El martes 10 de septiembre tendrá lugar el primer debate presidencial entre la vicepresidente Kamala Harris y el ex presidente Donald Trump. Por primera vez en la historia de sus carreras políticas, ambos candidatos tendrá un enfrentamiento directo para contrastar ideas con miras a las elecciones de noviembre.
Donald Trump es bien conocido. A lo largo de su trayectoria, tanto en la arena política como empresarial, se ha caracterizado por una estridencia exacerbada, por su racismo oculto y por una megalomanía que sorprendentemente ha embelesado a una parte del electorado estadounidense.
Trump, con su retórica, ha sido capaz de apoderarse del Partido Republicano, transformándolo en los hechos en una organización de culto a la personalidad de un individuo.
Si bien en 2016 se estimaba que el discurso trumpista no tendría éxito en una elección general, y que quedaría limitado al electorado republicano, la victoria contra Hillary Clinton demostró que la profundidad del nivel de polarización en Estados Unidos sí que hizo posible el arribo de Trump a la Casa Blanca. Así ocurrió, y muchos se lamentaron.
De acuerdo a los sondeos de opinión, la principal fortaleza de Trump frente a Harris descansa en la percepción de que él sería más competente para el manejo de la economía y el control de la inflación, incluso –arrojan las encuestas– en los estados columpio del Midwest. Ello colocaría a Trump en una envidiable situación de ventaja en la idea de que el estado de la economía es el principal motivo de preocupación de los estadounidenses.
No obstante lo anterior, Kamala Harris se mantiene ligeramente por encima de Trump en los sondeos de opinión en los estados de Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, y si se quiere, luce competitiva en Georgia y Arizona. Basado en la estructura del colegio, la candidata demócrata habría encontrado dos rutas rumbo a los 270 votos electorales: por medio de una victoria en el Midwest y/o con los triunfos en los estados de Georgia, Arizona y Nevada.
En suma, Kamala Harris buscará en el próximo debate consolidar su ventaja sobre Trump, y quizás, ampliar su eventual ventaja en el voto popular, pero a la vez, sacudirse las pifias y errores de la administración Biden en temas controversiales como la migración y la pérdida de poder adquisitivo.
Trump, por su parte, buscará explotar a su favor su percepción como quien mejor podría administrar la economía y reducir impuestos, y golpeará a Harris ante el incremento desmedido del ingreso de migrantes a través de la frontera sur. Nada ha sido escrito.