¡Vaya que me sorprendió el desfile cívico-militar del 16 de septiembre de este año! Lo admito, soy de las que año con año disfruta de ver el desfile y acostumbro subir al techo de mi casa para observar el paso de las aeronaves.
Sin embargo, este año fue todo diferente, pues ahora las aeronaves de la Fuerza Aérea no sobrevolaron por donde vivo. A lo lejos escuché los motores de los aviones y las aspas de los helicópteros, pero no podía verlos.
Por lo que solamente pude disfrutar del evento por internet; a través del canal oficial de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA) es que vi todo el desfile, y aquí van algunas “curiosidades”, léase detalles, del mismo.
Primero, yo sé que no puedo ser la más objetiva en este tema -menos viniendo de una familia de militares-, pero me da mucho gusto ver cómo la gente recibe con cariño al ejército de nuestro país. Destaco cómo se acercan a ellos para tomarse fotos durante el recorrido, y que ellos les brinden una sonrisa.
El tema del ejército es espinoso, en mucho debido a la historia negra que hay alrededor de dicha institución, desde el penoso caso de la matanza del 2 de octubre de 1968, pasando por el episodio del halconazo en 1971, y no hablemos de la guerra sucia de Echeverría, y los vuelos de la muerte en los años setenta.
Debido a estos y otros eventos por supuesto, se le tiene temor a la figura del militar; no son pocos los que ven a sus miembros como personas ajenas al pueblo, cuando la realidad es que en nuestro país se trata del pueblo uniformado, además de que es una de las pocas instituciones que permite subir en la escalera social.
Hay que decirlo, mientras en otras áreas el crecimiento profesional y personal está vedado, el ejército de nuestro país está conformado por el pueblo llano, y no por las élites gobernantes.
Platicaba en casa la experiencia personal, y es que miembros de mi familia estuvieron dentro de las fuerzas armadas durante el gobierno de Benito Juárez, pasando por Sebastián Lerdo de Tejada, hasta llegar a Porfirio Díaz, para después estar dentro del círculo de Francisco I. Madero, y en el caso de mi abuelo, hasta la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz como parte del Estado Mayor.
Cuenta la leyenda que en aquellos ayeres era obligado y buen visto que la élite gobernante entrara al Colegio Militar para “hacer carrera”. Pero en la actualidad -sobre todo después de la revolución-, las élites dejaron de ver al ejército como una opción, y prefirieron dedicarse a administrar sus empresas, dejando de ser atractivo pertenecer a las fuerzas armadas.
Esto coadyuvó a que el ejército, de alguna manera, se “democratizara”, y en lugar de la élite, con base en el estudio y la disciplina, el pueblo llegase a los cargos que antes solamente estaban reservados para “la crema y nata” de la sociedad.
Esto permitió un cambio paulatino en el mundo castrense. A esto hay que sumar el trabajo que la actual administración ha hecho para que dejemos de ver al ejército como una “institución” negativa, y conocerlos como un apoyo para el desarrollo del país.
Podemos debatir si de verdad estamos ante la “militarización del país”, o si se trata de la narrativa que le conviene vender a la oposición. No podemos negar que la participación de las fuerzas castrenses es más visible que otros años, pero sin mayor análisis se hace pensar que esto “per sé” es algo malo. Por supuesto que sirve para señalar que estamos bajo una “dictadura”, y que por eso la actual administración le ha dado tanto poder al ejército. Es obvio, yo no puedo más que estar en contra de esta acepción.
Como reacción, no puedo dejar de mencionar un par de ejemplos que desde mi particular punto de vista, alejan esa visión simplista de la “militarización”. Por un lado, la gran cantidad de oportunidades que ofrece el ejército para superarse profesionalmente.
Justo en este desfile se hizo gala del basto abanico de carreras que los estudiantes interesados pueden cursar. Mención aparte merece la participación cada vez más boyante de las mujeres dentro de la disciplina castrense, y que demuestra cómo de una manera orgánica y sin falsedades, hace de la paridad de género una realidad.
