Con el regreso de la aviación nacional a la Categoría 1, me parece ponderante analizar a la aviación que se encuentra al otro lado del Río Bravo. Lo digo abiertamente, el análisis pretende evaluar la vigencia que tiene la idea de que en los Estados Unidos, la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) hace todo bien.

Y es que no, la realidad es que mucho de lo que esta dependencia encontró como irregularidades en la autoridad aeronáutica mexicana, también lo encontramos en la aviación del país vecino, la tierra del Tío Sam, a la que nadie audita.

Podemos decirlo, en nuestro país se han esforzado por combatir los rezagos que en materia aeronáutica traíamos arrastrando desde el sexenio de Calderón. No están total y plenamente resueltos, pero poco a poco se van haciendo los ajustes necesarios que permiten tener seguridad en la operación aeronáutica de nuestro país. Pero en los Estados Unidos la historia es distinta.

Con anterioridad hablé de las deficiencias que tiene la propia FAA; y es que ahora surge un nuevo “escándalo”: la FAA se encuentra investigando a más de 5 mil pilotos de aquel país, por falsificación de registros médicos, así como lo lee.

Es curioso, pero esta noticia no trasciende fronteras y en México se prefiere seguir con algo que ya parece deporte nacional: mejor seguimos atacado a la 4T, pues es más redituable, políticamente hablando. Pero como a mí me interesa la seguridad aérea, y no el juego de la política, tengo que decir, casi gritar, que esto que se descubrió en los Estados Unidos debería ser noticia de 8 columnas en todos los diarios; no es para menos, me están diciendo que tienen pilotos comerciales gringos volando con ¡documentos falsos!

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Les refresco la memoria, en 2010, cuando nos degradaron por primera vez a Categoría 2, uno de los motivos fue por una supuesta falsificación de licencias; y es que el accidente mortal donde perdió la vida el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, destapó una cloaca de dimensiones mayúsculas. Según las investigaciones de tal accidente, y dicho por el entonces titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, se encontraron “deficiencias” tanto en las licencias como en los certificados médicos de los pilotos Álvaro Sánchez y Martín de Jesús Oliva, quienes supuestamente no tenían la capacidad para volar el LearJet 45.

Ahora, en el caso norteamericano, por el momento se han detectado más de 5 mil pilotos falsificando sus certificados médicos, para ocultar que estaban recibiendo ayuda por trastornos mentales, entre otras condiciones graves. Esto, pues no se puede tapar el sol con un dedo, es poner en riesgo la vida de los tripulantes que van con ellos, y por supuesto a los pasajeros.

Estos pilotos serían “no aptos” para volar, sin embargo, hoy vuelan sin mayor empacho. Los Estados Unidos están manejando el punto en el sentido de que los pilotos no avisaron que estaban cobrando ciertos beneficios por estar incapacitados para volar. En una nota de Telemundo informan que más de 600 pilotos de esos 5 mil, trabajan en aerolíneas comerciales.

Todo esto se da en medio de un desaseo de la propia FAA, que no tiene cabeza; el pasado mes de agosto, se anunció que la administradora interina de dicha dependencia, Polly Trottenberg, tendrá que renunciar el 25 de octubre, por disposiciones de la ley, por lo tanto en su lugar será nombrada Katie Thomson, también con carácter de interina.

Tremendo escenario, pues la tormenta se agrava con una serie de retrasos en los vuelos, amenazas de huelga por parte de los sobrecargos de American Airlines -y ahora también por los pilotos de Southwest que no están nada contentos-, incidentes de aviación que han preocupado a los legisladores norteamericanos, falta de controladores aéreos, y la respuesta de la FAA que aplica como si fuera una panacea: es contratar para esos cargos personal sin experiencia ni preparación.

Tres cambios en quien lleva las riendas de la FAA, que en lugar de dar certidumbre, genera algo más que nervios al interior de la dependencia, pues desconocen hasta cuándo la administración de Joe Biden va a nombrar a una persona de forma permanente al frente de dicha agencia, pues Katie Thomson, abogada que ha trabajado tanto en la FAA como en el Departamento de Transporte de aquel país, fue nombrada para cubrir el interinato, y no para que se quede de forma permanente.

