La curiosa palabrita la inventó en 1977 una psicóloga estadounidense, Dorothy Tennov, en su libro Love and Limerence: The Experience of Being in Love.

Desconozco si tal obra se tradujo al español, pero en nuestra lengua el vocablo limerancia se utiliza suficientemente por especialistas en el estudio de los procesos mentales —Google no miente—, así que podemos considerarlo como uno de los 300 mil términos existentes en el idioma que hablamos. ¿300 mil? Eso leí:

“Si consideramos las 150 mil palabras del diccionario histórico, las 93 mil existentes en el diccionario de la RAE, las 73 mil del diccionario de americanismos, las cuales no se pueden contar todas de este último, pues muchas se repiten, así que dejémoslo en 60 mil. Estos 3 diccionarios juntos suman más de 300 mil palabras”.

Admito que hasta las 5:30 AM de hoy domingo primero de septiembre de 2024, día de informe, no conocía la existencia de la voz limerancia. Me desperté tarde, preparé café, busqué en la TV si había comenzado la transmisión de la etapa 15 de la Vuelta a España —con meta en la subida de Cuitu Negru, que según el excampeón Pedro Delgado es el puerto más duro de la competencia—, me frustré porque iniciará a las 7:30 AM y, por no encontrar mayor entretenimiento, decidí leer lo que en ese momento me envió por WhatsApp un amigo, de esos que todo saben, para explicarme por qué Enrique Krauze había realizado un mal diagnóstico en su artículo “Una nación traicionada” publicado en Reforma.

Según mi amigo, Krauze se equivoca: “Andrés Manuel López Obrador no ha engañado al pueblo de México. Lo que pasa es que la gente en su relación con el tabasqueño cayó en la limerancia: el enamoramiento transformado en obsesión”. Él me recomendó un artículo del Instituto R. Coullaut de Psiquiatría.

Llamé a mi amigo y me dijo, más o menos con estas palabras: “Las personas dedicadas a la política o a los negocios —digamos Ricardo Monreal y Carlos Slim— no es cierto que amen a AMLO: fingen que idolatran al presidente porque les interesa lograr beneficios económicos o políticos. No es el caso de la mayoría de la sociedad mexicana, que sí venera a López Obrador sin esperar nada a cambio, le vaya bien o le vaya mal en su gobierno. Es un amor obsesivo: limerancia. Cuando lo entiendan los intelectuales y estrategas de oposición, como Krauze, podrán dar el primer paso para diseñar fórmulas que sean exitosas en la lucha electoral contra la 4T. Es tan fuerte el amor obsesivo del pueblo hacia Andrés Manuel, que millones de personas ya han caído en limerancia respecto de Claudia Sheinbaum”.

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Leí el artículo que mi amigo me mandó: “La limerencia: cuándo el enamoramiento se transforma en obsesión”. Lo sintetizo:

  • Este término, limerancia, ‘ha sido empleado para referirse a un estado de enamoramiento obsesivo, un trastorno obsesivo-compulsivo involuntario que conlleva pensamientos, sentimientos y conductas obsesivas, compulsivas e invasivas sujetas a una reciprocidad emocional por parte de la persona de interés que puede, además, ser experimentada con una intensa alegría o, por el contrario, con desesperación, dependiendo del caso’.
  • ‘¿Cuál es la diferencia entre el estado de enamoramiento y el de limerencia? Según la psicóloga Dorothy Tennov en la limerencia, a diferencia de en el enamoramiento, se produce una adicción a la otra persona por parte del o la limerente, así como un abandono de sus propios intereses en pro de los intereses de la persona objeto de su obsesión, adaptándose a sus gustos y poniendo su bienestar en función de la reciprocidad o no reciprocidad’.
  • ‘En la limerencia existe una necesidad extrema y ansiosa de ser correspondido y, al tratarse de una forma de trastorno obsesivo-compulsivo, cursa con pensamientos involuntarios intrusivos, obsesiones y comportamientos disfuncionales, así como un miedo exacerbado al rechazo y labilidad emocional’. (Nota para quienes, como yo, no sepan qué es la labilidad emocional: según la página de internet de la Clínica Mayo se caracteriza por ataques frecuentes, involuntarios e incontrolables de llanto o risa).
  • ‘La limerencia produce también un miedo total al rechazo, así como estados extremos de labilidad emocional. Además, según los expertos, este trastorno psicológico puede durar un largo periodo de tiempo llegando incluso a presentarse durante décadas si no se busca solución’.

Busqué en internet la etimología de limerencia y encontré que simple y sencillamente se le ocurrió a la psicóloga Dorothy Tennov, quien primero tuvo la idea de llamar amorance al mencionado trastorno obsesivo, pero como no se escuchaba bien en francés, cambió a otro que se le vino a la cabeza: limerencia.

No sé si sea para tanto la relación sentimental o emocional entre AMLO y Claudia y el pueblo de México. He hablado de esto solo porque me pareció interesante lo que me dijeron acerca del artículo de Krauze en Reforma. Desde luego, no sé si el análisis de la limerancia sirva para explicar el éxito de la 4T en las casillas de votación..., pero igual sí.

Posdata: Dejó aquí un video de Pedro Delgado en el que explica por qué la llegada de la Vuelta a España al puerto Cuitu Negru es inhumana: