El proceso electoral del 2023 está en puerta, habrá elecciones en las entidades federativas de Coahuila y el Estado de México. De hecho, esta última entidad tiene un sabor especial pues se juega, quizá, el bastión más importante en términos políticos, históricos y geográficos por lo que constituye un padrón electoral.
Visto desde ese ángulo, la estrategia de posicionamiento jugará un papel clave, sin embargo, creemos que, al final de cuentas, Morena se impondrá en el ejercicio porque ha llegado el final de una hegemonía que duró décadas de dominio priista.
Y terminará no sólo por el desastre institucional, sino porque la población ha determinado, al menos es lo que indican las encuestas, en depositar la confianza en un proyecto alternativo debido a que hay muchos factores que se mezclan y que influyen.
Por ejemplo, los ejercicios que han medido el pulso de la población se inclinan a favor de la causa de Delfina Gómez cosa que, por supuesto, augura buenos resultados, sin embargo, sería una error confiarse o relajar la intensidad territorial, sobre todo porque el PRI, en aquel territorio, ha demostrado capacidad para operar procesos electorales.
En cuanto a ello, Morena debe vigilar muy bien el proceso electoral el día de la votación dado que será, sin duda, una batalla intensa y un ejercicio que puede generar un clima álgido pues al PRI no le queda más que dar la batalla por lo que representa históricamente el Estado de México para ellos. O sea, en julio el priismo puede dar un paso al precipicio pues el mal trabajo administrativo muy probablemente tenga consecuencias negativas, es decir, un voto de castigo en las urnas.
Pero por más que el PRI, con una alianza de supervivencia intensifique los trabajos, creemos que no le alcanzará para ganarle a Morera que es, en este momento, el gran favorito por la influencia de la imagen del presidente Obrador, pero también por el hartazgo que ha generado un dominio partidista. De hecho, no será extraño que el partido revolucionario institucional pierda el Estado de México sí la revuelta social pacífica hizo posible el histórico proceso del 2018.
Ese es otro de los elementos que abonarán al proceso sin olvidar que, en este momento, las condiciones adversas que vive PAN, PRI y PRD, no son las mejores más allá de que han mostrado movilización en los últimos días. Será, desafortunadamente, la abanderada del priismo la que cargue con la derrota de la competencia electoral del próximo mes de julio. Es decir, la abanderada de Va por México tendrá una tarea titánica, yo la denominaría imposible, para poder revertir la distancia que ha tomado Morena y que, en términos políticos, considero es una elección saldada a favor de la causa de Delfina Gómez.
No será un día de campo, ni mucho menos un proceso cómodo; empero, lo que es una realidad es que, dentro de muy poco, si la lógica se impone, habrá alternancia en el Estado de México. Hay que decir que ese es, hasta ahora, un panorama que luce alentador. En tanto, la alianza Va por México parece que no cautiva ni conecta puesto que la situación se ha tornado sumamente complicada para quienes integran el bloque del PRI, PAN, PRD.
A la luz de todo el mundo la alianza sigue sin conectar con la población; es tanta la animadversión que siguen jalando que ha llegado el punto en que, si no se reponen de este proceso venidero, su futuro inmediato es la decadencia o la desaparición. Y librar esta batalla es, en este momento, casi casi una hazaña. Será que, desde este momento, el propio gobernador Alfredo del Mazo está consciente de eso. Tal vez sí porque posiblemente ya hizo un balance o una lectura de la tsunami que se avecina a favor de Morena, al menos los estudios de opinión han hecho una descripción de la percepción que -en este instante- predomina en el termómetro de la ciudadanía.
El PRI se hunde porque es un desastre al interior del partido. No se diga el PAN que no tiene, en el país, un referente de peso que sea el revulsivo para revitalizar los perfiles al interior. En cambio, a diferencia de Morena, los cuadros a nivel nacional son los que están marcando la agenda y los propios reflectores ya que toda la atención la canalizan ellos.
Por ello, el PRI, PAN y PRD, pasan inadvertidos. Y no sólo porque han hecho las cosas mal durante décadas, sino que no cautivan. No han logrado ser protagonistas. Quizá la marcha del 26 de febrero le inyecte oxígeno sí es que logran convocar una multitud, sin embargo, eso no será suficiente para ganar el Estado de México.