Grande controversia ha causado entre mis compañeros de la industria aeronáutica la propuesta de Reforma a la Ley de Aviación Civil. Todos parecen formularse la misma pregunta: ¿Quién asesora al Presidente? Pero a estas alturas yo dudo que “alguien” lo asesore, pues la ruta que está tomando en materia de aviación es más que errónea.
Cuando hablamos de fortalecer a nuestra aviación nacional, nos referimos a que urge que se haga un plan transexenal de industria, donde se aborden las varias aristas de la aviación civil: la patronal, los sindicatos, los trabajadores y por supuesto, los usuarios.
Al dejar crecer a nuestra aviación comercial como “animalito salvaje del bosque”, las consecuencias son palpables. Sí, los usuarios se quejan de las altas tarifas que existen para volar dentro de nuestro territorio, pero dejen del cuento un secreto: esa queja siempre ha existido.
Desde que en 1998 comencé mi vida laboral en Mexicana de Aviación, una de las quejas constantes que escuché de los pasajeros era que costaba más un vuelo “México-Acapulco” que un vuelo a Los Ángeles o Chicago; esto lo escuché sobre todo cuando estábamos de plataforma en algún aeropuerto, y los pasajeros en la sala de abordar nos contaban su vida.
Aunque anecdótica, es una queja que tengo muy presente, porque en esos años, previos a la llegada del año 2000, un viaje redondo desde Estados Unidos a México, por Mexicana de Aviación rondaba los 250 dólares -en promedio, cuando el tipo de cambio del dólar era $7 pesos-, y un vuelo al paradisiaco puerto de Acapulco costaba entre 5 y 6 mil pesos (entre 700 y 850 dólares).
Todavía no existían las bajo costeras en nuestro país, y Aeroméxico y Mexicana de Aviación estaban aglutinadas en CINTRA. Con ese antecedente, considero que es sumamente engañoso el discurso sobre los “beneficios” del cabotaje que se viene manejando en medios de comunicación y redes sociales.
Se quiere implantar en la narrativa oficial que los precios de los boletos de avión dentro de la República Mexicana bajaran si se implementa el cabotaje con aerolíneas extranjeras, lo cual es mentira.
Pongamos de ejemplo UBER, ¿se acuerdan cuando esta App llegó al país para ofrecer sus servicios? Las principales quejas de los que entonces usaban taxis eran que el servicio era malo, que las unidades estaban sucias, que los choferes eran unos salvajes del volante, y que además de caros, eran hasta peligrosos.
Por eso cuando llegó este servicio de transporte “privado”, todo el mundo alabó lo maravilloso que era usar UBER: unidades siempre limpias, en automóviles nuevos, con chóferes muy amables; tu viaje incluía una botella de agua de cortesía, podías usar el cargador del teléfono e incluso, elegir la música para tu viaje. Era como tener un chofer privado.
Años después, una constante que he vivido en carne propia, y que también he leído en interminables hilos en Twitter, es el pésimo servicio que ahora brinda UBER. Desde unidades viejas y sucias, chóferes groseros, cancelaciones de viaje, cobros indebidos, además de que el servicio dejó de ser “seguro”, en comparación a los taxis normales, pues en las redes sociales es común encontrar denuncias de delitos cometidos en estos coches que prestan su servicio a UBER.
Algo muy similar pasaría en nuestro país en materia de aviación. Al principio vendrían las aerolíneas extranjeras muy felices de hacer cabotaje, pero ojo, no todas, las aerolíneas europeas están interesadas, ya sea por el tipo de operación o por las rutas, pues generalmente les interesan los destinos de playa; créanme que volar a Lázaro Cárdenas, Tecate o Tamuín no está dentro de sus planes.
Justo aquí es donde nuestro Presidente comete el peor error; lo que requiere el país es una aerolínea regional. Transportes Aeromar sigue sobreviviendo de puro milagro; es la que brindaba este tipo de servicio junto con Aerovías Caribe conocida como Click de Mexicana y Link. Lamentablemente ninguna de las dos aerolíneas sigue volando.
