“Todo llega a su tiempo”.
DICHO
“Midnight not a sound from the pavement
Has the moon lost her memory?
She is smiling alone
In the lamplight, the withered leaves collect at my feet
And the wind begins to moan
Memory, All alone in the moonlight
I can dream of the old days
Life was beautiful then
I remember the time I knew what happiness was
Let the memory live again
Every streetlamp seems to beat
A fatalistic warning
Someone mutters and the street lamp sputters
And soon
It will be morning
Daylight
I must wait for the sunrise
I must think of a new life
And I mustn't give in
When the dawn comes, tonight will be a memory too
And a new day will begin”.
Andrew Lloyd Webber and Trevor Nunn, ‘Memory’
Un país en el precipicio, una violencia rampante, más de 121 mil asesinados en lo que va del actual sexenio y la respuesta del presidente López Obrador es decir que no cambiará ni un ápice su estrategia; que vamos bien, que los críticos lo atacan y que la culpa de básicamente todo lo malo —que es mucho y cada día más— es de Felipe Calderón.
Un gasto inmisericorde en elefantes blancos que no servirán de nada salvo para inflar el ego desmedido del que solo ha sabido ser candidato. Desidia para tratar los temas urgentes de la nación, los importantes posponerlos y atender únicamente sus caprichos.
Un “historiador” que hipócritamente apoya las gestiones de su esposa por detener la subasta de piezas prehispánicas sustraídas ilegalmente de México, pero que no duda ni un segundo en desaparecer ruinas y vestigios arqueológicos ante el afán de que pase un tren contaminante del que se inició su construcción en la ilegalidad, sin los debidos estudios de impacto ambiental.
Un creador del Estado fallido que estamos viviendo. El que desmantela las instituciones que salvaguardan el mismo; desde el INE al cual ataca diariamente y escamotea recursos, hasta el Ejército, al que le concede todo el presupuesto y más, pero al que ha puesto a desempeñar las funciones de albañil, agente aduanal, policía, transportista, banquero, empresario… Todo a excepción de salvaguardar la integridad de la nación.
Un mandatario heredero del juarismo, pasmado, elusivo —quiero pensar no abierto cómplice— al que la procuración de justicia de todo un país esté secuestrada por un criminal.
Y puedo continuar con la larga —eterna— lista de todas las sinrazones por las cuales López Obrador debe de ser juzgado.
No, no en este momento; sería absurdo proponerlo ahora, obviamente. La 4T cuenta con mayoría legislativa (independientemente de que el apoyo popular es grande —cada vez menor— pero importante). Pero sí pronto; prepararlo, sustentarlo.
Hay quien diga se tuvo el ejercicio de revocación de mandato para pronunciarse en ese sentido. Ese, además de no ser un juicio político por traición a la patria, seamos francos, fue un muy oneroso teatro promovido por el propio Ejecutivo federal para hacerse de publicidad fuera de toda norma.
Habrá que ir reuniendo las pruebas jurídicas de su desidia, de su necedad, de su incapacidad, de su ilicitud y de cómo todas ellas han afectado a millones de personas. Los sectores de la salud y la educación, por mencionar de los más precarios, están plagados de ejemplos.
¿Dónde están los valientes hombres de leyes que comiencen a armarle una carpeta? Se debe entender que un juicio político a López Obrador cuando termine su sexenio no es algo descabellado o fútil. Es algo necesario que sucede y ha sucedido en muchos países del orbe. En Latinoamérica ciertamente; en Estados Unidos actualmente contra Donald Trump.
La propuesta de un juicio político a AMLO debe estructurarse desde la óptica de la ley, pero también basarse en el entendimiento de que ni él ni su grupo de asociados deberán quedar indemnes después de todo el daño realizado a nuestro país.
Deberemos exigir al próximo presidente de nuestra nación ir tras de Andrés Manuel López Obrador; con la Constitución en mano, castigar la impunidad, la corrupción, la irresponsabilidad, la criminalidad de la Cuarta Transformación.
Es obligación de toda la ciudadanía sensata ir preparando este juicio, construirlo, socializarlo y ante todo sustentarlo con evidencia. Existe de sobra la necesaria.
Podemos y debemos naturalizar la idea, hablándolo, compartiéndolo; haciendo ver que un juicio político al presidente López Obrador no es algo inverosímil o tema baladí.
Hacer lo mismo que el primer mandatario ha hecho siempre con los temas que a él le interesan: no quitar el dedo del renglón. No soltarlo, traerlo a colación todos los días, a todas horas; recordar la larga lista de errores, pifias, necedades que AMLO ha realizado. Recordemos la violencia que vivimos diariamente y los cientos de miles de muertos que exigen, desde el silencio impuesto, justicia por su asesinato.
Hagamos de la exigencia del juicio político a López Obrador una necesidad, una tarabilla constante, hasta que lo tengamos todos (como sociedad) tan claro, que se convierta en un requisito irrenunciable para quien alcance la Silla del Águila en el 2024.
Igual de importante que vencer a Morena y a sus aliados en el 2024, es llevar a Andrés Manuel ante un juzgado.
En México no estamos acostumbrados a enjuiciar a un presidente, pero no es impensable. Tampoco se pensaba que, en México, el primer presidente de izquierdas resultara ser un conservador en sustancia.
López Obrador enfrentará el juicio de la historia, de donde no saldrá bien librado. Con mucho empeño ciudadano deberá enfrentar un juicio político también. Un juicio que negó a miles de inocentes al permitir que la corrupción siguiera subiendo y bajando la escalera que él prometió barrer. Los muertos, sus muertos, por haber sido asesinados en su sexenio, no culparán a Calderón. El juicio político a AMLO deberá recordarles.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero