Con su renuncia a la contienda presidencial, Joe Biden garantiza cerrar su ciclo con algo de dignidad. Se evita un fracaso electoral titánico y continuar haciendo el ridículo.
Además, ahora los demócratas tendrán una excusa para justificar la cuasi inevitable derrota contra Trump. Falta ver la reacción del Partido Demócrata respecto a la elección del relevo de su candidato a la presidencia.
Será interesante y delicado lo que se decida. Porque si Kamala Harris levantara la mano y no la eligiesen, ésta seguramente alegaría racismo y machismo en el actuar de los dirigentes demócratas. Esto sería lapidario y garantizaría el triunfo republicano. Pues un grupo condenaría al Partido Demócrata por solapar la falocracia y la misoginia.
Creo que Kamala obtendría peores resultados que Biden, lo que supondría para el Partido Demócrata un riesgo mayor, pues ya no solamente significaría perder la presidencia contra Trump, sino el Congreso contra el Partido Republicano.
Así que ojalá la vicepresidenta de los Estados Unidos se haga a un lado. Sin embargo, si no se quisiera hacer, dejaría a su partido de manos atadas. Por lo que se dijo antes.
Es una pena lo que sucede en el mundo.
Lo que se antoja como una victoria inexorable de Donald Trump representa la caída de la democracia liberal y la reconstrucción del mundo de muros y polarizado.
Toda esa gente que tiró el Muro de Berlín y celebró el inicio de una nueva era, hoy se revuelca en su tumba o llora desde el más allá, viendo cómo los Hugos Chávez, Trumps, Erdogans, Le Pens, López Obradores, Putins, Orbanes, Bukeles, llegaron al poder por la vía democrática y mediante un populismo autoritario y demagogo dinamitaron libertades.
El problema es que las democracias liberales le fallaron a las masas.
Toca volver a convencerlas.
Vuelve a la mente Unamuno. Ya que otra vez vencen los que claman por la muerte de los intelectuales o lanzan mueras a la inteligencia. Pues cuentan con la fuerza bruta. Empero, hoy, como ayer, aplica la misma: jamás convencerán.