La otra que va algunos destinos regionales es Aerolitoral, conocida también como Aeroméxico Connect, sin embargo, la estructura de esta línea aérea está concatenada a su troncal Aeroméxico y a los destinos que esta quiera, o le convenga explotar.
Efectivamente, viajar dentro de nuestro país resulta carísimo, pues hay muy pocas opciones, y las que hay no tienen competencia alguna, y es que también debe considerarse que en muchas ocasiones no hay pasaje suficiente que quiera viajar.
Para nuestras bajo costeras mexicanas el secreto está en que su competencia no es Aeroméxico, sino los autobuses de pasajeros; es a ellos a quienes les quieren robar el pasaje. Por eso la reina indiscutible del bajo costo es VivaAerobus, a cargo de Juan Carlos Zuazua. Ellos tienen una sinergia entre el transporte aéreo y el terrestre, pues desde el momento en que compras tu boleto de avión, tienes la opción de adquirir un boleto de camión, para llegar a tu destino.
No olvidemos que no todos los aeropuertos del país son aptos para recibir grandes aeronaves, Muchos de los destinos que Andrés Manuel cree que serán interesantes de explotar para las aerolíneas extranjeras, requieren de aviones de menos de 100 plazas, y los aviones de las aerolíneas que vuelan hacia nuestro país son de arriba de 150 pasajeros, llegando hasta los 300.
La aviación que requiere este país es tener una o varias aerolíneas regionales, ¿por qué no incentiva Andrés Manuel a los empresarios a que apoyen, por ejemplo, la Cooperativa “Aviación Mexicana” de los ex trabajadores de Mexicana de Aviación?
Ese sería un interesante punto de partida, y con ello comenzar a poner orden en el tema de las rutas y slots, porque la solución no es, ni será jamás, el cabotaje. Un punto que desconoce el Primer Mandatario es el Convenio de Chicago, también conocido como Convenio sobre Aviación Civil Internacional, que nace en 1944. Es el tratado de Derecho Público Internacional Aeronáutico más importante que existe hasta el día de hoy. A grandes rasgos, este tratado:
“…reconoce el principio de que todo Estado tiene soberanía plena y exclusiva en el espacio aéreo sobre su territorio y establece que ningún servicio aéreo internacional no programado, puede operar sobre o dentro de un territorio de un estado contratante sin su consentimiento previo.”
Lo que significa que, como país que está abriendo el cabotaje, debemos solicitar reciprocidad; ¿y ustedes qué creen mis estimados lectores?, ¿creen que los Estados Unidos permitan a las líneas mexicanas realizar cabotaje dentro de su país? ¡Obvio no!, por eso la práctica del cabotaje está prohibida en algunos países, porque es simplemente inviable.
También hay países que se han quedado sin aviación nacional, y están a merced de las aerolíneas internacionales, y la disposición que tengan ellas para ir a ciertos destinos.
Por eso es una premisa falsa autorizar el cabotaje. Yo, de verdad, espero que nuestro Presidente entre en razón. Los trabajadores están inquietos y temerosos de perder sus empleos. Si se llega a aceptar esta modificación en la Ley de Aviación Civil, de una vez les digo: ¡No!, no bajarán los precios de los boletos y tampoco volarán a los destinos que quiere Andrés Manuel que sean explotados.
Si la agenda del Presidente no es la de las aerolíneas del país, menos de las internacionales; por eso se debe salvaguardar nuestra soberanía aeronáutica. A lo largo y ancho del mundo existen ejemplos de lo que ha pasado con la aviación de los países que han permitido el cabotaje… y eso que ninguno de ellos comparte 100 kilómetros de frontera como sí lo hacemos nosotros con los Estados Unidos de Norteamérica.