Norma Lizbeth falleció por un traumatismo craneoencefálico después de ser extremadamente golpeada con una piedra por una compañera de la Escuela Secundaria Oficial 518, anexa a la Escuela Normal de Teotihuacán. El caso se hizo viral por un video en el que, con uniforme escolar y a las afueras del instituto, se mira a una adolescente llamada “Aline N” extremar agresiones en contra de Norma Lizbeth hasta el sangrado, la hinchazón y entre las porras que alentaban la violencia por parte de otros jóvenes. Quién grababa repetía “Con huevos, pégale”, mientras al más bajo estilo de espectáculo en el Coliseo romano, un grupo indiferente exige más sangre y corean emoción.
Ningún padre o madre merece ver a su hija sangrando ni siendo golpeada, por lo que al menos dentro de esta columna, decidimos no reproducir el momento del ataque. Ese que, al pasar las horas, se traduciría en muerte tras la atención médica que minimizó el hecho. ¿Quién y cómo debe pagar por esto?
Los internautas han solicitado que “Aline N”, la adolescente autora del acontecimiento fatídico, sea juzgada como adulta, fuera del régimen para adolescentes menores de 18 años. Como si eso pudiera devolver a la vida a Norma. El problema, desde la experiencia con mujeres e infancias, es mucho más profundo pues “Aline” ejerció los comportamientos aprendidos y permitidos desde su entorno. Hay más responsables que la adolescente: ¿Por qué no había protección por parte de las autoridades escolares si conocían previamente el riesgo? ¿Dónde estaban los elementos de la Secretaría de Seguridad en una entidad que encabeza las cifras de feminicidios y violencia machista? ¿Por qué nadie detuvo la pelea? ¿Por qué el hospital permitió que Norma Lizbeth saliera sin verificar su estabilidad? ¿Qué están viviendo y observando los adolescentes que, en menos de 48 horas, lanzaron videos de otras golpizas entre mujeres en Lázaro Cárdenas y Ciudad de México?
Alguna vez, escuché a la gran feminista y psicóloga especializada en construcción de paz, Margaret Ruíz Franco, explicar que “la violencia es aprendida y, por lo tanto, también se puede desaprender”. Ella decía que la violencia no es un comportamiento natural sino un “dispositivo de poder”, algo que incorporamos a nuestra manera de actuar porque nos enseñan que la fuerza se impone sobre la razón y que son los que logran ser respetados. Norma Lizbeth fue asesinada porque hubo previamente una cadena de omisiones que no la protegió y que le hizo tener que aceptar un enfrentamiento como última alternativa para que las agresiones consuetudinarias pararan. Fallaron los maestros, la directora del plantel, los alumnos, los padres de la agresora, los que grabaron y permitieron que esto sucediera. Fallamos todos.
¿Qué tendría que suceder en la casa de una adolescente para llegar enfurecida a la escuela a golpear y asesinar a otra compañera?
La violencia en el país puede afectar a los estudiantes de manera indirecta, como cuando experimentan estrés, ansiedad o trauma debido a la violencia en la comunidad. Esto puede hacer que sean más propensos a ser acosados o a acosar a otros. Los contextos violentos provocan violencia. En reiteradas ocasiones, como tiroteos en Estados Unidos, se ha comprobado que el acoso escolar puede ser un precursor de comportamientos violentos y delictivos en la edad adulta, por lo que abordarlo en las escuelas puede ayudar a prevenir la violencia en la sociedad en general. La guerra no nombrada en México está cobrando víctimas hasta la entraña de las juventudes.
Fueron varios momentos en que la madre denunció ante autoridades escolares que Norma era víctima de bullying, así lo relató durante la protesta en la que exige justicia para su hija. Sus compañeros la describieron como una chica tímida y tranquila que era constantemente ofendida. La intimidación o bullying es un comportamiento agresivo y repetitivo dirigido hacia otra persona que es percibida como más débil o vulnerable. Este comportamiento puede ser físico, verbal o psicológico, y puede ocurrir en diferentes entornos, como la escuela. Puede llevar al suicidio o al homicidio. No fue culpa de Norma.
Aunque es un delito, a los menores de edad se les juzga con criterios más blandos apelando a la reinserción social y a la capacidad de tomar conciencia con la madurez. La ley busca justicia, no venganza. Pero la realidad es que la adolescente “Aline N” no es la única responsable. Las omisiones de las autoridades escolares pueden y deben ser perseguidas, pero también la sociedad y el adultocentrismo son factores para que esto sea condenado, pero no haya sido prevenido.
La violencia del país está relacionada con el bullying escolar, aunque no siempre es directa o causal. Por ejemplo, ante los altos niveles de violencia en la sociedad en general, es más probable que los estudiantes experimenten o presencien la violencia en la escuela o en línea, lo que puede aumentar el riesgo de acoso escolar. La violencia en el Estado de México puede tener un impacto en la frecuencia y la gravedad del bullying escolar. Cuando hay altos niveles de violencia en una comunidad, los estudiantes son más propensos a participar en comportamientos agresivos o violentos en la escuela.
El bullying escolar enseña a los estudiantes a resolver conflictos a través de la violencia y la intimidación. Los estudiantes que son acosados, se comprueba en estudios, pueden sentirse impotentes y sin apoyo, lo que puede llevar a comportamientos violentos como respuesta.
No sirve pedir justicia mientras le decimos a las y los niños que si alguien los molesta, le tienen que pegar. De nada sirve condenar la violencia mientras le exigimos a los hijos “ganar” los ”combates escolares”. Nada ayuda a pacificar la sociedad el hecho de ejercer violencia en casa y brindar una pedagogía de la fuerza como camino a “solucionar” conflictos.
En términos legales, si la muerte fue causada directa o indirectamente por el acoso escolar, si hubo maltratos psicológicos que derivaron en suicidio o si se vivieron agresiones, se debe equiparar el feminicidio o el homicidio como consecuencia letal. Las escuelas y sus directores así como los padres que alientan o permiten estos comportamientos deberían ser juzgados por negligencia criminal.
La muerte de Norma Lizbeth por bullying debe impulsar cambios significativos en la prevención del acoso y la promoción de un ambiente escolar seguro. Puede inspirar a la comunidad a tomar medidas enérgicas para detener el acoso y proteger a los estudiantes más vulnerables, pero también debe lograr que las direcciones escolares omisas paguen consecuencias por su abandono. Solidaridad y justicia para Norma Lizbeth y su familia.
Twitter: @ifridaita