Mencionaba ayer a una economista formada en las doctrinas neoliberales. Ella, molesta porque Claudia Sheinbaum pidió no criminalizar el comercio en la vía pública, comparó a la presidenta mexicana con las argentinas Eva Perón y Cristina Kirchner.
La misma mujer —persona inteligente y preparada, pero por apasionamiento ideológico incapaz de reconocer nada positivo a la 4T— vía WhatsApp ayer mismo me envió otro comentario corrosivo después de que la presidenta Sheinbaum anunció su intención de prohibir en México la siembra de maíz transgénico: “En la misma línea del populacherismo… a ver hasta donde le alcanza. Es toda una ‘Adelita’ (ya que dices que no es Eva, ni Cristina). Claudia la Adelita”.
En su crítica a la presidenta, muy injusta sin duda, mi amiga neoliberal seguramente no recordó un dato de la mayor importancia de la biografía de Sheinbaum: en el 2008 Claudia coordinó, para el movimiento mexicano de izquierda entonces en la oposición, las brigadas de mujeres en defensa del petróleo, conocidas como Las Adelitas.
El tenor Héctor Palacio alguna vez escribió que después de “La Adelita” no ha habido otra canción revolucionaria en México. Es verdad: hay en nuestro país un déficit en lo relacionado con la canción de compromiso social. Sobre esto publicó Palacio un buen artículo en abril de 2023, “Canción revolucionaria en la 4T: No existe (¿Sheinbaum la hará posible?)”.
En otro texto, Palacio criticó una versión de “La Adelita” de Eugenia León que se utilizó en la campaña de Claudia Sheinbaum. Es esta:
{username} (@Claudiashein) May 25, 2024
Ayer pedí a Héctor Palacio una nueva reflexión sobre aquella “La Adelita” de la campaña. Me la entregó, la reproduzco enseguida:
Reflexión sobre el contrafactotum de “La Adelita”, meses después
La versión de “La Adelita” cantada por Eugenia León y el grupo HH, su contrafactum, es decir la sustitución del texto original de la pieza por uno alternativo, visto a la distancia, se trató, en primer lugar, de una crónica del instante que se vivía en mayo de 2024: La tristeza del pueblo por el fin del gobierno del presidente López Obrador y a la vez, en breve tiempo, el paso a la esperanza puesta en la persona que lo sustituiría con la responsabilidad y el carisma suficientes como para prolongar el proceso de transformación: el paso a Claudia Sheinbaum y a lo que ella llamaría el Segundo Piso de la 4T. La esperanza inicial se cumplió con su triunfo abrumador en la elección al convertirse en la primera presidenta de la nación en 200 años.
En segundo lugar, la continuación de la pieza habla de los compromisos de Claudia: procurar el bienestar, el desarrollo y el derecho a la felicidad de los mexicanos; la justicia, el combate a la corrupción y la defensa de la soberanía; la creación de nuevos derechos para migrantes, adultos mayores, indígenas, niños y mujeres del campo y la ciudad.
Esta segunda parte de la canción es la que está en curso. Se ha cumplido cabalmente la primera y el inicio del gobierno de Sheinbaum camina proactivamente en el sentido de los compromisos que se cantan como esperanza en la segunda parte.
Se use la melodía de “La Adelita” o se cree una melodía original, el sentido de la letra y el mensaje son claros y es lo que importa: Claudia Sheinbaum encarna la “continuidad con cambio” preconizada por López Obrador pero extendida a un “segundo piso de la 4T” que requerirá de todo su talento, el de sus colaboradores y del apoyo de los mexicanos (como se manifiesta en las encuestas) para que su gobierno cumpla con creces sus propósitos que son la esperanza de los mexicanos, y así se cumpla lo que escribió cuanto compartió la canción en las redes sociales: “No los voy a defraudar”. Hasta ahora, la gente, el pueblo la percibe auténtica y con el talento exigido por la posición que ha tomado en el devenir del país.
Krauze y la discordia
En Reforma, el historiador Enrique Krauze dice que se llega a la guerra civil cuando a las sociedades las domina la discordia. Para demostrar que tiene razón, él cita lo que José Ortega y Gasset dijo sobre Cicerón en Del imperio romano: “Ante el peligro de la guerra civil, el gran orador romano exclama: ‘Falta la concordia’…”.
Según el historiador, “en México estamos ya en ese escenario”. Con respeto le digo al admirado Enrique que su conclusión me parece más un deseo personal —de él, por supuesto, no mío— que un diagnóstico objetivo.
La semilla de la discordia han tratado de sembrarla dirigentes de oposición y quienes se expresan en los medios de comunicación. Pero no han tenido éxito. Una aprobación superior al 75% demuestra que la concordia es la norma actual en la vida pública mexicana.
Amparada en ese 75% de aprobación, ayer la presidenta se comprometió a algo que solo puede ser cuestionado a partir del exceso de ideología: proteger las especies de maíz nativas, que estarían en riesgo si se generalizara la siembra de maíz transgénico. Este es un hecho con fundamento en la ciencia. Opino que hace lo correcto la presidenta Claudia Sheinbaum —La Adelita, como la llamó la economista neoliberal que he citado sin dar su nombre porque no me autoriza a hacerlo: ya se animará a que la identifique—.