El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que viajará a Nueva York el próximo 9 de noviembre con motivo del traspaso de la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, misma que ejercerá durante ese mes.

Según informó el propio presidente, acudirá a la sede de Naciones Unidas para ofrecer un discurso sobre lo que él considera el problema más acuciante de la agenda pública: la corrupción.

El futuro discurso de AMLO en Nueva York genera, en el mejor de los casos, suspicacias. Alguien deberá recordar al presidente que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no es un foro público para que los mandatarios brinden sermones ni para aleccionar sobre temas de su interés personal. El Consejo no es Palacio Nacional, y sus sesiones no son las mañaneras.

Por el contrario, este órgano de Naciones Unidas tiene como misión mantener la paz y la seguridad en el mundo mediante la votación colegiada de sus 15 miembros; cinco de ellos con carácter permanente y con derecho de veto. A la luz del Reglamento del Consejo de Seguridad, las responsabilidades del presidente se ciñen a la conducción de los procedimientos y su representatividad. No implica, de ninguna manera, algún tipo de intervención en las decisiones de los gobiernos ni el cabildeo en favor o en contra de alguna resolución. AMLO, según propia costumbre y usanza, buscará quizá llevar la cantaleta ‘cuatroteista’ al órgano mas importante de las relaciones internacionales.

Esperemos que AMLO omita hacer señalamientos irrisorios referentes a la conquista de Tenochtitlán, al legado de Hernán Cortés, a la solicitud de perdón al rey de España, que aluda a Lázaro Cárdenas o Benito Juárez, que se refiera a los “grupos conservadores de oposición”, a la clase media “aspiracionista” o que haga alusión a cualquier otro elemento de su bien conocida narrativa discursiva.

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Por el contrario, AMLO deberá entender que se encuentra en el seno de un organismo internacional donde no caben – ni interesan- las polémicas políticas internas ni las agendas personales de los mandatorios en turno.

En suma, confiemos en la prudencia de personajes competentes como Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente y los funcionarios que integran la Cancillería y la Misión de México ante Naciones Unidas para que el presidente AMLO no ridiculice a nuestro país con su discurso populista cuasi chavista que seguramente incomodará al Consejo de Seguridad, y que nada aportará al enriquecimiento del prestigio de nuestro país en el concierto de las naciones.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4