Así es mis estimados lectores, dentro de la industria aeronáutica, el pelo, sobre todo de las mujeres ha sido un gran tema a debate, y hoy precisamente lo traigo a colación, porque si la aviación pudo evolucionar al respecto, hay gente que también debería de hacerlo.
Hoy por la mañana, mientras desayunaba me topé con la columna de opinión de Guadalupe Loaeza en el Reforma, y una parte de su columna se refiere al pelo. Dice y cito textual:
“Como dice Magali T. Ortega, la espléndida autora de Chismecito Literario, que desde que son pequeñas, las que tienen el pelo muy chino generalmente le tienen una envidia mortal a las niñas de pelo lacio y Claudia lo tiene desde que nació, sumamente rizado (Xóchitl lo tiene muy lacio y con muy buena caída, por lo tanto también en ese aspecto le tiene envidia a su contrincante y eso le molesta y le irrita) de ahí su cola de caballo lacia, lacia…”
Guadalupe Loaeza
El texto sacudió mis neuronas, y en efecto dominó empezar a hilar ideas. El café frío en mis labios hizo que me diera cuenta que le había dedicado varios minutos a la cavilación, y sin vacilación me puse a escribir esto que ahora está ante sus ojos, queridos internautas.
Reflexioné en que los sobrecargos de aviación comenzaron a profesionalizarse dentro de la industria aeronáutica entre las décadas de los años 30´s y 40′s del siglo pasado; reparé en que dejaron dicha labor casi exclusivamente a las mujeres, y recordé que la gran mayoría de las aerolíneas cortaban las largas cabelleras de las aspirantes.
Era una “norma” que el pelo de las tripulantes de cabina de entonces no sobrepasara los hombros; incluso el corte era al ras de la nuca. Muchas mujeres en ese tiempo sufrieron al ver sus largos cabellos cortados, pero no había opción, era aceptar “las reglas” o perder la gran oportunidad que les brindaba ser sobrecargos de aviación.
Pero no crean que esa norma únicamente existió a principios de la industria aérea. Durante muchos años los sobrecargos, tanto hombres como mujeres debían de ajustarse a un código, en el cual las mujeres no podían -bajo ninguna circunstancia- tener el pelo largo, y los hombres que se fueron incorporando en años posteriores, no podían tener vello facial por ningún motivo.
Esta medida por supuesto también aplicaba para los pilotos, recordemos que las mujeres aviadoras fueron incorporándose de manera muy lenta al mercado laboral; en nuestro país fue durante los años setenta del siglo pasado.
El pelo fue de tal importancia que las mujeres que tenían el pelo afro, sobre todo las que laboraban en las aerolíneas estadounidenses, tenían que “alaciarse” el pelo “sí o sí”, pues el pelo chino o crespo, era considerado por la sociedad como “sucio”.
En el caso de nuestro país, las trenzas eran consideradas como algo “no deseable” en una mujer que trabajase como sobrecargo de aviación, por lo que en cuanto se permitió el uso de pelo largo los peinados que se permitieron eran un chongo, o cola de caballo que no rebasara la nuca. Posteriormente las trenzas perderían su connotación negativa y se permitirían.
A mí me tocó volar con supervisoras que habían entrado a la aviación a finales de los años setenta, o a principios de los años ochenta, y comentaban que para entrar les exigían que se cortasen el pelo.
Por supuesto, las cabelleras con marcados rizos, como borreguitos, eran invitadas a “modelar” su pelo, a modo que no se viera “afro”, porque supuestamente la imagen que reflejaba era de desaliño.
Durante muchos años, los sobrecargos de aviación de casi todo el mundo, han peleado porque las empresas de aviación respeten la personalidad de sus sobrecargos y que no se les impongan estereotipos a seguir.
En los Estados Unidos, con la diversidad étnica que tienen, fueron de los primeros en dejar el pelo de sus sobrecargos en paz, conforme otros grupos raciales se iban sumando a sus filas; no olvidemos que en la época dorada de la aviación la gran mayoría de las sobrecargos eran mujeres caucásicas, y las que eran negras, tenían que alaciarse el pelo, dejando sus rizos naturales detrás, con tal de encajar en el estereotipo “blanco”.
Hoy en la actualidad, la gran mayoría de las empresas de aviación les permiten a sus sobrecargos y pilotos usar el pelo como quieran, si son afrodescendientes, ya no es mal visto ver sus melenas o peinados con rastas en algunos casos. Actualmente podemos ver una gran diversidad de trenzas, e incluso de peinados y tonos de fantasía en sus melenas.
Las aerolíneas han podido evolucionar y han aprendido a respetar al personal que trabaja con ellos, dejando que usen el pelo como mejor se sientan. La sociedad misma las ha obligado a tal tolerancia. Entonces, ¿por qué Guadalupe Loaeza sigue estigmatizando y sacando temerarias conclusiones a partir de una forma de peinado?
El comentario que hizo, tratando de generar un falso debate sobre la supuesta “envidia de Claudia por el pelo lacio de Xóchitl”, es además colonial, racista y clasista. Porque le otorga al pelo lacio un valor positivo, mientras que los chinos o rizos son vistos como negativos. Claro, así era la visión que se tenía durante muchísimos siglos, en donde incluso el pelo recogido es un símbolo de “seriedad”, contra el pelo suelto que es considerado “rebelde”.
Recordemos el revuelo que causó Gloria Trevi con la letra de su canción “Pelo suelto” hace más de 30 años. Durante siglos las mujeres hemos sido sometidas a cubrir ciertos cánones y si nos salimos de lo establecido, entonces estamos mal.
En la aviación, hoy te puedes topar con un sobrecargo de pelo verde con rastas, y es tan profesional como aquel que trae casquete corto o cola de caballo bien restirada. El pelo no es un atributo que se pueda calificar, porque el pelo en cada persona es diferente, es un rasgo de su personalidad pero plenamente libre de alterarlo este si le da la gana.
Y es el caso de la candidata Claudia, quien prefiere dejar el pelo chino atrás, y la entiendo perfectamente. Quienes somos de pelo entre ondulado a chino, sabemos que peinar nuestras cabelleras puede ser una tarea titánica, más si lo que quieres es no acabar con el pelo como la pantera rosa después de haber pasado por la secadora, todo esponjado.
El método curly exige varias horas de tu día, y si lo que quieres es salir temprano a trabajar en la mañana, el alaciado es tu mejor aliado. Me tocó hacerlo durante años mientras volaba, y es mucho más fácil alaciar el pelo, que peinar los rizos. Pero asegurar que Claudia Sheinbaum desea y apetece tener el pelo de Xóchitl Gálvez, me parece temerario y exagerado.
El pelo en pleno siglo XXI no debería ser tema de discusión y sí, desde este espacio de libertad de expresión, con todo respeto invito a Guadalupe Loaeza a evolucionar como lo han hecho la gran mayoría de las aerolíneas en el mundo, estoy segura de que sí se puede.