La justicia también compite por un like. La contienda por los cargos del Poder Judicial ha comenzado, y esta vez, el escenario principal no son las plazas ni los medios tradicionales: son las redes sociales.
Con cero financiamiento público y sin acceso a propaganda pagada, más de 3,000 aspirantes están librando una batalla inédita: conquistar la atención ciudadana solo con creatividad, ingenio y, en algunos casos, humor de alto riesgo.
Por primera vez, jueces, magistrados y aspirantes a ministros deben conectar con el electorado sin recursos ni estructuras. Solo tienen a su favor una poderosa —y a veces impredecible— herramienta: el contenido digital. TikTok, Instagram, X y Facebook se han convertido en su único escenario y, en muchos casos, en su mejor (o peor) aliado.
“Estoy más preparado que un chicharrón para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Leído con voz de TikTok, es justo lo que está pasando en esta campaña: los candidatos al Poder Judicial están haciendo scroll en nuestra atención, un video a la vez.
La campaña por los cargos judiciales en México arrancó hace apenas unos días, por primera vez en la historia de nuestro país estamos viendo algo inédito: aspirantes a jueces, magistrados y ministros haciendo campaña en redes sociales, sin financiamiento público y sin poder pagar por publicidad. Solo con ingenio, creatividad y, a veces, con una dosis de humor que podría salir mejor parada.
Sin spots, sin lonas, sin mítines multitudinarios, las plataformas digitales se han convertido en su único escenario. Y ahí, donde el algoritmo manda y el like vale oro, los más de 3,000 postulantes han tenido que improvisar, adaptarse y aprender a bailar —literalmente— al ritmo de las reglas.
En esta semana, hemos visto de todo: mensajes como “Soy Dora, la transformadora”, monólogos frente a la cámara explicando por qué merecen un lugar en la Corte, memes, sátiras y hasta videos que podrían confundirse con parodias. Y aunque algunos han logrado captar la atención del electorado de forma auténtica, otros han caído en el terreno resbaladizo del humor forzado o el contenido que, más que convencer, termina desinformando o distrayendo del verdadero fondo: la importancia de elegir a quienes impartirán justicia en este país.
Porque no, no se trata de un concurso de popularidad. Se trata de elegir a quienes decidirán sobre nuestras libertades, nuestros derechos y el rumbo legal de México. Y en ese sentido, las redes sociales, aunque son una herramienta poderosísima de democratización, también pueden ser un arma de doble filo si se usan sin cuidado, sin ética o con la tentación de viralizar a costa de todo.
Eso sí: el potencial está ahí. Nunca como ahora hemos tenido la oportunidad de acercarnos tanto a quienes buscan ocupar un cargo de este calibre. Podemos ver cómo piensan, qué proponen, cómo se expresan… y también qué tan lejos están dispuestos a llegar por un like.
Lo que sigue será clave. Las próximas semanas pondrán a prueba no solo la creatividad de los aspirantes, sino nuestra capacidad como ciudadanos para distinguir entre lo simpático y lo sustancial. Las redes no son el enemigo. Al contrario, pueden ser aliadas poderosas de una campaña honesta, cercana y útil. Pero no hace falta mentir, disfrazarse o convertir la justicia en sketch para lograrlo.
En esta elección, más que nunca, necesitamos claridad, propuestas y compromiso. Porque aunque el humor puede abrir la puerta, es la convicción lo que debería quedarse en casa.
Así que sí, sigámosles la pista. Pero también exijamos contenido que nos hable en serio, que nos informe y que nos recuerde que lo que está en juego no es menor: es el corazón del sistema de justicia en México.