Hace unos días Kamala Harris, vicepresidente de Estados Unidos, anunció que Tim Walz, gobernador del estado de Minnesota, sería su compañero de fórmula rumbo a las elecciones generales de noviembre.

Sí que el anuncio sorprendió a muchos, pues de acuerdo a lo que circulaba en los medios de comunicación, sería Josh Shapiro, gobernador de Pennsylvania, quien acompañaría a Harris en su carrera por la Casa Blanca.

La apuesta de Harris parece dirigida a consolidar el apoyo de la clase media-baja urbana en los suburbios de las ciudades de Detroit, Milwaukee y Filadelfia, es decir, los trabajadores blancos que, por una razón u otra, han visto sus condiciones de vida empeorar como consecuencia de los fenómenos económicos y del arribo de miles de migrantes centroamericanos.

Estos mismos votantes, mejor conocidos como trabajadores de cuello azul (blue collar) apoyaron a Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata contra Hillary Clinton en 2016, y mas tarde, a Donald Trump en aquellas pavorosas elecciones de noviembre de ese año.

Harris y su partido, conscientes de la absoluta trascendencia de ganar los estados claves de Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, y tras el varapalo del 2016 (la pérdida de este “muro azul” y en consecuencia, el triunfo de Trump) apuestan hoy por un candidato a vicepresidente cuya imagen pública, experiencia, políticas y reconocimiento en el Midwest fortalezcan la imagen de la fórmula liberal.

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Donald Trump, por su parte, ha optado por pintar a Harris y Walz como “liberales radicales” que buscan conducir al país a un estado nada lejano del comunismo. Si bien su mensaje hace mella en el electorado localizado en el ala derecha del Partido Republicano, difícilmente lo conseguirá entre los votantes independientes, cuyos votos resultarán, al igual que en elecciones anteriores, cruciales para la definición del próximo presidente.

En suma, a unos días de la convención del Partido Demócrata en Chicago, la estrategia de Kamala Harris parece estar dirigida al éxito, al menos a la luz de los aprendizajes de 2016 y 2020.

Como ha sido bien señalado, serán al final unos cientos de miles de votantes, esparcidos en un puñado de ciudades en el Midwest y en Nevada, Nuevo México, Arizona y Georgia, los que definirán a los sucesores de Joe Biden y de la propia Kamala Harris.