He visto a este partido político, Morena, tenerle pánico a las renuncias de sus elementos. Literalmente le tienen fobia a este tema.
Hemos sabido que muy pocos, con valor, han decidido bajarse de la 4T al ver un absoluto caos. Andrés Manuel López Obrador no perdona tales desdenes.
Tal fue el caso de Tatiana Clouthier que desertó cuando le dieron la Secretaría de Economía. El peso del puesto supongo era grandísimo y ella no tenía ni idea.
Renunció de manera pública, así se lo habrá pedido su jefe, como un especie de guillotina mañanera.
Después de confesar tal ofensa hacia su líder López Obrador, ella quiso darle un abrazo y él se hizo para atrás. Sus brazos ya no se extendieron para abrazar de regreso a Tatiana. Estaba fúrico.
Así que yo intuyo que Andrés Manuel López Obrador no acepta fácilmente la renuncia y tampoco despide a nadie porque para él renuncias y despidos son una misma cosa que humilla y degrada al imperio morenista.
Pero ahora sí que tendría que pensarlo muy bien con respecto al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya. “Ya estuvo suave”, diría mi padre cuando se enojaba.
Este gobernador tiene hecho trizas al estado, quizá no ha sido mala persona, pero se le salieron de control los abrazos y los besos, esos no le funcionaron. No hay un día en que Sinaloa no se manche de sangre.
Vi la noticia de dos hermanos pequeños que junto con su padre fueron asesinados. Sentí escalofrío por todo el cuerpo.
El secretario de Seguridad en Sinaloa, Gerardo Mérida Sánchez, de plano renunció a su cargo en diciembre del 2024. ¿Y quién no?
Pero llega este otro hombre: Oscar Rentería Schazarino que tampoco da una, pues al querer justificar este acto terrible en donde un padre y sus dos hijos fueron baleados, dijo que pues la culpa la tenía el papá por traer una camioneta blindada. Quise llorar.
Segura estoy que Rocha Moya ya habrá intentado huir, desaparecer, renunciar a su cargo.
En ese sentido no puedo más que seguir sintiendo y pensando que López Obrador toma las decisiones más pesadas dentro de la 4T, aunque haya hecho el show de que se despedía de “la vida pública cada vez más pública”.
Y casi me parece ver una escena dantesca: López Obrador pegándole a una mesita de madera con el puño bien cerrado, enfurecido no por los actos criminales en Sinaloa, sino porque la gente, ese pueblo que tanto dice amar y respetar, están saliendo a las calles a pedir y exigir la renuncia del gobernador de Sinaloa, gran amigo de López Obrador.
Rocha Moya le habrá dicho a su gran líder: “Sabe qué, mejor me voy”. Y me imagino a un Andrés Manuel López Obrador con su pelo alborotado y su famoso “gallito” emergiendo de su plateada cabellera diciéndole: “Tú no te vas, te quedas”.
Pero es que la renuncia, o destitución de este gobernador ya es justa y es necesaria.
Sé que López Obrador es un buen amigo que espera que por serlo, lo sean también con él.
Por eso creo que Rocha Moya está ahí por la “cuatitud” (término inventado por mí) que tiene con López Obrador.
Y ya lo ven, llevo escribiéndoles varias líneas aquí y no había tenido en mi radar a la presidenta Claudia Sheinbaum. Pero ella ¿qué puede hacer? Nada. Absolutamente nada.
Mientras tanto, Sinaloa arde en llamas. López Obrador se quebranta porque entre más tiempo sostenga la permanencia de este gobernador en el poder más ensuciada quedará la reputación de Morena y el movimiento de la 4T.
Así que, yo creo, por primera vez, Lopez Obrador tendrá que tomar decisiones contundentes que a su vez tendrá que ejecutar Claudia Sheinbaum.
El problema de inseguridad y violencia en Sinaloa, no obstante, no radica en que se vaya Rocha Moya.
Lo delicado aquí es que le dieron de comer a los buitres por seis años consecutivos y es ahora cuando buscan a quien arrasar, a quien comerse para seguir teniendo el poder.
Menudo problemón tiene sobre sus espaldas la presidenta, porque no sirvió como de mucho que reluciera la figura de Omar García Harfuch durante muchos días en aquella entidad, a los malos les vale ser malos y les vale quien quiera amedrentarlos.
Mi opinión que nadie preguntó, pero que quiero compartir, es que sí o sí de inmediato sea destituido Rubén Rocha Moya, ya sea que le hagan el teatro de que él solito renunció. O bien que sí le acepten la renuncia.
Luego, habrá que ver de qué manera Sinaloa vuelve a estar seguro. Será un tema dificilísimo de tratar.
¿A quién pondría en el lugar de Rocha Moya, López Obrador/Sheinbaum Pardo? No hay a cuál irle.
A veces pienso que en este país esa apología que se le ha dado al narco, en donde casi casi ellos se ponen a gobernar pudiera ser realidad.
Mientras tanto urge hacer algo. La tragedia de la balacera contra dos niños y su padre debe de tener justicia.
No podemos seguir haciendo como que no pasa nada.
Que en paz descansen en paz Arturo de Jesús Sarmiento, quien fue rafageado y asesinado, y quien fuera padre de los dos menores asesinados Alexander, de 9 años, y Gael, de 12 años.
Desde donde podamos, mexicanos y mexicanas, hagamos todo el bien posible, así lo dice mi sobrino que es sacerdote, Ángel Espinosa de los Montero.
Quiero creer que somos muchos más los buenos.
Aunque a veces la duda se apodere de mí.
Es cuanto.