Desde hace años vengo repitiendo el absurdo, y no falto de ribetes de complejos que vienen de siglos (“malinchismo”) de prácticamente tener como criterio principal para formar parte de la Selección Mexicana el vivir en Europa, participar (a veces ni siquiera jugar, ya no digamos sobresalir) en alguna liga de caserío del viejo continente; en ocasiones en clubes de nombre impronunciable, en detrimento de jugadores que lo hacen en nuestro propio fut bol (Liga Mx), que están en óptimo ritmo y que tienen calidad de sobra.
Al formar selección con jugadores que militan tan lejos, de entrada su asimilación al ambiente se torna muy difícil (‘jet lag’, diferencia en alimentación, en altura, etc...). Pena da el ver cómo una de nuestras ventajas deportivas, que era el jugar a las de dos mil metros de altura, en los hechos se han vuelto en nuestra contra (Edson Alvarez e Irving Lozano casi desmayándose en la cancha del Azteca, hemos sido testigos).
Si se pretende pues, ganar en el partido de vuelta de Nations League y así no quedar fuera de la próxima Copa América, con el papelón (sí, uno más) de perfilarnos a recibir un Mundial en casa haciendo el ridículo, se debe jugar con una formación de jugadores de la liga mexicana, que estén compitiendo a buen nivel, entender que nuestro torneo es de primera, MUY superior a los de Grecia y los Países Bajos (por ejemplo), y recordar, que para la mejor actuación que México ha tenido en una copa del mundo (1986), se hizo la preparación con años de antelación. El último anterior, con toda la Selección compuesta de futbolistas de la liga doméstica, concentrada y fuera de sus clubes (con la excepción de Hugo Sánchez, por brillar ya en España, más el jovencito ‘ABUELO’ Cruz).
Señores, si se tiene algo parecido a Hugo Sánchez, jugando en Europa, adelante que tendría también más que su lugar asegurado, hoy estamos a los luz de una figura así y los que se marchan a Europa no caen en la cuenta que, o brincan rápido a un equipo top y sobresalen, o van de regreso a México, ya que eso NO supone, necesariamente un fracaso, al haber literalmente miles de futbolistas por todo el planeta, con la ilusión de participar en una de esas ligas, pero es porque en sus países carecen de una infraestructura como en México sí se tiene, a pesar de algunos pesares.
Así que el Jimmy Lozano o va entendiendo eso, o se despide de un probable fugaz y penoso paso por la Selección mexicana de futbol, al terminar el partido de vuelta en la CDMX ante Honduras.