Y qué me dicen del apoyo que directamente imprimió el ejército a los atletas que trajeron preseas de la más reciente edición de juegos olímpicos. Lo que yo veo es cómo se está “desmilitarizando” al ejército, al confiarle y asignarle otras ocupaciones, entre las que tenemos que incluir a los aeropuertos, y a la nueva línea aérea.
En el desfile de este año hubo algo que llamó mi atención particularmente, y fueron los carros alegóricos, donde se representó al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y por supuesto a la nueva Mexicana de Aviación, que forman parte de este grupo Olmeca-Maya-Mexica (OMM), formalmente Grupo Aeroportuario, Ferroviario y de Servicios Auxiliares Olmeca-Maya-Mexica, S.A. de C.V., quienes son los responsables del manejo de diferentes terminales aeroportuarias, y de la aerolínea.
Me gusta mucho ver el desfile militar del 16 de septiembre porque además de toda la demostración de orden, dedicación, precisión y disciplina, en él hay un gesto de veneración a una materia que me encanta: la historia.
En este año, por primera vez en el desfile se hizo alusión a la aerolínea del Estado; pilotos hombres y mujeres, así como sobrecargos de aviación y niños vistieron el uniforme de tripulación. Me emocionó observar la réplica a escala de un avión con el logotipo y el nombre de Mexicana. Y tengo que decirlo, escogieron como slogan algo que me parece la mar de inteligente.
Y es que los trabajadores de la antigua Mexicana de Aviación (Compañía Mexicana de Aviación, CMA), sabemos que “La primera, siempre será la primera”. Ese fue uno de los slogans que tuvo la empresa, y cualquiera que haya platicado con alguno de nosotros, sabe que a la menor provocación solemos evocar esta frase cuando nos preguntan por nuestra aerolínea.
Hoy, la marca es enarbolada por una nueva empresa -a cargo de los militares- y tuvieron el buen tino de modificar el slogan, adoptándolo a los nuevos tiempos, y con la clara idea de que la historia de Mexicana de Aviación perdure, ya no como CMA sino como la Aerolínea del Estado Mexicano; y lo grito con emoción, para ellos Mexicana “Seguirá siendo la primera”.
Es desfile, es historia, es orgullo y es un propósito: debemos resguardar toda la historia aeronáutica; que no se pierda todo lo hecho por la primera línea aérea del país, y al mismo tiempo la cuarta más antigua del mundo.
Fue nada más y nada menos que en este desfile que convergieron la nueva y la antigua Mexicana, mientras sobre el Paseo de la Reforma así como en la plancha del Zócalo pasó el carro alegórico, pudimos observar 4 aeronaves surcando el cielo, de las cuales, tres Boeing 727 alguna vez fueron parte de la flota de la antigua Mexicana de Aviación.
Así es, en tierra estuvo presente la nueva aerolínea que lleva el nombre de Mexicana, y cruzando por los cielos tres aves de acero que ahora forman parte de la flota de las Fuerzas Armadas. En un mismo momento, el presente y el pasado de Mexicana de Aviación, con todo el futuro por delante.
Sí, puedo decir que yo volé en esos aviones, así que imaginen, ver el logotipo de Mexicana y a los aviones B727, imposible que no llenaran mis ojos de lágrimas, con orgullo y añoranza al mismo tiempo. Un momento agridulce, pues aunque el legado es enorme, no puede ocultar mi deseo.
Yo habría sido verdaderamente feliz si no se hubiera dejado tanto tiempo a Mexicana en un limbo horroroso; soy testigo viviente de cómo a la gran mayoría de mis compañeros nos cambió la vida la bajada de vuelo tan abrupta.
Sé que es otra empresa la que hoy ostenta la marca y el logotipo, pero igualmente me siento orgullosa de que fueran incluidos en el desfile, porque la aerolínea es patrimonio de los mexicanos. Verlos ahí me parece un buen paso para que entendamos por qué es importante tener una aerolínea del Estado.
Espero que sea no sólo por este año, sino que sean muchísimos años más donde veamos desfilar a los trabajadores aeronáuticos de la nueva Mexicana, a quienes les deseo los mejores parabienes; llevan un nombre muy importante que cuidar, que forma parte de nuestra historia de la aviación, es el presente, y será una pieza clave en el futuro. ¡Viva México!