativa Local (AEL) tendrían que contratar a un psicólogo o una psicóloga por cada 120 estudiantes. Sin embargo, en las plantillas profesionales de la SEP, la figura del psicólogo o psicóloga está ausente del esquema público educativo, porque esta clase de servicios, de psicología educativa, ha sido tratada con indiferencia por parte de las políticas públicas federales y estatales durante décadas.
Desarrollo emocional en el Modelo Educativo 2017
Sobre este tema escribí aquí en SDPNoticias en 2017, “Desarrollo socioemocional y psicoafectivo en la Escuela”, en el contexto del nuevo Modelo Educativo establecido durante el sexenio pasado (2012-2018).
Con el rubro: “Habilidades socioemocionales y proyecto de vida”, el Modelo Educativo 2017 (SEP), que entraría en vigor a partir de 2018, definió los perfiles de egreso que se relacionan con el desarrollo personal y social (componente de los aprendizajes clave), y en particular, con el ámbito socioemocional y psicoafectivo de las y los estudiantes desde la Educación Preescolar hasta Media Superior.
Las autoridades educativas y sus equipos técnicos señalan, en el documento referido, que la incorporación de estos aspectos del desarrollo de “habilidades socioemocionales” es una de las principales innovaciones del Modelo Educativo, decretado y publicado en junio de 2017 en el Diario Oficial.
Si bien es cierto que ese tipo de saberes, que tienen que ver con el desarrollo profundo del ser humano, desde la infancia, no se habían formalizado en los modelos o esquemas educativos del pasado en nuestro país, sin embargo, desde hace muchos años los asuntos socioemocionales y psicoafectivos han sido abordados en las escuelas, de manera directa e indirecta.
En la Educación Secundaria la figura de Orientador Educativo, por ejemplo, ha cubierto de alguna forma estas tareas. (2)
Pero las atribuciones del personal dedicado profesionalmente a los asuntos del desarrollo emocional, no han incluido ni contemplan hoy aspectos terapéuticos o de “cura” emocional de las y los estudiantes. Por lo tanto, es evidente que las responsabilidades de la escuela son sólo de identificación de necesidades psicoafectivas o emocionales y de canalización con los profesionales de la psicología, que se ubican generalmente en consultorios o instituciones externas a la escuela.
Una de las tareas de los Centros de Atención Múltiple (CAM) de la SEP ha consistido en ofrecer ese tipo de servicios dentro de la estructura de la escuela pública, sin embargo, como se sabe, las políticas públicas educativas recientes han desalentado tanto la formación de profesionales en educación especial como la incorporación de profesionales de la Psicología en las comunidades educativas.
A pesar de la evidencia institucional y de todo este contexto, el presidente López Obrador ha señalado, en la conferencia matutina mencionada, que:
“Se reinician las clases a finales de agosto en todo el país, (que) hay condiciones para eso y ya estamos trabajando en el plan para mejorar las escuelas porque han estado abandonadas durante mucho tiempo. (Hay que) crear las condiciones básicas para el regreso a clases presenciales.”
Ojalá que la voz y el poder presidencial se oriente, como decisión formal y estructural, a la incorporación definitiva de psicólogas y psicólogos a la plantilla de la escuela pública para atender a la población escolar que lo requiera, sobre todo para dar servicios preventivos a los problemas psicoemocionales de las diferentes figuras de la comunidad educativa, y con ello evitar que las y los docentes, así como las y los asesores técnicos, sean injustamente saturados o cargados de tareas que evidentemente no les corresponden.
Fuentes consultadas:
(1) Fragmento de la conferencia matutina en Palacio Nacional, del 22 de julio, 2021.
(2) “Desarrollo socioemocional y psicoafectivo en la Escuela”. SDP Noticias, 10 de julio, 2017.
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