Hay que señalar que la FAA respondió a la investigación realizada por The New York Times, negando de forma tajante que las incursiones en las pistas de los aeropuertos hayan ido en aumento en ese país. Resulta entonces extraño, o más bien llama poderosamente la atención que la FAA destinará en los próximos meses poco más de 121 millones de dólares, con la finalidad de reducir el riesgo de incursiones en las pistas.

¿Entonces, había riesgo o no? ¡Ah qué con la FAA, con opacidad y doble discurso! niega tener problemas, pero destina presupuesto para atacar el supuesto “no problema”. Así lo anunció la administradora asociada de aeropuertos de la FAA, Shanetta Griffin, según recogió el medio A21 al respecto: “La FAA se toma en serio el fin de las incursiones en las pistas y estamos destinando recursos sustanciales a estos esfuerzos”.

Y para ponerle más sabor al caldo, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA por sus siglas en inglés) detectó “Se han falsificado numerosos certificados que autorizaban la puesta en el mercado de las piezas suministradas a través de AOG Technics”. Así lo dio a conocer a través de un comunicado. La EASA está monitoreando esta situación, e incluso ha comenzado una investigación, ante el silencio de la FAA, sobre las piezas detectadas como falsas de aviones Airbus A320 y Boeing 737, que han sido suministradas por la armadora norteamericana más importante.

La compañía francesa armadora de aviones Airbus, mencionó estar al tanto de esta penosa circunstancia, mientras que Boeing dejará todo en manos de la EASA, y en su caso la FAA, cuando decida pronunciarse sobre este delicado tema.

Y como cereza del pastel, la Asociación de Pilotos de Southwest Airlines (SWAPA) sindicato que aglutina a este grupo de trabajadores, llevan poco más de tres años negociando con la aerolínea sus condiciones laborales. Aseguran estar en franca desventaja con sus pares de American Airlines, como con los de Delta y United, quienes han llegado a exitosos acuerdos laborales con sus compañías aéreas respectivas.

Al contrario de lo que pasa en Southwest, donde incluso ya se han presentado las bajas de cerca de 200 pilotos, que han ido a buscar en otras aerolíneas mejores oportunidades de mejorar salarialmente, y de manera contractual.

Esta desbandada de personal acarrea a la aerolínea costos millonarios, ya que debe contratar nuevo personal y capacitarlo, lo que cuesta el tiempo en los simuladores de vuelos y el costo de los instructores.

Dicha empresa tiene serios problemas a nivel de programación de vuelos, y han sufrido retrasos importantes, así como de cancelaciones y reasignaciones, problemas que se suman a las incapacidades de sus pilotos, así como en el tema de los exámenes médicos. Esto lo dio a conocer Cassey Murray el presidente de SWAPA al medio de comunicación Nuevo Herald.

Todo esto a pesar de que Southwest desde 1997 tiene un programa más que interesante, llamado “Adopt-A-Pilot”; según la página de la línea aérea, “inspira a los estudiantes de quinto grado de todo el país a explorar empleos en la aviación a través de actividades y experimentos centrados en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM). Este programa conecta a Pilotos de Southwest con aulas de todo el país para ofrecer orientación y hacer que los alumnos participen en clases relacionadas con la aviación y así despertar su interés por empleos en la industria.”

Reto difícil de lograr, pues en los hechos los trabajos en la aviación cada vez están más mal pagados, y los que ya están dentro se van en búsqueda de mejores condiciones laborales y una mayor remuneración; sí, todo ante los ojos de la FAA.

Así que la aviación de nuestros vecinos norteños está lejos de ser prístina: y es que a ellos nadie los califica, nadie los “degrada”. A pesar de las vicisitudes que ellos afrontan, la gente no suele saber lo que ocurre al interior del vecino país en materia aeronáutica.

Por eso es importante no “glorificar” o “endiosar” a las autoridades aeronáuticas norteamericanas; allá también tienen problemas; lo importante es que no se dejen a un lado, y sí se tomen en cuenta, tal y como ahora lo está haciendo la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), después de varios sexenios de abandono; pero es un hecho, Roma no se hizo en un día.