La condenó un jurado integrado por cinco hombres y dos mujeres. Muy mala aritmética de género.
No conozco los detalles del caso, pero me parece lógico pensar que la mayoría masculina en el jurado pudo haber sido determinante para darle la victoria a Johnny Depp en su litigio contra Amber Heard.
La lección es clara. La causa de las mujeres necesita, además de que ellas sigan manifestando su inconformidad, que trabajen para ocupar más posiciones de poder, y no solo en los juicios entre celebridades en Estados Unidos, sino también —y sobre todo— en la política.
No ha habido una sola presidenta de Estados Unidos. Y en ese país actualmente solo hay nueve gobernadoras… contra 41 gobernadores.
El mismo número de gobernadoras mexicanas: hay siete ahora mismo, pero pronto al menos otras dos serán electas.
En la corte suprema de Estados Unidos hay tres mujeres; en la de México, cuatro.
Puede la sociedad mexicana, en este tema, presumir un mayor avance que la estadounidense, pero falta lo más importante.
Ignoro qué tan cerca esté Estados Unidos de una presidenta de la nación. Ojalá alguna mujer tenga fuerza suficiente como para aspirar al cargo en 2024. Tal vez Kamala Harris pueda ganar las elecciones si Joe Biden, por viejo, se hace a un lado.
En México, afortunadamente, sí es real la posibilidad de una mujer presidenta. Las circunstancias —además de sus cualidades personales y profesionales— han ubicado en esa situación a Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Pero, seamos realistas, a pesar de su buen trabajo al frente de la CDMX y de sus números en las encuestas de preferencias electorales presidenciales, dos hombres —Marcelo Ebrard y Adán Augusto López— podrían arrebatarle a Claudia la candidatura de Morena. Lo decidirá Andrés Manuel.
Continuemos con el realismo. Andrés Manuel López Obrador tendrá voto de calidad —es decir, él dirá la última palabra— a la hora de seleccionar al candidato o a la candidata del partido de izquierda.
Tal como están las cosas Morena es imbatible. Dos hechos llevan a tal conclusión: el primero, que el morenismo cada día gana más gubernaturas —en las elecciones de este año podría triunfar en cinco de seis estados—; el segundo, que el PRI no solo está en su peor crisis debido a los lamentables escándalos de Alito, sino también claramente en vías de dejar la alianza con el PAN.
Andrés Manuel sabe que Morena ganará el 2024 tanto con la líder en las encuestas (Claudia) como con quien va en segundo lugar no muy lejos de ella (Marcelo), lo mismo que con quien está rezagado en los estudios de opinión pero creciendo (Adán).
Lo peor que podría pasar es que los liderazgos en Morena se desgastaran con la duda tan poco civilizada de si México está preparado o no para una presidenta. Porque la pregunta no es esa, sino una más inquietante: si no llega una mujer a la presidencia en 2024, ¿cuándo ocurrirá?